Varias amigas me recomendaron esta saga. Y bueno, sobre todo por la vehemencia de una de ellas, llegué a la conclusión de que debía de tratarse de una trilogía realmente buena. Años después de ese primer contacto con la Academia Spence, me he hecho con los libros (cómo ya sabréis, en mejor o peor estado, pero aquí los tengo) y hoy he acabado de devorar el primero.
Gemma Doyle tiene una visión de cómo su madre se suicida el mismo día que cumple dieciséis años. Y, muy a su pesar, así es como sucede. No entiende absolutamente nada y empieza a crecer en su interior de que la muerte de su madre es culpa suya y de que es un monstruo. Incapaz de confesarle su secreto a nadie, se ve arrastrada a la Academia Spence, una digna institución para señoritas. Nada más llegar, se verá acorralada por Felicity, la abeja reina, y su séquito. Está claro que no es el mejor lugar donde curar su herida y en seguida tendrá que aprender a lidiar con todo: las chicas, las profesoras, su compañera de habitación Ann y Kartik, un misterioso chico que conoce su secreto y que no parece dispuesto a dejar a Gemma vivir en paz en la remota academia.
Tengo opiniones encontradas con este libro. Por un lado, supongo que quizá es demasiado introductorio, o quizá se centra demasiado en el “mundo real” y mete el “mundo de los Reinos” demasiado de golpe, demasiado cerca del final, demasiado… Quizá es que los Reinos y toda la fantasía implícita a ellos no me acaban de atraer, quizá no consigo encontrar realismo a toda esa magia. Me resulta todo demasiado abstracto, demasiado fácil, demasiado inconexo, demasiado engañoso. No me acaba de gustar la idea en sí, es como si pudiera extraérsele mucho jugo pero la autora no lo hubiera conseguido.
Me abruma la manera en que se precipita todo al final, cada una de las elecciones, decisiones y acciones de las cuatro chicas, no consigo entenderlas, y eso es en parte bueno porque consigue retratar lo impredecible de los humanos y, en especial, de las adolescentes en la época Victoriana pero a la vez… me hace odiarlas mucho, por su estupidez, por su locura.
Por otro lado, y es que si no, no habría opiniones encontradas, me encanta la labilidad de los personajes, lo poco definidas que están las chicas, la manera en que no forman parte de un cliché. Que una chica que es la más malvada de las brujas a la vez sea la más ingenua de todas las niñas. Que alguien no cae bien o mal y ya está. Que alguien no es bueno o malo sin más. Y, de hecho, lo bueno de este libro recae precisamente en que el “mundo real” se lleva todo el protagonismo; que aunque lo lógico sería pensar que, con una protagonista con un poder sobrenatural, el mundo de los Reinos formara el hilo conductor del libro, no es así. Es más importante hablar de las aspiraciones y deseos de Gemma, de Ann, de Felicity, de Pippa…
Y todo esto está rodeado del encanto de volver atrás al año 1895 en una escuela para adiestrar a las muchachas a saber ser buenas esposas: francés, música, dibujo, modales, baile… Y lo más importante, nunca, bajo ningún concepto, atreverse a pensar. Viejas mujeres amargadas y solteras que deben cuidar a jóvenes niñas que ante tal hostilidad, no saben reaccionar de otra manera que convirtiéndose en alimañas.
Y para acabar con este aborto de reseña, necesito hablar de Kartik. Teniendo en cuenta que apenas aparece tres o cuatro veces en todo el libro, que cuando lo hace siempre es de forma breve y que normalmente se comporta como la persona más borde y poco caritativa del mundo, creo que Libba Bray quiere que sus lectoras se enamoren perdidamente de él. Al menos conmigo lo ha conseguido, y ni siquiera entiendo por qué, supongo que es el atractivo de los personajes misteriosos… Y quizá pesan más las opiniones de otros personajes sobre él que la que te puedas forjar tú mismo leyendo el libro.
El final del primer libro es totalmente horrible y aunque podría considerarse como un final algo amargo sin más, para mí es obvio y evidente que la historia debe continuar y afortunadamente aquí tengo Ángeles Rebeldes que para mi agradable sorpresa empieza con una carta del puño y letra de Kartik (y así cambiamos de perspectiva). Por cierto, hablando de puntos de vista, la novela está narrada en primera persona desde el punto de vista de Gemma. Supongo que es algo muy habitual en los libros juveniles actuales.