lunes, 25 de enero de 2016

Yuna

Ya sabéis que tanto la ciencia ficción como la inteligencia artificial como los relatos intimistas como los tebeos en general son mi debilidad así que cuando me encontré todo esto reunido en Yuna, supe que tenía que darle una oportunidad.


Héctor es el único tripulante humano de una nave espacial, embarcado en una misión incierta. Para aliviar la fría soledad del espacio, viaja con una androide programada para quererle, Yuna. La curiosa pareja aguarda el devenir de los días con rutina y monotonía hasta que su viaje se ve interrumpido por un gigante cuerpo celestial que a pesar de su magnitud parece una nave... pero para averiguar de qué se trata, ambos deberán adentrarse en el coloso de metal.

Cuando empecé a leer Yuna no pude dejar de establecer paralelismos con Solaris, un libro de ciencia ficción que leí hace unos meses (y que no he tenido ocasión de reseñar) en que se abordan temas similares: por un lado, qué características debemos encontrar en alguien, o algo, para poder desarrollar sentimientos amorosos hacia él, ella o ello; por el otro, la vida en el espacio, en la que es inevitable alienarse. Es decir, aunque se trate de un cómic de ciencia ficción, en esencia se trata de una obra intimista.


Héctor es humano y Yuna una androide pero es él quien sufre ante la perspectiva de perderla y es él quien admite sin pudor necesitarla. Los humanos somos seres sociales por naturaleza y, de hecho, hemos evolucionado para que nuestro cerebro se adapte a la perfección a la vida en comunidad. Por lo tanto, la soledad que ofrece el espacio no es, en ningún caso, una alternativa viable. Pero entonces, ¿qué diferencia hay entre estar solo y convivir con un ordenador con forma humana? Como siempre, entra en juego la noción de conciencia y de inteligencia artificiales que, más que inferiores (o superiores) a las nuestras, son llanamente distintas.

Como augura el título, Héctor es una excusa, es un efecto colateral, la protagonista es Yuna y es su historia la que cuentan en este cómic Santiago García y Juaco Vizuete. Gracias a sus conversaciones con otra androide conocemos tanto su pasado como sus inquietudes y su forma de entender el mundo o, en este caso, el universo. Su incapacidad para entender ciertas pautas emocionales humanas (inexistentes), su aprendizaje progresivo a base de experiencias y su característica moralidad son el motor del cómic.


El dibujo es entrañable, Juaco Vizuete se decanta por una representación difusa de la tecnología que rodea a la pareja en lugar de optar por el típico arte frío y cuadriculado al que se suele recurrir en las obras de ciencia ficción. Así, no renuncia a un grafismo más europeo que americano, que se centra en los personajes más que en el fondo que, al fin y al cabo resulta superfluo en este contexto. Especialmente encomiable me parece su labor en el coloreado, con tonalidades mayoritariamente rojizas que le dan un aspecto sombrío e incluso espeluznante en ocasiones.

Para mí, uno de los grandes peros de este cómic es el formato de la edición, apaisada. Sin embargo, imagino que esta particularidad obedece al guión y no al revés por lo que supongo que dicha decisión fue tomada por el guionista (o el dibujante, o la conjunción de ambos). Las páginas apaisadas de este volumen obligan en muchos casos a que una página entera se convierta en una viñeta gigante. Utilizar este recurso de forma puntual no me parece mal pero que ésta sea la tónica imperante de todo el volumen ya no me convence tanto. Al tratarse de una obra íntima donde ni siquiera el dibujo pretende reflejar una tecnología concreta, las viñetas gigantes no aportan más detalles y se convierten en fotogramas por los que nuestro ojo desfila en menos de un segundo. Teniendo en cuenta que los diálogos son para mí el mayor atractivo de Yuna, las decenas de páginas dedicadas a ponernos en situación me parecen prescindibles e incluso un estorbo que no hace otra cosa que darle grosor al volumen y acabar encareciendo el precio final del tomo.


Empecé la lectura de esta novela gráfica con muchas ganas y, si bien creo que resulta interesante y que enfoca desde puntos de vista muy originales algunos temas cruciales dentro del género, esperaba más de este cómic y creo que se podría haber contado lo mismo en una tercera parte de las páginas.

domingo, 24 de enero de 2016

Psiconautas

Siguiendo con mis exploraciones a la biblioteca, esta vez decidí empezar por el final de la sección dedicada a los cómics y, en la "V" me fui a encontrar a Psiconautas, obra de Alberto Vázquez. Resulta que este título llevaba en mi subconsciente desde hace años, cuando vi su portada rebuscando en un Fnac y me recordó remotamente a la estética de Tim Burton y de los Skelanimals (unos peluches que compraba con devoción hace unos años). Lo que empezó como una portada atrayente enseguida se convirtió en algo más cuando lo hojeé un poco en diagonal y me encontré las recomendaciones de uso de varios psicofármacos y un elenco de personajes anegado en diversos trastornos mentales.


