viernes, 27 de febrero de 2015

El shôjo en España no ha muerto (¿aún?)

Hace poco más de un año que comentaba indignada la poca repercusión que tuvieron (en ese momento) las nuevas licencias (shôjo) de Ivrea. ¿Ha cambiado en algo la situación de un año para otro? Yo diría que estamos igual; igual de mal.

Las únicas editoriales que han licenciado algo de shôjo en este último año han sido dos: Planeta e Ivrea. Y ambas se han dedicado a rescatar a autoras del fondo de su catálogo.


Ivrea apuesta por 1) la prolífica Mayu Shinjo ya que, por muy dudosa que sea la calidad de sus obras, es indiscutible que vende (o que vendía); 2) otro tomo único de Nana Shiiba; y 3) aprovechan el filón de Strobe Edge trayendo uno de los shôjo más demandados del momento: Ao Haru Ride (para el deleite de las aficionadas y aficionados al shôjo que subsistimos en este país). Sinceramente, no tengo ninguna intención de criticar a esta editorial (no se muerde la mano que te da de comer) PERO tampoco pienso alabarla. A Ivrea se la ha machacado bastante en el pasado por traer, ojo al dato, demasiado shôjo (me río solo de recordarlo) y, desde PSS, recuerdo haberla defendido a capa y espada por apostar por un mercado tan dejado de lado en este país. Bien, las tornas han cambiado, Ivrea es, actualmente, la editorial española que saca más volúmenes manga al año y la mayoría de ellos son shônen y seinen. Echo de menos que se arriesguen con autoras nuevas, como lo hicieron en su día con numerosas mangakas que acabaron convirtiéndose en autoras insignia de la editorial.


A este respecto, y viendo que ya no hay ninguna editorial japonesa que se resista a la argentina, creo que, actualmente, hay muchos títulos interesantes que encajarían en el catálogo de Ivrea. Puedo mencionar de pasada algunas obras de autoras que ya han probado como Anata ni Hana Sasagemashou de Tomu OhmiSuki desu Suzuki-kun!! de Go Ikeyamada o quizá alguna obra cortita de Kaco Mitsuki. Pero prefiero centrarme en los top ventas actuales: Sukitte ii na yo de Kanae Hazuki (del que ya disfrutan en los mercados estadounidense, francés e italiano y que encajaría a la perfección con el catálogo de la editorial), Tonari no Kaibutsu-kun de Robico y, sobre todo, Ore Monogatari!! de Kazune Kawahara y Aruko, que debería tener todas las papeletas para ser licenciada porque se han publicado (en Japón) dos historias cortas con sendos crossovers entre este laureado shôjo, Nisekoi y Ao Haru Ride. Dicho de otra forma, soñar es gratis.


Planeta lleva AÑOS con la misma cantinela: "2012 será el año del shôjo en Planeta", "2013", "2014"... y ahora no sé si por traer un par de obras aleatorias de Wataru Yoshizumi (Marmalade Boy 2.0 y un tomo único cualquiera) pretenden hacernos olvidar que hace cuatro años que no sacan ni un mísero tomo de temática shôjo, teniendo en cuenta que podrían haber seguido expandiendo su catálogo con autoras como Arina Tanemura o, sencillamente, retomando espléndidas obras como Hana-Kimi, Llegando a ti u Otomen (que ahí siguen, en el limbo). Y aún tenemos que dar las gracias porque se dignaron a acabar Lovely Complex. Es que es ridículo.


No menos lamentable es que editoriales grandes como Norma o Panini ignoren el género. Norma hace papelones como ignorar que la precuela de Levi (Ataque a los Titanes) es shôjo o sacar Life con una periodicidad anual. Panini parece haber olvidado su época dorada, en la que trajo algunos de los mejores títulos de esta demografía que hemos podido ver por estos lares. Más entendible pero igual de triste es que, en un momento en que el mercado manga está virando lentamente hacia títulos alternativos que van más allá de los topicazos y de lo comercial (en gran parte gracias a las nuevas editoriales que han surgido), se siga dando al shôjo de lado. En este sentido, tenemos el pequeño respiro que nos da Tomodomo con algo aun más inusual, josei y BL de calidad.

Pero mi conclusión es que el panorama para este género, ahora mismo, es desolador.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Titanes y básquet


Después del ligero desengaño del noveno tomo he tardado algo más de la cuenta en retomar la lectura de este superventas. Eso sí, el tomo #10 de Ataque a los Titanes me enganchó de tal forma que esa misma semana me compré los dos siguientes para devorarlos. Menudo frenesí de batallas, de alianzas, de secretos medio-desvelados y de nuevas preguntas. Porque aunque estos tomos han sido mucho más animados que los anteriores, el autor se las apaña para seguir sin responder ni una sola pregunta, más bien añade unas cuantas a la lista.

