Tras descubrir tardíamente a Jiro Taniguchi con su obra El almanaque de mi padre, no podía esperar a seguir ampliando mi mangateca con otros de sus múltiples títulos. Y acabé rindiéndome ante su novedad más reciente, difícilmente obviable en las estanterías de cualquier librería especializada entre su tamaño, las páginas a color y... ¡el Louvre!
Me resisto un poco a escribir una sinopsis para este manga porque se trata de un encargo que realizó directamente el Museo del Louvre al mangaka Jiro Taniguchi. Evidentemente, que una obra nazca como fruto de un encargo no excluye la posibilidad de que esta tenga una trama susceptible de ser resumida pero en este caso... no creo que haya un argumento claro por lo que no puede haber tampoco sinopsis. Este tomo único funciona a modo de catálogo, divagación e historia sobre el museo. El protagonista no es más que un observador que comparte con nosotros sus descubrimientos y conocimientos pero su historia personal, además de tratarse de forma desmesuradamente superficial no es más que una excusa de Taniguchi para dar algo de linealidad al tomo que, en mi opinión, resulta innecesaria.
Los verdaderos protagonistas son, precisamente, los guardianes del Louvre, liderados por Niké de Samotracia que aunque se quiere quitar honores hablando de La Gioconda y la Venus de Milo es una de las obras insignia de este museo, siempre rodeada de una legión de turistas. La estructura de este volumen es bastante heterogénea con capítulos muy bien diferenciados pero no demasiado bien hilados. Jiro Taniguchi nos ofrece una breve introducción al viaje y al museo, con una representación muy fiel a la marabunta de gente de todas las nacionalidades que se agolpa a las puertas del museo y que abruma sin lugar a dudas a un visitante primerizo. Aunque más abrumadora aún resulta la cantidad de obras expuestas (¡y no expuestas!) en este museo que obligan al viajero o bien a dedicarle varios días a su visita o bien a renunciar a una parte importante de su catálogo.
Una vez pasada esta breve pero necesaria introducción, nos adentramos en la historia particular de un pintor francés del siglo XIX, Jean-Baptiste Camille Corot, admirado por el escritor japonés Roka Tokutomi, el cual leyó el protagonista años atrás. Pero esta retahíla de nombres nuevos no acaba aquí, Taniguchi sigue haciéndonos saltar de época y lugar, de pintor en escritor y de nuevo a otro pintor para seguir la huella que unos artistas imprimen en otros a través de los siglos y los distintos países encadenando finalmente el trabajo de un pintor francés del siglo XIX que, a su vez, estaría influenciado por otros, al de un escritor japonés del siglo XX.
Llegados a este punto, a parte del grandísimo sesgo que conlleva hablar solo de autores favoritos supongo que a título personal, me indignó encontrarme con un capítulo entero dedicado a Vincent van Gogh que jamás ha visto su obra expuesta en el Louvre ya que pertenece a los movimientos de vanguardia, por lo que su obra en París está expuesta en el Museo de Orsay (y eso sin contar claro con que la mayoría de sus cuadros, bocetos y grabados se encuentran en el visitadísimo Museo Van Gogh, en Ámsterdam, ya que el famoso pintor era neerlandés).
Para mí, el mejor capítulo sin duda alguna es el que trata sobre el monumental desalojo que tuvo lugar en el museo durante la ocupación nazi, en un recrudecimiento de la segunda guerra mundial cuando los alemanes invadieron Francia. Creo que nunca le había dedicado un segundo pensamiento a la expoliación artística que tuvo lugar durante la guerra y a lo que eso pudo suponer para los verdaderos amantes del arte, como desde luego fue Jacques Jaujard, el entonces subdirector del Museo Nacional de Francia.
Como veis, Los Guardianes del Louvre actúa a modo de catálogo muy sesgado de algunas obras célebres (y otras no tanto) expuestas en el museo, también sobre su historia (enfatizando lo sucedido durante la segunda guerra mundial) y se convierte en una pasarela por la que desfilan personajes célebres amantes del arte en cualquiera de sus formas que estuvieron relacionados de una u otra forma con el Louvre o con la pintura francesa en algún momento de su vida. Personalmente, esta aleatoriedad me molesta y mi decepción se acentúa debido a la superficialidad imperante a lo largo del tomo: Taniguchi quiere abarcar mucho en muy poco espacio y al final ni consigue hablar de muchas cosas (como reflejo de lo inmenso que es el catálogo del Louvre) ni tampoco mucho de ninguna de ellas. Y, por si eso fuera poco, gran parte del tomo se centra en localizaciones y artistas que poco tienen que ver con el museo que da nombre al cómic.
No niego que ha sido una lectura instructiva que incluso me ha emocionado en algunos momentos pero tampoco puedo evitar pensar que el autor no supo encarrilar esta petición tan inusual con lo que quiso mezclar toda una serie de preferencias personales con una historia ficticia superflua y algo de rigurosidad histórica en un argumento muy mal hilado.
Me resisto un poco a escribir una sinopsis para este manga porque se trata de un encargo que realizó directamente el Museo del Louvre al mangaka Jiro Taniguchi. Evidentemente, que una obra nazca como fruto de un encargo no excluye la posibilidad de que esta tenga una trama susceptible de ser resumida pero en este caso... no creo que haya un argumento claro por lo que no puede haber tampoco sinopsis. Este tomo único funciona a modo de catálogo, divagación e historia sobre el museo. El protagonista no es más que un observador que comparte con nosotros sus descubrimientos y conocimientos pero su historia personal, además de tratarse de forma desmesuradamente superficial no es más que una excusa de Taniguchi para dar algo de linealidad al tomo que, en mi opinión, resulta innecesaria.