Birdboy es un adolescente retraído, incapaz de afrontar la realidad, de volar, de relacionarse con los demás, de desintoxicarse de la cantidad creciente de drogas que toma. Dinki también tiene muchos problemas al no sentirse a gusto ni consigo misma ni con su familia, constantemente asqueada pero, a la vez, rebosando un ímpetu del que Birdboy carece. A pesar de que los caminos de ambos se crucen de forma puntual, cada uno tiene su propia historia y su camino para lidiar con sus respectivos problemas...

La lectura de Psiconautas es absolutamente desmoralizadora. Alberto Vázquez nos sitúa en un entorno decadente, gris, donde abundan los árboles raquíticos y deshojados y donde se amontonan las cruces del cementerio. Los protagonistas viven, así mismo, una pesadilla repleta de abusones y absurdos cánones de normalidad cuyas consecuencias se agravan ante la total ausencia de cualquier figura de apoyo.


Encontraréis entre las páginas de este cómic una gigantesca metáfora. Por mucho que los protagonistas tengan el aspecto de un pajarillo y una ratoncita, aquello que cuenta no podría asemejarse más a la realidad. En un mundo que solo parece más descarnado que el nuestro porque no hay hipocresía que valga para quedar bien, los personajes aquejados por la enfermedad mental (ya sea depresión, trastorno bipolar o esquizofrenia) son señalados con el dedo y excluidos de la sociedad por el mero hecho de tener una condición médica cuyos síntomas principales se circunscriben a la identidad de cada uno. En este contexto, solo algunos familiares o personas realmente próximas pueden alcanzar a comprender que se trata de seres inofensivos que, como todo el mundo, tienen deseos y ambiciones.

Esta exclusión social no hace más que acentuar la gravedad de los trastornos. Debido a este estigma, la única alternativa para los protagonistas es reunirse con otros en su situación formando un caldo de cultivo excelente para que se dé una retroalimentación negativa sin fin, en un entorno marginal, donde el consumo de drogas es la norma y no la excepción.


La batalla que desempeñan tanto Birdboy, para vencer su trastorno y su adicción, como Dinki, para escapar de su hogar como solución a sus recuerdos tristes, conduce la trama pero la riqueza de esta tragedia, más que en el argumento está en los detalles macabros que nos brinda continuamente el autor. Pájaros con muy malas intenciones, mascotas perturbadoras y objetos inanimados que experimentan viajes psicodélicos dan cuerpo a la historia, enriqueciendo el imaginario siniestro de la obra en su conjunto.

El dibujo es fantástico. Como se puede observar en las viñetas de muestra, los personajes se caracterizan por un antropomorfismo caricaturesco. La simplicidad del trazo no impide al autor dotar a sus animalillos de todo tipo de expresiones de tristeza, desconsuelo y frustración. Creo que es un estilo que casa muy bien con la historia, posibilitando una ambientación de lo más lúgubre. Especialmente loable me resulta que el autor se valga únicamente del blanco y negro puros sin que por ello le reste calidad o detalles a las páginas.


En cuanto a la edición tiene una particularidad tan obvia que no puedo dejar de comentar: las esquinas de las páginas son redondeadas. Por nimio que pueda parecer este detalle es la primera vez que me lo encuentro en un cómic/libro y parece mentira lo que llega a diferenciar la edición. Como curiosidad, os comento que Alberto Vázquez ha realizado un cortometraje, Birdboy, y un largometraje, Psiconautas, de animación, basados ambos en este cómic. El primero lo encontraréis fácilmente por la red (tanto en youtube como en el blog del autor), del segundo solo he visto el tráiler de momento. Y por si no os acabase de convencer la idea de colocarlo en vuestra estantería, os informo de que podéis adquirir la versión digital en la web de Astiberri por 4€.

No esperéis encontrar moraleja porque no os hayáis ante un cuento, Psiconautas es una alegoría grotesca de ciertas facetas de nuestra sociedad, con especial énfasis en la (falta de) salud mental, en especial de los jóvenes, que afrontan el día a día sin esperanza ninguna por un futuro que se adivina gris.

sábado, 23 de enero de 2016

Shenzhen

Desde que me inicié oficialmente en la lectura de cómic europeo hace un par de años que tengo siempre presente en un rincón de mi cerebro el nombre de Guy Delisle. Es un autor relativamente prolífico, con un amplio catálogo en España y muy famoso en el mundillo. Después de la buena experiencia con ¡García! decidí repetir en la biblioteca y me encontré con Shenzhen, que da la casualidad que es la primera novela gráfica de Guy Delisle (cronológicamente hablando) que se publicó en España (que a mí me sonaba más Pyongyang pero, aparte de que la publicó más tarde, tampoco estaba en la biblioteca).


De este cómic no os voy a poner sinopsis porque se trata, simple y llanamente, de un compendio de experiencias autobiográficos de un viaje por trabajo que realizó el autor a la ciudad china de Shenzhen que, para los que no hayáis oído hablar nunca antes de ella (como yo) y aunque el autor ni siquiera lo mencione, es la décima más poblada del mundo con una población que supera los diez millones de habitantes, ahí es nada.