Se empieza a intuir que los misterios que subyacen la existencia de los titanes son realmente complejos y que hay toda una estructura jerárquica, o varias, implicadas en una intrincada red. Y, en medio de todo este caos, está el ingenuo Eren que lo único que sabe hacer es gritar y lanzar puñetazos al aire. Por un lado creo que es extremadamente cansino pero, por el otro, me cuesta imaginar cómo avanzaría este manga si no tuviese a este tipo de protagonista estereotipado. Aunque, eso sí, lo que distingue la historia no es precisamente un protagonista irreflexivo, buenazo y que ha llegado donde está (más o menos) a base de esfuerzo y sacrificio (o unos cuantos de ellos) sino personajes como Mikasa o Armin (que no dejan de ser prototípicos pero al menos algo más interesantes) que le dan vidilla a la trama.


Aun así, me da algo de miedo qué pasará a partir de ahora. Preveo uno o dos tomos de calma y, con algo de suerte, de alguna que otra explicación (que nos haga poner la cara que tiene Eren en la portada del tomo #15). En especial en lo que se refiere al muro y a Christa. No estaría mal contar alguna cosa de aquellos personajes que se van separando del grupo principal pero imagino que el autor preferirá mantenernos en la ignorancia.

No sé si es porque cada vez estoy más metida en la historia, porque me estoy volviendo tolerante o porque realmente ha mejorado pero le voy pillando el humor extraño a la historia y los últimos tomos hasta puede que me hayan sacado alguna que otra sonrisa.


Y me sigo leyendo los tomos de Slam Dunk de tres en tres (y de cinco en cinco también pero tengo que dosificar un poco en las entradas que total, estoy a punto de quedarme sin tomos para seguir leyendo). Con el inicio de los cuartos de final del campeonato intercolegial de Kanagawa, empieza de verdad este spokon. En primer lugar el Shohoku debe enfrentarse al Shoyo, uno de los favoritos para la final. Después de ser expulsado en todos los partidos anteriores del campeonato, Sakuragi está totalmente obcecado con conseguir destacar en este. Y, aunque le cueste, el caso es que lo consigue. Y, como va siendo habitual en mis comentarios sobre este manga, aplaudo de nuevo a Takehiko Inoue por hacer vencer a Hanamichi dentro de una derrota.

Acto seguido, viene el enfrentamiento contra el Kainan, el vencedor imbatible de Kanagawa. Me hace mucha gracia esa idea de "crecerse ante la adversidad" porque, aunque quizá suene como la típica exageración muy del shônen, creo sinceramente que es algo que ocurre de verdad en muchos ámbitos, no necesariamente deportivos. Haces las cosas con más ganas cuando te suponen un reto y no una obligación, ¿qué pensáis vosotros?

Y ya, hacia el final del tomo #10, parece que el autor quiere virar un poco hacia Rukawa que aunque es un pilar tanto del equipo como de la historia, apenas está desarrollado... Algo que realmente no esperaba es que los partidos se me fueran a hacer tan cortos. De acuerdo que el autor les dedica bastante espacio y que quizá eterniza un poquitín algunos minutos pero la impresión general con la que me quedo al acabar un partido es que ha sido bastante rápido. Supongo que tardo menos en leer un par de tomos de Slam Dunk que en ver un partido de verdad.

lunes, 23 de febrero de 2015

La Enciclopedia de la Tierra Temprana

Probablemente acabo de leer uno de los mejores cómics que en mi humilde, amateur, subjetiva y limitada opinión se ha publicado en España (y no, no voy a acotar esa frase con un "a lo largo de 2014" porque no es a eso a lo que me refiero). Isabel Greenberg es una autora novel (o al menos lo era cuando se publicó The Encyclopedia of Early Earth hace un par de años) que convirtió una breve historia de cuatro páginas (con la que ganó el Observer Jonathan Cape Graphic Short Story Prize en 2011) en la obra que vengo a reseñar hoy:


Cuando tres hermanas encontraron un bebé abandonado enseguida se dieron cuenta de que serían incapaces de compartirlo. Así es como empieza la primera historia de Narrador, el hombre que una vez fue tres (o cuatro) y que decidió partir más allá del Mar Helado en busca de nuevas historias que contar.

Quizá sea Isabel Greenberg la primera persona en mezclar con impunidad las mitologías judeocristiana y grecorromana. Y quizá tiene sentido que la primera en hacerlo sea una chica recién salida de la universidad. O quizá me equivoque y esta no es más que otra de esas fórmulas que se han utilizado múltiples veces desde hace décadas y es solo que es la primera vez que, personalmente, encuentro una narración de estas características.


La mitología propia de la Tierra Temprana nace en gran medida de la tradición judeocristiana con múltiples referencias al Antiguo Testamento: el génesis, el diluvio universal, la torre de Babel e incluso la historia de Jonás. Pero, como comentaba más arriba, también bebe de la mitología grecorromana a la vez que su imaginario recuerda al de la mitología egipcia o la nórdica, con sendas referencias a la Odisea, los dioses pájaro o el árbol Yggdrasil.

