martes, 17 de febrero de 2015

Tomodachi no Hanashi

Ya sabéis que no me entusiasma leer por scans pero, a estas alturas, también sabéis que cada cierto tiempo se me cruzan los cables y me pongo a leer tomos únicos aleatorios como si no hubiera mañana. Tomodachi no Hanashi lo descubrí, como de costumbre, hurgando entre los filtros de mangaupdates. Y, en mi línea, me lo empecé a leer en desorden (sin querer), que yo ya creo que tengo una tara mental porque no es la primera vez que me pasa pero en fin.


Tsuchida se enamora perdidamente de Moe, una de las chicas más populares del instituto. Moe está muy unida a su mejor amiga, Eiko, por lo que exige a cualquier chico que le pida salir que pase tiempo con las dos y que, de hecho, priorice a Eiko y no a la propia Moe. Eiko se siente un cero a la izquierda que es incapaz de decir que no a nadie y que se pasa la vida pidiendo perdón. Por su parte, Narugami es el mejor amigo de Tsuchida y está convencido de que toda la historia de Moe y Eiko no es más que una mentira que va soltando Moe para poder cortar con cualquier chico a placer.

Así a priori el argumento no parece gran cosa. Entre el cuarteto protagonista están todos los ingredientes necesarios para obtener un shôjo cualquiera: una chica demasiado guapa que no sabe tratar con la gente, una chica no tan guapa pero mucho más agradable con la que te puedas identificar, un chico perfecto y otro que podríamos calificar de tsundere. Así que, ¿hay algo que convierta a este tomo único en una lectura digna?


Lo primero es su guionista, Kazune Kawahara. Quizá os suene, quizá no. Yo soy una ferviente admiradora de su trabajo desde que leí High School Debut (Koko Debut) y me muero de ganas de comprar Ore Monogatari!! (si no lo he hecho todavía es por la puta subida de precios de bookdepository). Si habéis leído algo suyo imagino que me entendéis: ella sabe darle un toque de no-idealismo a sus historias, con personajes que no son ni patitos feos que se convierten en cisnes ni caballeros de ojos azules en su brillante armadura.

La gracia de este tomo es que aunque la trama es lineal y avanza, lo hace desde distintos puntos de vista. Primero conocemos la relación de Eiko y Moe de manos de esta primera. Después damos un salto al ángulo de Narugami que está dolido por el daño que le ha causado Moe a su mejor amigo, Tsuchida. Y, finalmente, cuál es el punto de vista de Moe.


Los cuatro protagonistas tienen formas de pensar totalmente opuestas e incompatibles. Para Tsuchida, Moe es una princesa preciosa y afable mientras que él, sencillamente, no es suficiente para una chica como ella. En contraposición, Narugami odia a todas y cada una de las mujeres sobre la faz de la tierra, sin excepción; si no son unas harpías es que son tontas de remate y así es como ve la desigual relación entre la abusiva Moe y la dócil Eiko. Eiko es terriblemente abnegada, hace cualquier cosa con tal de contentar a los demás y siempre piensa bien de la gente. Moe es demasiado honesta y demasiado atractiva, una combinación que siempre la ha convertido en una marginada calificada de "cara bonita" por lo que, una vez conoció a Eiko, no se ha separado nunca más de ella, ni tiene intención de hacerlo por algo tan nimio como un novio.

Algo que aprecio mucho es que Eiko no es ni un bellezón ni tampoco algo como una belleza escondida/diamante en bruto. No es más que una chica del montón, con el pelo un poco ondulado que se le alborota con facilidad, los ojos pequeños y una personalidad ligeramente anodina. No es que sea súper buena ni genuinamente pura, solo es una adolescente vergonzosa y tímida, a la que le cuesta decir que no y que tiene sus momentos sanamente egoístas. Pero todo eso no significa que no pueda atraer a un chico porque lo que realmente cuenta es que es amable, que no tiene prejuicios y que valora la amistad por encima de todo.


Esta no es una historia romántica. Es un manga sobre la amistad. Primero se centra en la relación entre dos chicas, Moe y Eiko. Las exigencias de Moe a todos los chicos que le piden salir con ella son completamente irrazonables y tan exageradas como solo podrían serlo en un manga. Pero es que es verdad que cuando empiezas a salir con alguien, al menos al principio, dejas bastante de lado a todos tus amigos porque tu pareja te absorbe (y tú le absorbes a él/ella recíprocamente) así que contextualizando el pasado de Moe, no es tan descabellado ser tan exigente a la hora de buscar partido (sobre todo cuando se puede permitir elegir).


Y, sorpresa, también queda reflejada la amistad entre chicos. Tsuchida y Narugami se aprecian mutuamente y aunque su relación no se describa tan profundamente como la de las chicas (probablemente, porque las autoras no dejan de ser mujeres y retratar una amistad realista entre chicos no es tan fácil), sí que se prioriza a los posibles intereses amorosos que puedan tener.

De hecho, si tuviese que encontrarle algo malo a este tomo sería lo poco que se profundiza en el cuarto personaje, Tsuchida, que no deja de ser el origen de la historia y, a la vez, el personaje más plano, predecible y aburrido. Tampoco me entusiasma que ambos sean tan guapos porque un mal endémico del shôjo es que todos los chicos parecen salidos de una pasarela de moda (igual que las chicas de los shônen parecen salidas de revistas porno).


Además de esta historia, que abarca unos 4/5 del tomo, hay una historia corta extra al final: Sonokare, Shirabemasu. Aquí, de nuevo, tenemos a una protagonista algo rara, Miwako es borde en la forma en que lo era Moe pero a la vez dulce como Eiko. Su ausencia de experiencia con chicos más allá de lo que cuentan sus amigas de sus respectivas parejas hace que no tenga demasiado interés en el género masculino por lo que es la candidata ideal para espiar al novio de una de sus amigas y averiguar si le pone o no los cuernos.

Evidentemente, acabará acosando al novio de su amiga acompañada de un misterioso chico que... ¿es amigo del novio? ¿está enamorado de la amiga? ¿se conocen de algo? y que es muy atento y agradable y caballeroso (cómo no). Lo compensa siendo bastante pesado y algo acosador él también. Pero bueno, tampoco voy a dinamitar una buena historia porque casi todos los chicos que aparecen en ella rozan la perfección (exterior e interior).

Decidme que vosotros también tenías conversaciones así en el instituto
Hay alguna que otra reflexión en esta historia de apenas 50 páginas más que interesante. Se trata el tema de la infidelidad, y de lo que estás dispuesto a soportar con tal de conseguir lo que quieres o qué es lo que hace que acabes saliendo con alguien (y la ineludible carga del azar en todos nuestros encuentros y desencuentros).

Para concluir esta reseña, solo me queda recomendaros fervientemente la lectura de este tomo a poco que os apetezca leer un shôjo cortito o que estéis cansados de los males endémicos de este género porque creo que Tomodachi no Hanashi los esquiva casi todos y sale airoso en su valoración. Y, si no, ¡pues leedlo de todas formas! Que no es más que un tomo único y se lee en un momento.

2 comentarios:

  1. Personalmente soy muy fan de los tomos únicos, aunque pocas veces se aprovechan bien. Me ha gustado mucho tu reseña, gracias por la recomendación ^^
    Un beso~

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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