Sinceramente, no creo que Guy Delisle disfrutara de su estancia en Shenzhen; todo lo contrario, más bien diría que fue una especie de purgatorio en el que se sintió morir en vida. Y es precisamente por eso que este cómic puede calificarse de soberbio. El autor experimenta la más absoluta soledad a pesar de estar siempre rodeado de gente debido a la insalvable barrera tanto idiomática como cultural. A pesar de tener una intérprete en su lugar de trabajo, no logra ni hacerse entender ni comprender a sus compañeros. Tanto es así que le cuesta no sucumbir a las paranoias que le asolan, sospechando que sus distintos intérpretes traducen de forma algo libre.


Su día a día es entre monótono y asfixiante. Los transeúntes le señalan como si fuese un mono de feria y le sueltan palabras aleatorias en inglés. La ciudad rezuma hedor y suciedad y no ofrece ningún divertimento más que ir al gimnasio o a jugarse la vida yendo a comer en distintos antros en los que uno nunca sabe qué plato acaba de pedir.

Guy Delisle retrata la cruda sociedad china con viñetas en las que apenas cuenta nada (una descripción objetiva de una sencilla interacción social) a la vez que desborda al lector con una serie de mensajes velados cargados de intención (¡y de humor!). Por ejemplo, en una ocasión el autor le cuenta a unos compañeros chinos que en Francia a los diseñadores que trabajan en domingo se les paga el doble y ellos se echan a reír ante el chiste.


Al margen del contraste cultural y todo lo que se puede aprender o intuir sobre la sociedad china o, al menos, sobre el día a día en Shenzhen, este cómic me ha gustado en especial por las reflexiones casi metafísicas del autor que, al verse encerrado en una ciudad tan opresiva a la par que privado de cualquier interacción social sana, empieza a plantearse qué es en realidad la libertad. Por haber nacido en Canadá, disfruta de una infinidad de privilegios, de la posibilidad de escoger, cuando hay millones de personas en el mundo que ni tienen elección ni se plantean que pudiesen tenerla.

Todo en China resulta, cuánto menos, chocante para un occidental. Si bien hay viñetas que evocan de forma directa una realidad terrorífica con fotografías de criminales tachadas en rojo para indicar a qué reos se ha ejecutado, hay otras capturas más sutiles que no por ello resultan menos escalofriantes. Los compañeros chinos de Delisle viven en las afueras, en barrios que se intuyen marginales, con barrotes en puertas y ventanas como si al entrar en casa ingresara uno en prisión (enriqueciendo aún más toda esa discusión acerca de la libertad que ya había planteado con anterioridad), sin decoración alguna, con una televisión indispensable y sin poder gozar de ninguna clase de posesión accesoria por insignificante que esta resulte.


Guy Delisle se alojó en Shenzhen de diciembre de 1997 a febrero de 1998. Una podría intentar convencerse (por ser optimista más que por tener datos que lo avalen) de que casi 20 años después las cosas habrán cambiado y que ya no habrá carteles de presos ajusticiados en medio de la calle... pero en plena polémica por la desaparición y posterior reaparición como supuestos criminales de los cinco libreros de Hong Kong, me da la sensación de que el abismo entre Francia (o España) y China sigue siendo insalvable.

Siendo sincera, he disfrutado muchísimo con la lectura de Shenzhen. A pesar de que el autor viviese ese viaje como un triste, anodino y repetitivo periodo de su vida, consigue darle la vuelta con una simplicidad de lo más rica. En ningún momento maquilla sus vivencias, ni las desvirtúa con su punto de vista. Esta novela gráfica es un retrato del día a día en una de las ciudades más grandes de China y del mundo, remarcando una serie de particularidades que, probablemente, no tengan mayor relevancia para un ciudadano chino pero que cobran una significación especial a ojos de un occidental. Estoy convencida de que a lo largo del año voy a ir llenando el blog (y espero que mis estanterías) con otros títulos de Guy Delisle, tanto de las crónicas de sus otros viajes como de sus obras más originales y humorísticas.

jueves, 21 de enero de 2016

Haru Hana

Haru Hana es la obra más longeva de Yuana Kazumi publicada en España; Planeta sacó sus tres tomos de forma mensual en 2006, junto con otras tres obras de la mangaka, en el punto álgido de publicación manga previo a la crisis y a las cancelaciones masivas. Quizá porque se publicó tan rápidamente en medio de todo un boom del mercado manga en España, se trata de un título que ha pasado bastante desapercibido.


Hana es una alumna de instituto originaria de Osaka que acaba de llegar a Tokyo, donde convivirá con su tiránica hermana mayor. A pesar de tratarse de una chica de lo más vivaz, sufre de una terrible afección que le impide interaccionar de forma natural con sus compañeros de clase: cada vez que toca a un chico le sale una terrible urticaria que solo se le pasa cuando bebe té japonés. Nada más llegar a su nuevo instituto tendrá un encontronazo con Haru, un compañero de clase algo déspota y aparentemente mujeriego. Y, cuando pensaba que ya nada podía ir a peor, su hermana le revela que mientras viva en Tokyo deberá trabajar, lo quiera o no, en un negocio algo dudoso regentado por un veinteañero y nada más ni nada menos que Haru. En cuanto descubre su enfermedad, Haru no duda en abalanzarse sobre Hana cada vez que está molesto con ella o que quiere hacerle de rabiar, ¡el infierno de Hana acaba de comenzar!