Lo que me entusiasma es que los tan distantes y variados pueblos de la Tierra Temprana difieren en prácticamente todos los aspectos culturales posibles excepto en su religión ya que todos reconocen al Dios Águila, Hombre-Pájaro como su dios. Sin embargo, le atribuyen distintos méritos, lo que me hace pensar en las grandes religiones monoteístas que, partiendo de la misma base, se han ido dividiendo a lo largo de los siglos y milenios.

Estas son las cuatro primeras viñetas del cómic
Pero aunque desde mi punto de vista esta mitología sea el pilar principal de la trama (no olvidemos que estamos ante una historia sobre cómo contar historias), es la esencia de este cómic la que convierte su lectura en indispensable. Los personajes son genuinamente amorales. Todos ellos se caracterizan por tomar decisiones increíblemente importantes de forma absolutamente irreflexiva, lo que resulta de lo más desconcertante. Todos los personajes son lábiles y temperamentales como niños lo que, a mi parecer, los hace peligrosos y despiadados muy a menudo.

Y esto no se aplica solo a los personajes humanos sino también a los dioses. Creo que la autora tuvo muchísimo acierto al dibujar a los dioses cuervos con picos postizos. Los infantiliza tanto como al resto de personajes (si no más). De hecho, es en este aspecto en el que me hace pensar más en la mitología griega al representar a dioses tan vengativos y pueriles que solo piensan en castigar a las criaturas que ellos mismos han creado. Y aquí es donde brilla Isabel Greenberg. Me ha noqueado con la indolencia de sus personajes que parecen incapaces de sentir culpa, arrepentimiento o pesar. No digo con esto que sean autómatas ya que sí que los ha dotado de la capacidad de amar, lamentarse o divertirse pero todo queda a un nivel muy... como decía, infantil. No hay más que leer las primeras viñetas del cómic (arriba) para darse cuenta de que los humanos de la Tierra Temprana no son como nosotros. Y quizás ese es el encanto de la obra o quizás Isabel los hizo así precisamente para reflejar una inocencia previa a todas las racionalizaciones que hacemos en pleno siglo XXI. Es difícil de decir.


Me reitero mucho en la idea de lo infantil que resulta la narración y es que, en ciertos aspectos, recuerda muchísimo a un cuento o, en todo caso, a un compendio de cuentos (un poco a lo Hans Christian Andersen). Sin embargo, esa amoralidad de los personajes que comentaba antes convierte esta novela gráfica en una lectura recomendada para adultos ya que creo que un niño no comprendería varios capítulos.

El dibujo es sencillo pero efectivo, con los toques de color sobre el blanco y negro muy bien utilizados: azul para el agua, rojo para la sangre y amarillo para la luz y para todo aquello que resulte místico, religioso, mágico o sagrado. Incluso la tipografía es acorde con la narración cuando recuerda a la letra de las profesoras de primaria, redondita e hilada.


En resumen, estoy encantada con esta lectura. Me alegro muchísimo de haberle dado una oportunidad tan impulsiva y a ciegas y os lo recomiendo a todos. No os dejará indiferentes (creo).

sábado, 21 de febrero de 2015

En la misma clase #2

Seré clara: no os compréis En la misma clase. A NO SER que ya sea abril, en cuyo caso, seré aún más clara: comprad YA los tres tomos de En la misma clase, no dudéis, no os decepcionará (o sí).


Empieza el invierno y la graduación se acerca inexorablemente. Sajô y Kusakabe están saliendo de forma más o menos oficial pero aun tienen problemas de confianza e inseguridades propias de la edad. Con un futuro amenazador e incierto en el horizonte, la pareja afronta los últimos meses de instituto con trivialidades varias.

Si ya quedé encantada con el primer tomo de este BL, el segundo no ha hecho más que mejorarlo. Sigue en la misma línea que el anterior, centrándose en todo lo bueno y todo lo malo que tiene empezar a salir con alguien. Las mariposas en el estómago, una felicidad radiante y la más absoluta de las desdichas se van intercalando a cada página retratando muy fielmente el primer amor.


Cualquier diría que una autora japonesa inventándose una historia de amor entre japoneses homosexuales no podría conseguir, de ningún modo, que una lectora española se sintiera tan y tan identificada con sus personajes. Esto ya lo comenté en mi última mini-reseña del primer tomo y no sé hasta qué punto contribuye la espléndida traducción, la naturalidad y falta de tabúes de Nakamura, o si es una mezcla entre ambas.

De nuevo este tomo trata varios temas que son de lo más usuales en los romances de instituto como, por ejemplo, los celos o la indecisión respecto al futuro. Pero, también de nuevo, la autora lo baña todo con una dosis de realismo que se aleja de los malentendidos dramáticos, la sumisión femenina o las oportunidades de trabajo poco realistas tan habituales en el shôjo.


Este tomo es en esencia costumbrista ya que se compone de muchas historias cortas sobre el día a día de la pareja mientras que su relación es tan solo un telón de fondo en el transcurso de sus vidas, como individuos, que es lo que realmente tira de la trama. También hay algo de tensión sexual no resuelta que ya veremos si llega a buen puerto al final pero, desde luego, no es el motor de la historia.

