Breaking Bad dejó un gran vacío que quizá ninguna otra serie pueda llenar en muchos años. Para algunos, Better Call Saul es, en esencia, una precuela a este hito televisivo. Evidentemente, limitarse a comparar ambas series resultará perjudicial para la nueva, algo que veo innecesario e injusto. Así que voy a tratar de no mencionar más Breaking Bad a lo largo de esta entrada, creo que Better Call Saul se defiende muy bien solita, sin necesidad de enmarcarse en la sombra de nadie.
James McGill es un abogado de poca monta que lleva años intentando hacerse un nombre propio a la par que se ve obligado a trabajar como abogado de oficio para criminales de poca monta para poder pagar el alquiler de una oficina cochambrosa en la trastienda de un local de belleza vietnamita. Se encarga paralelamente de cuidar de su hermano mayor que, debido a un extraño síndrome, es hipersensible a cualquier tipo de radiación electromagnética por lo que no puede salir de casa y sobrevive sin electricidad gracias a la gasolina, hielo y comida que le proporciona Jimmy a diario. Ante esta situación, Jimmy está dispuesto a cualquier cosa con tal de tener éxito pero, al final, no consigue deshacerse de la mala suerte que siempre le ha perseguido.
Si algo tengo que elogiar de esta primera temporada es que me ha sorprendido. Para mí siempre es gratificante que se me presenten cosas que no me espero y, desde luego, lo último que esperaría del protagonista es que fuera un trozo de pan. Jimmy se desvive por su hermano mayor, Chuck, que depende absolutamente de él debido a su extraña enfermedad. Además, es de lo más honesto y se muestra empático con los demás personajes de la serie, siempre dispuesto a ayudar. Es por eso que es inevitable sentir pena por él cuando se ilustra su más bien desdichada existencia defendiendo a adolescentes que se cuelan borrachos en la morgue y batallando todos los días para no tener que pagar el párking.
Evidentemente, esta no es una serie de blancos y negros sino más bien de distintas modalidades de gris. A Jimmy se le daba muy bien estafar. Y, durante muchos años, se "ganó la vida" a base de engaños y trampas. Pero al final, la situación se le fue de las manos y acabó en prisión. Fue entonces cuando se replanteó su vida entera y decidió cambiar a mejor, estudiar, trabajar, mantenerse en la legalidad. El problema es que, inconscientemente, avanza a base de imitar a los que le rodean. Ya que su hermano es un abogado de éxito, decide estudiar derecho. Ya que a su amiga le gustaría especializarse en leyes para la tercera edad, decide especializarse en leyes para la tercera edad. Este comportamiento errático le hace dar tumbos de una opción a otra y no es hasta el final de la temporada que parece darse cuenta de quién quiere ser de verdad.
Si hay algo que caracterizaba Breaking Bad y que se ha mantenido en esta secuela (al final he acabado cayendo con las referencias) es el patetismo que se desprende de las vidas normales y corrientes de los personajes que desfilan por ambas series. Jimmy es el paradigma de la miseria humana pero son sus clientes los que nos ofrecen escenas tan surrealistas que uno no sabe si reír o llorar. Personajes estúpidos, ególatras, inconscientes, desgraciados... encabezados por la familia Kettleman pero seguidos de cerca por diseñadores de inodoros y perturbados con mucho dinero.
En mi defensa diré que los guionistas se esfuerzan deliberadamente en que pensemos en la predecesora de Better Call Saul re-introduciendo personajes como Mike o Tuco desde el mismo principio. De hecho, son precisamente las apariciones estelares de Mike de mis momentos favoritos de esta primera temporada en las que, con muy pocos minutos de metraje, se nos revelan muchísimas piezas del rompecabezas que nos hacen entender al fin cómo acabó el ex-policía en Albuquerque.
Si algo tengo que elogiar de esta primera temporada es que me ha sorprendido. Para mí siempre es gratificante que se me presenten cosas que no me espero y, desde luego, lo último que esperaría del protagonista es que fuera un trozo de pan. Jimmy se desvive por su hermano mayor, Chuck, que depende absolutamente de él debido a su extraña enfermedad. Además, es de lo más honesto y se muestra empático con los demás personajes de la serie, siempre dispuesto a ayudar. Es por eso que es inevitable sentir pena por él cuando se ilustra su más bien desdichada existencia defendiendo a adolescentes que se cuelan borrachos en la morgue y batallando todos los días para no tener que pagar el párking.
Evidentemente, esta no es una serie de blancos y negros sino más bien de distintas modalidades de gris. A Jimmy se le daba muy bien estafar. Y, durante muchos años, se "ganó la vida" a base de engaños y trampas. Pero al final, la situación se le fue de las manos y acabó en prisión. Fue entonces cuando se replanteó su vida entera y decidió cambiar a mejor, estudiar, trabajar, mantenerse en la legalidad. El problema es que, inconscientemente, avanza a base de imitar a los que le rodean. Ya que su hermano es un abogado de éxito, decide estudiar derecho. Ya que a su amiga le gustaría especializarse en leyes para la tercera edad, decide especializarse en leyes para la tercera edad. Este comportamiento errático le hace dar tumbos de una opción a otra y no es hasta el final de la temporada que parece darse cuenta de quién quiere ser de verdad.
El súmmum de la imitación patológica (aunque este fue premeditado) |
En mi defensa diré que los guionistas se esfuerzan deliberadamente en que pensemos en la predecesora de Better Call Saul re-introduciendo personajes como Mike o Tuco desde el mismo principio. De hecho, son precisamente las apariciones estelares de Mike de mis momentos favoritos de esta primera temporada en las que, con muy pocos minutos de metraje, se nos revelan muchísimas piezas del rompecabezas que nos hacen entender al fin cómo acabó el ex-policía en Albuquerque.
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