Como veis, el punto de partida es ridículo como poco. La alergia de Hana se presenta como una de las particularidades principales de la trama a pesar de que no contribuye en ningún momento ni en el punto de partida ni en el desarrollo ni en el desenlace de la misma. Al contrario, es la amnesia de Haru, totalmente absurda también, el motor de la historia, aunque no la desarrolle verdaderamente hasta el último tomo, a toda prisa, desaprovechando los primeros con capítulos autoconclusivos en los que predomina el tono humorístico.


Esta decisión referente al guión se me antoja todo un desperdicio puesto que la posibilidad de que una persona pudiese somatizar su ansiedad ante el sexo opuesto mediante síntomas físicos como la urticaria no me parece descabellada en exceso. De hecho, la autora desarrolla esta alergia relativamente bien: Hana es especialmente alérgica a los chicos guapos (que le generarían más ansiedad), si la tocan estando dormida los síntomas no se manifiestan e incluso cuando consigue mitigarla, hay una persona muy concreta que le provoca respuestas especialmente exageradas. Sin embargo, la autora prefiere utilizar este recurso de forma humorística, no profundiza en el origen de la misma y, encima, acribilla a la pobre Hana con terapia de exposición constante, siendo Haru el torturador por excelencia, como si hacer enfermar a una persona, por muy psicológico que sea su problema, pudiese ser divertido o algo que tomarse a broma.

Por otro lado, no me creo ni a un solo personaje. Que ante un acontecimiento traumático se pierdan ciertos recuerdos es algo normal y diría que hasta habitual, pero el caso de Haru es completamente atípico ya que dependiendo del capítulo no recuerda nada de su infancia o sabe muy bien qué le hizo perder la memoria. Además, sabe dar masajes de forma innata (que, en realidad, esto de los masajes es casi el tema principal de Haru Hana), aparentemente sin que nadie le haya enseñado y lo que es mejor, se dedica a transmitir energía positiva a sus clientes y a hacerles darse cuenta de cuáles son sus verdaderos anhelos y sentimientos así que en realidad, parece que también es un poco psicólogo (todo innato, recuerdo). Todo este asunto es entre psicodélico y homeopático y me ha enervado sobremanera de principio a fin.


Pero, volviendo a la amnesia, aunque es algo que sabemos desde el primer capítulo, no se hace especial énfasis en ello hasta el último tomo en el que, como comentaba, concluye todo de forma precipitada y muy poco realista. Las relaciones entre los personajes no me parecen nada creíbles, ni tampoco sus reacciones ni sus decisiones.

En general, me da la sensación de que se trata de una autora descuidada que se preocupa muy poco de la congruencia de aquello que cuenta. Hana toca esplendorosamente el violín y la incorporan como parte del salón de masajes, como si no les fuese bien antes de que ella llegara o como si ya no necesitasen alguien que limpie; cuando deciden improvisar y ponerse a dar un masaje en cualquier lado, Hana siempre tiene a mano un violín y Shinnosuke aparece con pastel en mano como si surgieran del aire por generación espontánea; aparece sin comerlo ni beberlo un violinista famoso que resulta ser hermano de Shinnosuke y se queda a no hacer nada durante los tres tomos a parte de generar unos celos innecesarios; cuando Haru desaparece, Shinnosuke sabe inmediatamente dónde tienen que ir a buscarlo sin explicación aparente (ni en ese momento ni más adelante). Y así podría seguir toda la entrada pero creo que os hacéis a la idea.


Por si todo esto fuera poco, la trama romántica es previsible casi desde la primera página. Es evidente qué pareja se va a formar, es evidente en qué momento ambos personajes empiezan a sentir "algo más" y es sencillamente desesperante que la protagonista sea incapaz de reconocer sus propios sentimientos hasta el último momento en un movimiento muy típico del shôjo en que la protagonista dedica varios capítulos a preguntarse a sí misma si está o deja de estar enamorada del guaperas borde de turno.

Dicho todo esto, puede que sea el dibujo lo que más me ha gustado de esta obra. Yuana Kazumi tiene un estilo bastante personal que se sale de los cánones habituales del shôjo. Sus dibujos resultan simpáticos y aunque los fondos no son la octava maravilla, diría que están por encima de la media a la que nos tiene acostumbrados esta demografía. Me han gustado también las ropas y los peinados y, en especial, el diseño del personaje de Hana que es una verdadera chica del montón (y no un patito feo que se convierte en cisne).

En resumen, estoy bastante decepcionada con la lectura de manga y no recomiendo su lectura a nadie porque no la considero enriquecedora ni entretenida en ningún sentido. Quizá si lo hubiese leído cuando me inicié en el mundillo hubiese podido disfrutar más su lectura pero a estas alturas no le veo el atractivo y me sorprende sobremanera su licencia.

lunes, 18 de enero de 2016

¡García! #1

Después de una prolongada época de compras compulsivas y de lecturas un tanto decepcionantes que me han hecho sentir que tiro un poco el dinero, he vuelto a abrirle mis brazos a la biblioteca (que, además, la colección de cómics de la biblioteca Pompeu Fabra de Mataró es para caerse de culo). Teniendo en cuenta que ¡García! #1 salió a la venta hace apenas unos meses y que no deja de acumular críticas positivísimas en la red, cuando lo vi en la mesa de novedades no me lo pensé demasiado.