Me fascina la personalidad de ambos protagonistas, que se me antojan "personas de carne y hueso" con reacciones muy tontamente humanas: rebotes (por tonterías), cabreos (irreflexivos), sonrojos (inoportunos), nervios (innecesarios), etc. Un poquito de todas esas emociones que son especialmente marcadas en la adolescencia, aunque creo que nunca nos abandonan del todo, en todo caso aprendemos a esconderlas mejor (como Hara). De hecho, si hay algo que sigue sin gustarme es este profesor que creo que no se merece tantas páginas... preferiría más espacio dedicado a Sajô y Kusakabe.


Me despido mordiéndome las uñas esperando a que salga a la venta el tercer tomo (en el despiadado mes de abril). Y, recordad, ¡no os compréis este tomo a no ser que queráis morir con el cliffhanger!

martes, 17 de febrero de 2015

Tomodachi no Hanashi

Ya sabéis que no me entusiasma leer por scans pero, a estas alturas, también sabéis que cada cierto tiempo se me cruzan los cables y me pongo a leer tomos únicos aleatorios como si no hubiera mañana. Tomodachi no Hanashi lo descubrí, como de costumbre, hurgando entre los filtros de mangaupdates. Y, en mi línea, me lo empecé a leer en desorden (sin querer), que yo ya creo que tengo una tara mental porque no es la primera vez que me pasa pero en fin.


Tsuchida se enamora perdidamente de Moe, una de las chicas más populares del instituto. Moe está muy unida a su mejor amiga, Eiko, por lo que exige a cualquier chico que le pida salir que pase tiempo con las dos y que, de hecho, priorice a Eiko y no a la propia Moe. Eiko se siente un cero a la izquierda que es incapaz de decir que no a nadie y que se pasa la vida pidiendo perdón. Por su parte, Narugami es el mejor amigo de Tsuchida y está convencido de que toda la historia de Moe y Eiko no es más que una mentira que va soltando Moe para poder cortar con cualquier chico a placer.

Así a priori el argumento no parece gran cosa. Entre el cuarteto protagonista están todos los ingredientes necesarios para obtener un shôjo cualquiera: una chica demasiado guapa que no sabe tratar con la gente, una chica no tan guapa pero mucho más agradable con la que te puedas identificar, un chico perfecto y otro que podríamos calificar de tsundere. Así que, ¿hay algo que convierta a este tomo único en una lectura digna?


Lo primero es su guionista, Kazune Kawahara. Quizá os suene, quizá no. Yo soy una ferviente admiradora de su trabajo desde que leí High School Debut (Koko Debut) y me muero de ganas de comprar Ore Monogatari!! (si no lo he hecho todavía es por la puta subida de precios de bookdepository). Si habéis leído algo suyo imagino que me entendéis: ella sabe darle un toque de no-idealismo a sus historias, con personajes que no son ni patitos feos que se convierten en cisnes ni caballeros de ojos azules en su brillante armadura.

La gracia de este tomo es que aunque la trama es lineal y avanza, lo hace desde distintos puntos de vista. Primero conocemos la relación de Eiko y Moe de manos de esta primera. Después damos un salto al ángulo de Narugami que está dolido por el daño que le ha causado Moe a su mejor amigo, Tsuchida. Y, finalmente, cuál es el punto de vista de Moe.


Los cuatro protagonistas tienen formas de pensar totalmente opuestas e incompatibles. Para Tsuchida, Moe es una princesa preciosa y afable mientras que él, sencillamente, no es suficiente para una chica como ella. En contraposición, Narugami odia a todas y cada una de las mujeres sobre la faz de la tierra, sin excepción; si no son unas harpías es que son tontas de remate y así es como ve la desigual relación entre la abusiva Moe y la dócil Eiko. Eiko es terriblemente abnegada, hace cualquier cosa con tal de contentar a los demás y siempre piensa bien de la gente. Moe es demasiado honesta y demasiado atractiva, una combinación que siempre la ha convertido en una marginada calificada de "cara bonita" por lo que, una vez conoció a Eiko, no se ha separado nunca más de ella, ni tiene intención de hacerlo por algo tan nimio como un novio.

Algo que aprecio mucho es que Eiko no es ni un bellezón ni tampoco algo como una belleza escondida/diamante en bruto. No es más que una chica del montón, con el pelo un poco ondulado que se le alborota con facilidad, los ojos pequeños y una personalidad ligeramente anodina. No es que sea súper buena ni genuinamente pura, solo es una adolescente vergonzosa y tímida, a la que le cuesta decir que no y que tiene sus momentos sanamente egoístas. Pero todo eso no significa que no pueda atraer a un chico porque lo que realmente cuenta es que es amable, que no tiene prejuicios y que valora la amistad por encima de todo.