Los verdaderos protagonistas son, precisamente, los guardianes del Louvre, liderados por Niké de Samotracia que aunque se quiere quitar honores hablando de La Gioconda y la Venus de Milo es una de las obras insignia de este museo, siempre rodeada de una legión de turistas. La estructura de este volumen es bastante heterogénea con capítulos muy bien diferenciados pero no demasiado bien hilados. Jiro Taniguchi nos ofrece una breve introducción al viaje y al museo, con una representación muy fiel a la marabunta de gente de todas las nacionalidades que se agolpa a las puertas del museo y que abruma sin lugar a dudas a un visitante primerizo. Aunque más abrumadora aún resulta la cantidad de obras expuestas (¡y no expuestas!) en este museo que obligan al viajero o bien a dedicarle varios días a su visita o bien a renunciar a una parte importante de su catálogo.
Overbooking |
Llegados a este punto, a parte del grandísimo sesgo que conlleva hablar solo de autores favoritos supongo que a título personal, me indignó encontrarme con un capítulo entero dedicado a Vincent van Gogh que jamás ha visto su obra expuesta en el Louvre ya que pertenece a los movimientos de vanguardia, por lo que su obra en París está expuesta en el Museo de Orsay (y eso sin contar claro con que la mayoría de sus cuadros, bocetos y grabados se encuentran en el visitadísimo Museo Van Gogh, en Ámsterdam, ya que el famoso pintor era neerlandés).
Para mí, el mejor capítulo sin duda alguna es el que trata sobre el monumental desalojo que tuvo lugar en el museo durante la ocupación nazi, en un recrudecimiento de la segunda guerra mundial cuando los alemanes invadieron Francia. Creo que nunca le había dedicado un segundo pensamiento a la expoliación artística que tuvo lugar durante la guerra y a lo que eso pudo suponer para los verdaderos amantes del arte, como desde luego fue Jacques Jaujard, el entonces subdirector del Museo Nacional de Francia.
Como veis, Los Guardianes del Louvre actúa a modo de catálogo muy sesgado de algunas obras célebres (y otras no tanto) expuestas en el museo, también sobre su historia (enfatizando lo sucedido durante la segunda guerra mundial) y se convierte en una pasarela por la que desfilan personajes célebres amantes del arte en cualquiera de sus formas que estuvieron relacionados de una u otra forma con el Louvre o con la pintura francesa en algún momento de su vida. Personalmente, esta aleatoriedad me molesta y mi decepción se acentúa debido a la superficialidad imperante a lo largo del tomo: Taniguchi quiere abarcar mucho en muy poco espacio y al final ni consigue hablar de muchas cosas (como reflejo de lo inmenso que es el catálogo del Louvre) ni tampoco mucho de ninguna de ellas. Y, por si eso fuera poco, gran parte del tomo se centra en localizaciones y artistas que poco tienen que ver con el museo que da nombre al cómic.
No niego que ha sido una lectura instructiva que incluso me ha emocionado en algunos momentos pero tampoco puedo evitar pensar que el autor no supo encarrilar esta petición tan inusual con lo que quiso mezclar toda una serie de preferencias personales con una historia ficticia superflua y algo de rigurosidad histórica en un argumento muy mal hilado.
Pues es una cagada bien grande lo de Van Gogh, me sorprende y todo que no se haya documentado lo suficiente.
ResponderEliminarAntes de leer la reseña estaba más seguro de acabarlo comprando que ahora, que estoy dudando... a ver si lo ponen en la biblioteca xD
Por cierto, es todo a color???
No no no, aparece Van Gogh en el tomo pero, ni mucho menos, pretende el autor que haya ninguna obra suya en el Louvre. Lo que quería decir es que aunque sea una obra creada por deseo expreso de este museo y, de hecho, se titule "Los guardianes del Louvre", tiene todo un capítulo dedicado al famoso pintor. Imagino que Taniguchi no se pudo resistir a la tentación de incluirlo en un cómic sobre pintura europea porque Van Gogh tuvo una clara influencia del japonismo en parte de su obra pero, aún así, me parece muy poco riguroso por su parte el haberlo incluido...
EliminarSí, es 100% a color, ahora que lo dices, es suficientemente relevante como para comentarlo en la reseña así que mejor la edito!
Tu entrada me ha parecido muy ilustrativa. :)
ResponderEliminarLos encargos pueden ser útiles a veces e inspirar estupendas ideas. En otras ocasiones, echan la motivación por la borda.
De lo que he leído de Taniguchi, los que más me gustaron fueron Un Zoo en Invierno y Barri Llunyà. De lo que no he leído, el que más me llama es Cielos Radiantes, pero tampoco tengo demasiada prisa.
Por lo que cuentas de este cómic, dudo mucho que te gustase Rohan en el Louvre. Pasa muy de puntillas por lo que es el museo en sí. Y bueno, el guión no me pareció muy allá. Lo veo para fans de Jojo’s y ya.
Tanto Un Zoo en Invierno como Barri Llunyà ya me los habían recomendado antes así que me da a mí que van a caer más pronto que tarde.
Eliminar¡Me apunto lo de Rohan en el Louvre! Gracias =)