Antonia es una joven periodista en prácticas que se siente infravalorada en la redacción. Por eso, cuando recibe una misteriosa foto con unas coordenadas grabadas, no duda en ignorar la tediosa tarea que le había encargado su supervisor, y se va a investigar por su cuenta. Para su sorpresa, se encontrará con una fortaleza oculta, una emboscada de hombres enmascarados dispuestos a matarla sin preguntar primero y el hombre de la foto, cuyas habilidades se antojan imposibles. A partir de este momento toma el mando el Señor García, que se ve transportado sin comerlo ni beberlo 50 años adelante en el tiempo, a una España democrática, con el caudillo muerto, los rojos en el poder, las calles llenas de inmigrantes y homosexuales y, por si todo esto fuera poco, la líder del partido liberal ha sido secuestrada por terroristas.

¡García! ha resultado ser un tebeo de lo más completo en cuyas páginas se alternan el humor absurdo, la sátira social y política, la acción pura, el suspense, el romance e incluso la ciencia ficción, todos en uno, alternándose precipitadamente y reuniendo en un solo volumen prácticamente todos los temas principales que pueden tratarse en un cómic.


A pesar de que es García el que da título a la obra y, en gran medida, la piedra angular de la trama, la protagonista absoluta es Antonia, una chica de tan solo 24 años de lo más bruta, insensata, torpe, decidida y espontánea que rompe con el personaje femenino estereotípico de las historias de acción tradicionales. Se le llena enseguida la boca de improperios, agrede a la autoridad sin reparos y no duda antes de tirarse a un pantano abandonado. Y, aún así, vemos cómo se doblega resignada ante la autoridad, aceptando su rol como estudiante en prácticas en el periódico y como hija obediente y modélica ante su estricto padre. Es precisamente porque se tiene que tragar sus palabras y comerse su orgullo que me gusta este personaje: tan feroz por un lado pero a la vez tan consciente de su situación y sus deberes. Santiago García acaba de redondear el personaje con pequeñas escenas sin importancia, en que se muere de la vergüenza ajena o se desespera mientras pelea por teléfono con su pareja.

Se presenta una amplia plantilla de personajes, pero el único que tiene un cierto desarrollo a parte de la joven periodista es el Señor García, que se presenta como EL héroe, con habilidad y fuerza sobrehumanas, ataviado siempre con su lujoso traje e increíblemente repeinado en todo momento; irónicamente, parece un superhéroe sacado de un tebeo. Así a priori se diría que es un simplón que no le da demasiadas vueltas a las cosas, si ha llegado a agente especial en la sombra, además de por su habilidad, es porque rebosa intuición.


Pero no todo es humor y acción en este cómic, como decía, otro de los motores argumentales es el thriller con todos elementos clásicos del género: un misterio que resolver, una conspiración, hombres encapuchados, revanchas ancestrales y objetivos maléficos poco definidos. La mezcla alcanza el equilibrio perfecto con una buena dosis de crítica sociopolítica, inventando una realidad paralela suficientemente semejante a la nuestra pero con una visión radicalizada de las dos ideologías imperantes que se reducen a la herencia del franquismo. Y aquí los autores se desenvuelven con maestría, evitando un retrato bipolar del escenario para desarrollar en su lugar a personajes secundarios (aunque indispensables) que, a pesar de haber militado en movimientos antisistema, han madurado para adoptar posiciones antes odiadas que quizá no fuesen tan demoníacas como parecían y que ofrecen la plataforma idónea para generar diálogo. Valoro muy positivamente la capacidad de un autor de exponer puntos de vista opuestos sin posicionarse claramente a favor de uno u otro y en ¡García! un lector puede justificar las acciones de todas las facciones, esté o no de acuerdo con ellas.

El grafismo de Luis Bustos ya me convenció en Endurance y en ¡García! se reafirma como un excelente dibujante. Al tratarse de una historia tan heterogénea, el dibujo debe adaptarse a los distintos ritmos narrativos y la verdad es que el dibujante se defiende muy bien tanto con las escenas de acción, muy dinámicas, como con los fondos, de lo más detallados, situándonos con facilidad en la ciudad de Madrid. Mención especial se merece Manel Fontdevila, que ilustra algunas páginas a modo de interludio, emulando un estilo de cómic antiguo, para ubicarnos en esa década de los sesenta que sirve de punto de partida.


Debido a la vaga idea que me había formado de ¡García!, cogí este título de la biblioteca sin mucha convicción, pensando que aunque fuese un buen tebeo, no acabaría de encajar con mis gustos personales. Sin embargo, ha resultado toda una sorpresa, con esa mezcla tan nutrida de géneros y esa combinación de humores de la que es difícil escapar sin al menos una sonrisilla. Me quedo esperando el segundo y último volumen con muchas ganas.

domingo, 10 de enero de 2016

Ravina, The Witch?