Esta no es una historia romántica. Es un manga sobre la amistad. Primero se centra en la relación entre dos chicas, Moe y Eiko. Las exigencias de Moe a todos los chicos que le piden salir con ella son completamente irrazonables y tan exageradas como solo podrían serlo en un manga. Pero es que es verdad que cuando empiezas a salir con alguien, al menos al principio, dejas bastante de lado a todos tus amigos porque tu pareja te absorbe (y tú le absorbes a él/ella recíprocamente) así que contextualizando el pasado de Moe, no es tan descabellado ser tan exigente a la hora de buscar partido (sobre todo cuando se puede permitir elegir).


Y, sorpresa, también queda reflejada la amistad entre chicos. Tsuchida y Narugami se aprecian mutuamente y aunque su relación no se describa tan profundamente como la de las chicas (probablemente, porque las autoras no dejan de ser mujeres y retratar una amistad realista entre chicos no es tan fácil), sí que se prioriza a los posibles intereses amorosos que puedan tener.

De hecho, si tuviese que encontrarle algo malo a este tomo sería lo poco que se profundiza en el cuarto personaje, Tsuchida, que no deja de ser el origen de la historia y, a la vez, el personaje más plano, predecible y aburrido. Tampoco me entusiasma que ambos sean tan guapos porque un mal endémico del shôjo es que todos los chicos parecen salidos de una pasarela de moda (igual que las chicas de los shônen parecen salidas de revistas porno).


Además de esta historia, que abarca unos 4/5 del tomo, hay una historia corta extra al final: Sonokare, Shirabemasu. Aquí, de nuevo, tenemos a una protagonista algo rara, Miwako es borde en la forma en que lo era Moe pero a la vez dulce como Eiko. Su ausencia de experiencia con chicos más allá de lo que cuentan sus amigas de sus respectivas parejas hace que no tenga demasiado interés en el género masculino por lo que es la candidata ideal para espiar al novio de una de sus amigas y averiguar si le pone o no los cuernos.

Evidentemente, acabará acosando al novio de su amiga acompañada de un misterioso chico que... ¿es amigo del novio? ¿está enamorado de la amiga? ¿se conocen de algo? y que es muy atento y agradable y caballeroso (cómo no). Lo compensa siendo bastante pesado y algo acosador él también. Pero bueno, tampoco voy a dinamitar una buena historia porque casi todos los chicos que aparecen en ella rozan la perfección (exterior e interior).

Decidme que vosotros también tenías conversaciones así en el instituto
Hay alguna que otra reflexión en esta historia de apenas 50 páginas más que interesante. Se trata el tema de la infidelidad, y de lo que estás dispuesto a soportar con tal de conseguir lo que quieres o qué es lo que hace que acabes saliendo con alguien (y la ineludible carga del azar en todos nuestros encuentros y desencuentros).

Para concluir esta reseña, solo me queda recomendaros fervientemente la lectura de este tomo a poco que os apetezca leer un shôjo cortito o que estéis cansados de los males endémicos de este género porque creo que Tomodachi no Hanashi los esquiva casi todos y sale airoso en su valoración. Y, si no, ¡pues leedlo de todas formas! Que no es más que un tomo único y se lee en un momento.

domingo, 15 de febrero de 2015

King's Game

Os diría que voy de decepción en decepción pero, para hacer honor a la verdad, cuando empecé la lectura de King's Game no esperaba encontrarme la octava maravilla. De hecho, me ha entretenido más de lo que pensaba y su lectura fluida no me ha llevado ni media tarde (ya es más de lo que conseguí con El secreto de Ai, que los últimos tomos los leí en diagonal) pero eso no quita que se trate de un título mediocre.


Todos los alumnos de una misma clase reciben al mismo tiempo un mensaje que les insta a participar en el denominado «Juego del Rey». Dicho juego consiste en acatar ciegamente todas las órdenes que dicte el misterioso rey ya que aquellos que no las cumplan recibirán un castigo. En un primer momento, y con órdenes bastante inocentes y típicas de adolescentes como "dar un beso" o "lamer un pie", todos se lo toman a broma. Sin embargo, conforme los mensajes van subiendo de tono hay algunos alumnos que se niegan a acatar los nuevos mandatos; y los castigos se traducen en asesinatos.

Confieso que uno de los motivos que me impulsaron a darle una oportunidad a King's Game es que su argumento me recordaba sobremanera a el Aula de la Verdad, el manga colectivo de Nanamine en Bakuman. Ya no solo eso sino que el estilo de dibujo es una continua reminiscencia al trabajo de Takeshi Obata. El caso es que entre una cosa y otra caí en la trampa.

El punto de partida en, digamos, un universo estanco (como me imagino que es el de Aula y Cibercafé a la deriva), podría ser interesante. Nobuaki Kanazawa (autor de la novela que dio lugar a este manga a la par que guionista de este seinen) nos quiere hacer pensar que su trama puede ser tan inteligente como lo fue en su día Death Note pero lo cierto es que sus ideas van sucumbiendo a la incoherencia hasta precipitarse en el abismo carente de sentido común que es el final.