A pesar de mi fascinación por el grafismo de Junko Mizuno, la barrera idiomática me mantuvo alejada de su obra desde el principio. Tras comprar sus adaptaciones de cuentos clásicos (Cinderalla, Hansel & Gretel, Princess Mermaid), estuve años tras su primera obra original, Pure Trance, cuya edición en inglés estaba descatalogada desde antes que yo supiese de la existencia de esta autora y que podía encontrarse en diferentes plataformas de venta por internet a unos 100 euros de media (parece que ahora ha bajado un poco). No fue hasta que empecé a aprender francés que se me abrieron de nuevo las puertas a la obra de esta autora, y ya no solo para Pure Trance que, de hecho, representa un reto todavía para mí (que al fin y al cabo estoy todavía cursando segundo de francés) sino también para Ravina The Witch? que reseño a continuación.


Érase una vez una niña llamada Ravina que vivía en un vertedero. No recordaba cómo había llegado allí pero tampoco le importaba. Se alimentaba de los deshechos de los demás, se vestía con ropa usada y pasada de moda y su única compañía era una horda de cuervos pero, como no había conocido otra cosa, no le importaba. Un buen día apareció en el vertedero una anciana moribunda con el cuerpo maltrecho y repleto de heridas, el primer ser humano que veía Ravina desde que tenía uso de razón; la mujer confesó ser una bruja y, antes de morir, le entregó a la niña su varita mágica pero, ya que nadie había enseñado a Ravina el lenguaje de los humanos, no comprendió nada y se limitó a guardar la varita con cariño desconociendo por completo su poder.

Junko Mizuno nos recibe con un escenario tétrico y nauseabundo con su acostumbrado estilo infantiloide a la par que gráfico mostrando sin pudor la suciedad y la muerte en tonalidades pastel con un fondo poblado tanto por flores como por gusanos, ratas y cucarachas. Este contraste se percibe no solo en el dibujo sino también en el guión en que se presenta a una niña que vive en la inmundicia de forma totalmente indolente.


Los personajes y tramas más disparatados se suceden en una vorágine de excentricidades: ricachones que adoptan a huérfanas para reconvertirlas en dominatrix, hombres que gustan de travestirse que se echan tanto perfume que noquean a cualquiera que se les acerque y reyes que coleccionan esposas ajenas con sucias tretas. La sensación de desconcierto es inevitable conforme se pasan las páginas. Sin embargo, tal es el desbarajuste que la cohesión de la trama se ve amenazada por una confusión excesiva que no parece tener ni un motor ni un objetivo claros. Aunque le reconozco la originalidad, echo en falta profundidad, algo de trabajo en la personalidad de los personajes o, al menos, de la protagonista, que se me antoja poco más que una muñeca o un títere sin emoción ninguna.

El desarrollo de la historia podría sugerir una intención oculta de la autora en defender el empoderamiento femenino o incluso el valor de no dejarse llevar por los prejuicios sociales que nos enseñan desde pequeños pero es la propia Junko Mizuno la que reconoce en una entrevista que no hay que buscarle tres pies al gato, que sencillamente escribe/dibuja aquello que le parece más divertido y sorprendente. Ni siquiera parece considerar que su obra (en su conjunto) sea particularmente tétrica. En este sentido me ha recordado vagamente a Ana Galvañ, que también se desliga de cualquier interpretación ulterior que pueda hacerse de sus rocambolescos guiones. Es por este motivo que no quiero extenderme divagando sobre un posible mensaje entre viñetas ya que, si una lo encontrara, sería a base de imaginación. Os dejo, por si os interesa, la entrevista que os comentaba; eso sí, ¡está en francés!


La única norma que Junko Mizuno debía cumplir en la elaboración de este cómic era darle una ambientación europea y, en lo que al guión se refiere, no se rompe la cabeza. Escoge la temática de las brujas, que no tiene ningún paralelismo en la historia japonesa, y va hilando sus tan característicos escenarios y personajes deprimentes con sucesos entre desternillantes y surrealistas, siempre inesperados. Pero ella misma falla en la ambientación hablando de brujas y reyes por un lado pero mostrando magnates y camiones de la basura que resultan del todo anacrónicos en la narración.

En general me da la sensación de que la autora no le ha puesto demasiado cariño a esta obra o quizá no es el BD el formato idóneo para sus historias. Aunque el cómic adopta la estructura de un cuento clásico, no le veo la moraleja por ninguna parte y me parece todo muy gratuito.


A punto estuve de catalogar esta reseña como manga cuando caí en la cuenta que tanto por formato (48 páginas, a color, cartoné) como por país de origen (Francia), y por mucho que su autora sea japonesa, Ravina, The Witch? solo puede considerarse un BD. Gráficamente, se trata de una obra muy curiosa con un estilo totalmente independiente. Algunas viñetas recuerdan a vidrieras góticas, quizás en un intento por reflejar esa ambientación europea.