Las órdenes del rey siempre pretenden desafiar la crueldad y, en cierta manera, felicito al guionista por lo original que fue a lo largo del primer tomo en que cada nuevo mensaje viene con su correspondiente giro de tuerca que acabe con la psique de los estudiantes. Sin embargo, los mandatos se van volviendo cada vez más absurdos a la par que las reacciones de los personajes son menos creíbles. Supongo que cuando se te prohíbe hacer algo estúpido es de lo más normal que llorar se considere como tal pero que el rey no tenga problema con que te des golpes contra una farola hasta sangrar. Porque, en qué se van a fijar más los lectores: ¿en la virilidad del protagonista al molerse a palos su propia cabeza o en la (falta de) lógica del rey? También me gustaría hablar de vírgenes que consiguen follar en menos de diez minutos con adolescentes inconscientes o de mujeres japonesas que describen a desconocidas hasta el punto de mencionar su altura en cm pero que no piensan en comentar que eran rubias pero tampoco me quiero hacer mala sangre con el festival de detalles cogidos con pinzas en King's Game.


Porque, volvamos a lo del universo no-estanco. En una misma clase de secundaria empiezan a morir adolescentes uno detrás de otro todos los días de la misma semana. Aparentemente, se han suicidado. Aparentemente, no había motivo alguno para que lo hicieran. La policía interroga a los alumnos que, evidentemente, cuentan el asunto de El Juego del Rey y, como era de esperar, nadie los cree. Aun así, y por mucho que tu sentido común te diga que algo es sencillamente inverosímil, digo yo que como agente de la ley tendrás que tomar algún tipo de medida. Lo mismo va para los padres. Estamos hablando de 32 adolescentes cuyos compañeros empiezan a morir en masa (si es que no son ellos mismos las víctimas). ¿No debería aparecer al menos un padre muerto de miedo? ¿O cabreado?

Un aspecto interesante de este manga es cómo se revela la naturaleza humana bajo circunstancias extremas. Como todos, en el fondo, somos egoístas y priorizamos nuestra vida a la de nuestros compañeros y amigos. Y se desata la crueldad y la locura. La sucesión de traiciones y humillaciones es interesante pero queda totalmente eclipsada por las personalidades bizarras de la mayoría de alumnos de la clase: psicópatas mezquinos y marginados con mentes enfermizas.

Lamo la sangre de un cuchillo porque soy MALOTE
(y de paso quizá pillo hepatitis o algo)
De entre los secundarios, los chicos son o unos salidos o unos gilipollas o unos otakus (con su connotación peyorativa) o todo a la vez mientras que las chicas son o putas (literalmente) o dóciles sumisas o unas amargadas (el "todo a la vez" es más difícil aquí). Los protagonistas no se escapan de los tópicos: Nobuaki es el héroe (y ya está, eso lo define, no tiene más fondo), Chiemi es la pareja del héroe (y, de nuevo, eso la define como persona), Naoya es el amigo graciosete/torpe mientras que Ria es la mujer de hielo (absolutamente inhumana, tremendamente inteligente, sin ningún atisbo de ser capaz de sentir algo). Prácticamente ninguno reacciona de una forma que pueda considerarse normal ante la muerte de sus compañeros. Evidentemente, es imposible sentir un ápice de empatía por los personajes así que todo lo que les pasa me la trae al fresco.

El final y la flagrante """explicación""" de quién es el rey, cuál es su origen y cuál es su objetivo es tan condenadamente patética que no sé cómo un editor la aprobó. Aquí ya no me meto porque no quiero hacer spoilers pero... supongo que era evidente que no podía haber explicación ni posible ni plausible a la premisa principal de la obra. Con ese último capítulo se acaba de estropear una historia que hacía varios tomos que iba cuesta abajo y sin frenos.

En cuanto al dibujo, es terriblemente irregular, hay algunas viñetas muy bonitas pero es que hay otras en las que la anatomía humana se va al garete. No me quito de la cabeza el prejuicio de que el dibujante intenta imitar el estilo de Obata y se queda (muy) corto. Por otro lado, las portadas son espantosas (a mi gusto) y no tienen nada que ver con el dibujo interior.

King's Game es el ejemplo gráfico de que el seinen no es, en ningún aspecto, una versión madura del shonen. Es, sencillamente, una versión sin censura de este género en la que puede haber un desfile de violencia y sexo explícitos sin peligro de herir sensibilidades.

viernes, 13 de febrero de 2015

Un enero de cine

Para ser honesta con vosotros, tengo unas diez películas por comentar pendientes (las que vi entre septiembre y diciembre del año pasado) pero, para intentar romper con este retraso milenario que llevo, voy a escribir primero sobre las películas que vi en enero aprovechando que las tengo frescas y que, en general, creo que son visionados más que recomendables.

7 de enero: The Imitation Game

Mi primera película del año fue la historia del matemático Alan Turing que quizá conozcáis por el título adaptado Descifrando Enigma. Fui a verla relativamente a ciegas guiada por las buenas críticas que ha recibido y la verdad es que salí muy contenta del cine. Con este tipo de filmes basados en hechos reales siempre se me acaba poniendo la piel de gallina antes o después. Me gustaron especialmente dos detalles: 1) la ausencia de epicidad en lo que se refiere a los científicos y sus descubrimientos, la falta de ese dramatismo artificial tan característico en el mundo del cine, que solo busca mantener en tensión al espectador; 2) que la película vaya más allá de la segunda guerra mundial y meta el dedo en la llaga de la homosexualidad de Turing. Si bien el nombre de Alan Turing me sonaba remotamente antes de ver la película, no tenía ni la más mínima idea de cómo, cuando ni por qué concluyó su vida y agradezco saberlo ahora.

Eso sí, la película no está exenta de errores y de un exceso de libertades artísticas por parte de los guionistas. Sí que puede ser que con series como Sherlock Holmes (y Elementary claro) se haya puesto muy de moda un prototipo de protagonista superdotado, pedante y asocial (que no antisocial) que encandila al espectador y tienta demasiado a productores y directores. Cuando se trata de ficción, adelante, pero si hay múltiples fuentes que declaran el compañerismo y trabajo en equipo que caracterizó la investigación y descubrimientos del célebre Turing, creo que inventarse una nueva personalidad para él con tal de que sea más comercial, es innecesario e incluso ofensivo para la memoria de este científico. Para más errores de esta adaptación, os redirijo a una entrada que creo que las resume bastante bien (aunque no esté del todo de acuerdo con todos sus puntos).

14 de enero: Birdman

Lo bueno del tráiler de Birdman es que realmente no te prepara para lo que vas a ver en pantalla. Que es algo de lo que yo tampoco quiero hablar con tal de reservaros la sorpresa para cuándo os animéis con este peliculón que ya se ha convertido en uno de mis mejores visionados del 2015. Por cumplir con mi palabra de no estropearos la trama, voy a empezar hablando del formato. Tardé como tres escenas en darme cuenta de que no había habido ni un solo corte, que la grabación es continua y que cuando los personajes se mueven, nosotros nos movemos con ellos. Lo que se conoce como "plano secuencia" aunque en este caso, evidentemente, esta aparente proeza se logró con mucha post-producción que es que si no estaríamos hablando de una obra de teatro, no de una película.

Luego está la banda sonora. De la que lo único que recuerdo es la batería pero es que se me metió debajo de la piel, poniéndomela de gallina. Y, lo mejor, los diálogos. Riggan y Sam, Sam y Mike, Mike y Riggan. Las referencias y la crítica a todo lo que está de moda; redes sociales, popularidad, hipocresía, superficialidad y también algo de inseguridad, egocentrismo, adolescencia, engaños y drogas. Tenéis para elegir. Las múltiples nominaciones a los Óscar están más que merecidas y creo que es la mejor película de esta entrada.

21 de enero: The theory of everyhing

De genio de la matemática pasamos a genio de la física. Eso sí, cuando vayáis a ver esta película no olvidéis en ningún momento que está basada en el libro Travelling to Infinity, una memoria autobiográfica escrita por la ex-mujer de Stephen Hawking, Jane Wilde Hawking. El punto de partida de La teoría del todo es triple: comienza el doctorado de Stephen, comienza el progreso de su esclerosis lateral amiotrófica (ELA), comienza su relación con Jane. Por lo tanto, la película desarrollará estos tres aspectos de la vida de Stephen Hawking pero siempre con un punto de vista muy particular.

¿La física? Totalmente ignorada. No se refleja el proceso intelectual sino simplemente los logros puntuales a lo largo de su carrera con alguna que otra breve conversación de física para tontos para que podamos intentar aspirar a comprender a grandes rasgos qué es lo que descubrió Hawking.

¿La ELA? Uno de los pilares que sostiene la película. Actuación absolutamente estelar de Eddie Redmayne. Y, aún así, la película aborda mucho más el "tener un ser querido que sufra ELA" que no el "sufrir ELA uno mismo". Se ensalza la paciencia y dedicación de Jane por su marido, su resiliencia pero también su frustración y desesperación, el agotamiento psicológico de tirar adelante una familia tan poco al uso. 

¿El romance? Protagonista absoluto. Porque, siendo objetivos, la película empieza en el mismo momento en que Stephen y Jane se conocen y termina cuando se divorcian. Ese es el verdadero hilo conductor y los personajes secundarios no son físicos ni doctores, son amantes, elementos necesarios para un polígono amoroso que, si bien real, deja más que claro el tono de la película.

24 de enero: Big Hero 6

Por si no fuera suficientemente espléndido que las entradas de cine bajen de los cinco euros los miércoles, en los cines Yelmo han tenido en marcha una promoción que te permitía volver por tan solo 5€ cualquier día de la semana a cualquier sesión por lo que me pude permitir ver Big Hero 6 un sábado (el horario entre semana me era inaccesible, apenas la echaban una vez al día a finales de enero).

En líneas generales voy a decir que me gustó mucho, que la disfruté desde la primera escena, que me sorprendió varias veces y que me hizo reír a carcajadas en más de una ocasión (y casi casi llorar un par de veces). La animación es increíble, estoy enamorada del diseño de personajes, el punto de partida es muy interesante y alguno de los giros de la trama igualmente inesperado y satisfactorio. Lamentablemente, eso no quiere decir que no acabe cayendo en recursos fáciles, reacciones innecesariamente exageradas y personajes que no se sostienen.