En resumen, a falta de leer Pure Trance, me da la sensación de que a Junko Mizuno no se le da muy bien crear nuevas historias a pesar de que su arte y composición de viñetas sean espléndidos. Sus adaptaciones de cuentos clásicos me parecieron brillantes aunque también pudiera ser que sea una lectora mucho más madura ahora que hace siete años y no sea tanto que Ravina sea una peor historia sino que ninguna de las obras de Junko Mizuno sea en realidad tan excepcional como recordaba. Por lo tanto, no os recomendaría este tomo a no ser que seáis muy fans de la autora o que lo adquiráis a modo de artbook si os atrae su estilo gráfico. 

viernes, 8 de enero de 2016

Fargo (1st season)

Después de haberla tenido en la recámara durante meses y meses, hemos acabado sucumbiendo ante Fargo y nos hemos visto los diez capítulos de la primera temporada en una semana. Después de habernos torturado con Heroes durante meses (serie que hemos abandonado a mitad de la tercera temporada), Fargo ha sido como un bálsamo. 


This is a true story. The events depicted took place in Minnesota in 2006. At the request of the survivors, the names have been changed. Out of the respect for the dead, the rest has been told exactly as it occurred.

La serie empieza con este mensaje inquietante. Teniendo en cuenta las coincidencias sobre las que se construye la serie y las verdaderas atrocidades que se suceden a cada capítulo, sería fácil olvidar este mensaje a los pocos capítulos y dejarse llevar por una serie trepidante. Pero no solo aparece en el primer capítulo sino que estas frases aparecen en pantalla en la introducción de cada uno de los diez episodios de esta temporada por lo que es imposible ignorar esta información mientras se te ponen los pelos de punta.


La acción nos lleva al pueblo de Bemidji, en Minnesota, en el que aparece el cadáver congelado de un hombre desnudo cerca de un accidente de coche. Mientras tanto, Lester Nygaard se enfrenta a sus antiguos demonios al encontrarse por la calle con un ex-compañero de clase, que le acosaba cuando iban al colegio. Debido al encontronazo, acaba en la sala de urgencias, donde conoce a un tipo de lo más extraño que habla de la vida y la muerte como si nada y que le hace una proposición de lo más peligrosa.

Puede que no viera una serie tan buena desde que terminé Breaking Bad. Los paralelismos entre una y otra son tan evidentes que no puedo evitar comentarlos. Ambas series comparten un equilibrio perfecto entre escenas de acción con cruentos asesinatos a sangre fría con conversaciones insustanciales y filosóficas sobre arañas que pueden poner el nido en el cuello de un hombre mientras está follando hasta hombres que, con tal de llegar a un altruismo utópico, se acaban suicidando. Pero, por supuesto, si algo tienen en común es la transformación malévola de sus protagonistas, gradual en el caso de Breaking Bad, radical en el de Fargo.


Para mí, una de las claves de esta primera temporada han sido los personajes, tan patosos, cobardes, egoístas, ingenuos, chismosos y presuntuosos que solo podría calificarlos de humanos. Como decía, hay un equilibrio en Fargo y ni puedo decir que me guste por ser una serie costumbrista en la que cada uno de los diálogos harto banales es oro puro ni tampoco por las brillantes estratagemas psicópatas que se suceden capítulo tras capítulo. Fargo me ha encantado precisamente porque ambas caras de la moneda se van alternando y es imposible aburrirse ni esperar qué va a ocurrir a continuación.

El mero hecho de que no se valga del recurso fácil, el cliffhanger al final de cada episodio, ya dice mucho a su favor. Los guionistas consiguen con una simple sonrisa o una expresión de absoluta desesperación que el espectador no pueda esperar a catar el siguiente capítulo.


Y en medio de tanta mezquindad e inutilidad, el personaje de Molly Solverson es como un rayo de sol. Una mujer policía, corpulenta y soltera es el personaje más capaz en su trabajo, audaz y valiente, perseverante y, por si todo esto fuese poco, amable y optimista. Con esto rompe con todos los estereotipos que puedan existir sobre el género femenino en la pequeña pantalla.

Aunque, por supuesto, la serie no se sostendría si no fuese por el misterioso Lorne Malvo, una persona marcadamente asocial, con rasgos casi autistas, cuya vida gira en torno a un solo leitmotiv: hacer todo el daño posible a todos los que se crucen en su camino, de forma totalmente indiscriminada.


Fargo es una serie dantesca, con reminiscencias a las películas de Tarantino, personajes verdaderamente maquiavélicos para los que el fin justifica los medios y un sinfín de escenas o tramas que, aparentemente, no llevan a ninguna parte pero que, al final, son la esencia de la serie.

PD: Antes de terminar la reseña solo quería hacer un breve apunte para los que ya habéis visto la serie (o los que no pensáis verla claro). Evidentemente lo primero que hice al terminar el último episodio fue ir corriendo a buscar si era cierto o no que la serie estaba basada en hechos reales y, como sospechaba desde el primer capítulo, no, no lo está. Ese mensaje inicial aparece también en la película original de los hermanos Coen con lo es una especie de guiño a la original (que tampoco está basada en hechos reales aunque así lo haga constar).

domingo, 3 de enero de 2016

Puella Magi Madoka Magica: Rebellion

Rebellion es la última licencia que nos trajo Ivrea hace algo más de un año de la franquicia de Puella Magi Madoka Magica. Los spin-offs se siguen acumulando en Japón pero, de momento, Ivrea ha optado por las historias troncales. En este caso, los tres tomos de Rebellion adaptan la película de animación que desarrolla los hechos inmediatamente posteriores al final del anime original.