El tándem Tadashi/Baymax me parece una genialidad al igual que las personalidades variadas de los nerds. Tengo ciertos problemas con la (in)coherencia de las invenciones de la película ya que hay cosas que son plausibles (o que al menos lo parecen) y otras que no hay por dónde cogerlas. El funcionamiento de Baymax por ejemplo es utópico sin más, en un futuro lejano quizá se consiga construir robots con complejas y completas técnicas de diagnóstico por la imagen y quizá se pueda introducir un código de un manual de diagnóstico pero, desde luego, ni se podría ponerlo en marcha conteniendo todos los fármacos que existen en el mundo en cantidades infinitas ni sería capaz una máquina de leer los niveles de neurotransmisores de otra persona por arte de magia o de extrapolar de ellos un estado anímico... Con el bolso-crea-elementos-químicos ya mejor ni me meto porque en fin. Lo mejor es ver esta película pensando que es para niños pequeños y así poder sentarse a disfrutar sin darle demasiadas vueltas a nada. 

GoGo mola mucho y lo sabéis
Curiosamente, las cuatro películas que vi durante el mes pasado han acabado nominadas para los Óscar. Veremos si alguna gana algo.

domingo, 8 de febrero de 2015

Endurance

Una portada como la de esta fulgurante reedición de la legendaria expedición de Shackleton desde el punto de vista de Luis Bustos era difícil de ser ignorada. Y aun así yo me las arreglé para obviar esta publicación incluso de mi lista de la compra. Hasta que fui a dar con este tomo por 10€ en el mercat y no me pude resistir claro.


Ernest Shackleton fue un hombre probablemente tan carismático como testarudo. Tras dos expediciones previas al Polo Sur, Shackleton se las arregló para conseguir financiación tanto pública como privada al igual que el permiso del rey y del ejército británico para proceder con una tercera expedición a la Antártida en el preciso momento en que estallaba la Primera Guerra Mundial. Seleccionó a veintiséis hombres para acompañarle en una empresa que nunca antes nadie había siquiera intentado: cruzar el continente antártico de una punta a la otra.

La primera vez que oí hablar de esta epopeya fue en mi último año de carrera cuando un profesor nos puso el siguiente anuncio en una de las diapositivas de su power point:
«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo, frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.»
Es justa y exactamente el mismo texto que encontraréis en la contraportada del cómic, en las primeras páginas del mismo y en la edición del 29 de diciembre de 1913 del London Times. Mi profesor nos contó las aventuras y desventuras del Endurance y su tripulación como metáfora de lo que implica dedicarse a la investigación. ¿Qué creéis que pasó tras la publicación de este anuncio? Pues que Shackleton recibió miles de solicitudes para el puesto.


Las historias basadas en hechos reales, me lleguen vía cinematográfica, literaria o en su versión cómic, como ha ocurrido en esta ocasión, suelen fascinarme y horrorizarme de forma secuencial. Pero, al margen de las libertades que se tomen guionistas o autores con respecto a todos esos detalles necesarios para una buena trama pero que no siempre pueden ser fidedignos, el caso es que siempre me acaban llevando a un nuevo enlace de la wikipedia acerca de algo maravilloso que desconocía hasta entonces. Luis Bustos no se toma confianzas para hacer la historia más interesante, solo se toma licencias creativas para dinamizar la lectura de su obra y para despertar en el lector una verdadera empatía por la tripulación del Endurance. Lo cual, por supuesto, me parece una labor encomiable.

La realidad supera la ficción. Muchas veces se dice esta frase y nunca deja de ser cierta. Si este cómic que acabo de leer fuese ficción quizá habría dicho que el autor es demasiado dramático, que se regocija en la desdicha de sus personajes y que abusa del sufrimiento por el sufrimiento. Pero parece ser que lo de que las desgracias nunca vienen solas es una expresión más que quedó demostrada por Shackleton. En este sentido solo puedo alabar a esos 28 hombres que se dirigieron a un destino tan incierto y a la forma en que fueron capaces de superar la adversidad.


El trabajo artístico de Luis Bustos se ha aplaudido en numerosas ocasiones y ahora por fin entiendo por qué. Su estilo gráfico os podrá gustar más o menos en función de si estáis más o menos metidos en el mundo del cómic y de qué influencias os tiren más. Pero estoy convencida de que todos podréis apreciar lo que este señor hace con la composición de viñetas porque es una pasada. Tenéis páginas que son olas, otras que son relojes y otras que son trozos de hielo que se desprenden. Una sorpresa muy agradable.

Os recomiendo mucho la lectura de este tomo puesto que si la heroicidad de Shackleton y sus hombres per se merece la atención de una o dos de vuestras neuronas, creo que esta versión de Luis Bustos es una magnífica forma de adentrarse en ella.