Gracias al sacrificio de Madoka Kaname, todas las puella magi se liberaron de la maldición de convertirse en brujas. Mientras que incluso sus padres olvidaron a Madoka, Homura Akemi es la única que la recuerda. Aunque ya no existan las brujas, las puella magi deben seguir luchando contra los demonios... Entonces, ¿cómo es posible que Mami, Kyoko, Sayaka y Madoka luchen ahora contra pesadillas? Una nueva alumna se transfiere al instituto al que van todas juntas y se trata de la mismísima Homura. ¿Qué está pasando? ¿Por qué nadie recuerda nada?

¿Alguien dijo déjà vu?
Ha pasado un año desde que leyera The different story y mucho más desde que hice lo propio con la historia original por lo que al abrir el primer tomo de Rebellion no pude sentir otra cosa que no fuese desconcierto. Al principio llegué a pensar que no recordaba bien el final pero, como acostumbran las tramas de Madoka, esa sensación de confusión es totalmente intencionada.

Si el manga original está más centrado en Madoka y Sayaka y the different story aporta información sobre personajes más secundarios como Kyoko y Mami, Rebellion es, sin duda, la historia de Homura; algo que celebro ya que me parece el personaje más complejo de la saga. Tanto Madoka como Mami se presentan, en todas las subtramas, como heroínas perfectas: alegres, altruistas y buenas. Sayaka y Kyoko, en cambio, cuentan con dilemas internos que les han hecho madurar, de forma que cada una ha escogido una forma de sobrellevarlo.


Si estáis leyendo esta reseña imagino que habéis leído ya las precuelas por lo que no me andaré con rodeos: Kyoko acepta el pacto de Kyubey para así ayudar a su familia pero cuando su padre la descubre se vuelve loco y se suicida, a partir de ese momento se convierte en una persona totalmente distinta y decide actuar en solitario, solo para su propio beneficio; en cambio, Sayaka se convirtió en puella magi para salvar al chico que le gustaba pero, al final, no tuvo valor para pedirle salir, se le adelantó su amiga Hitomi y se obcecó con seguir ayudando a la gente hasta que, llena de amargura, se convirtió en bruja.

Sin embargo, Homura aparece desde el principio como el personaje más misterioso y, cuánto más sabemos de ella, más atormentada se revela, habiendo revivido las mismas tragedias tantísimas veces que es un milagro que haya conservado su cordura. Cuando, tras tanto sufrimiento, ve truncada su obsesión de salvar a Madoka del pacto y, no solo la pierde para siempre, sino que queda condenada a ser la única que la recuerde, empieza a dudar de sus propios recuerdos, preguntándose si Madoka existió de verdad. Lo que sucede después, y que da pie al título que hoy me ocupa, me parece la evolución más congruente a la par que brillante con la que podían haber dado los guionistas después de un final que podría haber sido perfectamente el definitivo.


Poco más puedo decir de este título sin destripároslo totalmente ya que, igual que ocurría con la historia original, el guión no deja de dar vuelcos de 360 grados en un espacio muy limitado. De hecho, me he leído los tres tomos del tirón en media tarde casi sin darme cuenta, es de lo más fluido. Casi lo criticaría por ello... Se dedica una proporción muy elevada de viñetas a una mezcla entre escenas de acción y de otras más costumbristas que poco o nada aportan a la trama pero que, a la vez, son muy necesarias para que el guión resulte coherente. Los autores tampoco podían permitirse que este manga se limitara a una sucesión de diálogos reveladores ya que entonces se perdería parte de la esencia de la franquicia. En conclusión, creo que se ha logrado el mejor balance posible aunque me quedo con ganas de mucho más.

La guinda del pastel a un guión muy bien desarrollado es el dibujo, que sigue mejorando tras aquel estilo que me disgustó sobremanera en la historia original y cuya evolución en la primera secuela tanto agradecí. Los diseños surrealistas y macabros que parecen sacados de una alucinación alcanzan su máximo esplendor en esta secuela. Quizás las escenas de lucha me han costado un poco de seguir debido a los ataques múltiples de seis personas a la vez con armas tan distintas que son difícilmente combinables: espadas, lanzas, escopetas y pistolas, arcos y bombas, todo intercalado.

Y hasta un "nuevo" personaje ;)
En resumen, me sentí de lo más contrariada al empezar a leer esta historia y ya pensaba que iba a ser una decepción pero nada más lejos de la realidad: puede que se trate del arco argumental que más me ha gustado de toda la saga, con un dibujo fantástico y un guión trepidante en el que los guionistas queman todas sus naves a un ritmo endiablado. Si os han gustado las historias previas de esta saga, desde luego no podéis dejar pasar Rebellion.