viernes, 25 de octubre de 2013

Guerra Mundial Z

Tras ver la peli que, supuestamente, se basa en este libro y múltiples recomendaciones muy vehementes sobre él, me decidí a comprar y degustar esta crónica oral de una guerra ficticia. No hace falta ni que lo aclare pero, por si acaso, la Z del título hace referencia a zombi. Nunca me había llamado en absoluto esta temática pero agradezco a todos los que me animaron a leer Guerra Mundial Z porque es una obra maestra. Por una vez, me veo incapaz de redactar yo una sinopsis propia así que os copio la de la contraportada de mi edición:


Por fin, el mundo sabrá la historia verdadera de cómo la humanidad estuvo a punto de extinguirse. Desde el fin oficial de las hostilidades se han producido numerosas tentativas para documentar la guerra zombi. Guerra Mundial Z es el relato definitivo -realizado por los propios supervivientes- de los detalles tecnológicos, militares, sociales, económicos y políticos de cómo la civilización estuvo al borde de la extinción en la lucha total contra el muerto viviente.

Max Brooks se inventa los testimonios de decenas de personas de países y culturas distintos narrando desde su punto de vista cómo vivieron la guerra. Así es como suma cincuenta y ocho aportaciones de cuarenta y dos personas distintas repartidas en ocho grandes capítulos que siguen la cronología de la invasión zombi desde las primeras advertencias hasta la resolución (no definitiva) de la guerra total contra los zetas.
Por ejemplo, fíjese en las nuevas leyes de castigo, que hicieron que me subiese por las paredes. ¿Meter a la gente en cepos? ¡¿Azotarla en las plazas públicas?! ¿Dónde estábamos? ¿En el viejo Salem? ¿En la Afganistán de los talibanes? Parecía algo bárbaro, antiamericano, hasta que pensabas con detenimiento en las alternativas. ¿Qué íbamos a hacer con los ladrones y los saqueadores? ¿Meterlos en la cárcel? ¿De qué serviría eso? ¿Quién podía permitirse utilizar a ciudadanos capaces para alimentar, vestir y vigilar otros ciudadanos capaces?
Este libro es impresionante sin más y abarca tantos niveles y tantas realidades que el lector no puede hacer otra cosa que preguntarse cuantos años le llevó al autor construir una crónica tan exhaustiva, detallada y completa de algo que no ha pasado.

Por supuesto, ya que el recopilador de historias (del que no sabemos nada por cierto) pretende contar la historia de la guerra zombi, la mayoría de personas a las que entrevista son soldados (de diversos rangos y ramas del ejército), políticos y algunos médicos ya que son los que más información tienen que aportar sobre el conflicto. Eso no quita que también se cuenten historias de algunos civiles cuando es necesario para dotar la narración de un cariz más estándar (en el sentido de que lo vivió la población general) pero no es la norma.
La primera encuesta de empleo reveló que más del sesenta y cinco por ciento de la población civil estaba clasificado como F-6, sin vocación valiosa. Necesitábamos un enorme programa de reciclaje profesional; en resumidas cuentas, teníamos que hacer que los oficinistas se ensuciaran las manos.
Teníamos barrios enteros de las afueras con profesionales de clase media alta sin el más elemental conocimiento de cómo sustituir una ventana rota. Los que tenían esos conocimientos vivían en sus propios guetos de obreros, a una hora de distancia en coche, lo que significa un día entero a pie.
Pero, como comentaba antes, la gracia no está solo en la variedad de narradores sino también de nacionalidades, culturas, etnias y religiones. El país más ampliamente representado es, sin duda, Estados Unidos, lo cual no me acaba de entusiasmar pero teniendo en cuenta la nacionalidad del propio escritor (y también del narrador) no es algo que me extrañe tanto. Eso no quita que China, Rusia, Israel, India o Sudáfrica no tengan también su hueco, a veces muy considerable, para dotar a la narración de universalidad.

Quizá, la grandeza de este libro recae en al análisis concienzudo de la situación que hace Max Brooks de una hipotética invasión de muertos vivientes: la abolición de la calidad de vida del siglo XXI, la regresión a la economía de subsistencia, el trueque, las enfermedades y la ausencia de fármacos, los quislings, los suicidios, la inutilidad de las armas convencionales...
El SFA, ése era mi enemigo: Síndrome de Fallecimiento Asintomático o Síndrome de Fatalidad Apocalíptica, según con quién hablases. Daba igual la etiqueta, el caso es que mató a tantas personas en los primeros meses de estancamiento como el hambre, la enfermedad, la violencia entre humanos o los muertos vivientes.
El problema era psicológico: se rendían, no querían ver un nuevo amanecer porque ya sabían que les traería más sufrimiento.
O quizá es más bien en todo lo que cuenta que no tiene nada que ver con la guerra. La verdad es que el autor se dedica a hacer una crítica de lo más afilada de nuestra sociedad actual poniendo sus palabras en la boca de supervivientes que no hacen otra cosa que recordar una época pasada hace mucho y que no volverá. Prácticamente todos los narradores no estadounidenses critican la super potencia y a sus habitantes por su exceso de individualismo. Se habla de la dictadura monstruosa de Corea del Norte y del régimen totalitario de Fidel Castro en Cuba. De la guerra entre judíos y palestinos. Los otakus y hikikomoris de Japón también se llevan su parte. Incluso los hibakusha (supervivientes de las bombas atómicas) que ni siquiera sabía que existían.
Nosotros teníamos que decidir a quién se castigaba. Nos dividieron en grupos de diez para que votásemos quién iba a morir ejecutado. Y entonces, nosotros..., los soldados, nosotros tendríamos que asesinar a nuestros amigos. Pusieron unas carretillas pequeñas junto a nosotros, todavía puedo oír cómo crujían las ruedas. Estaban llenas de piedras, más o menos del tamaño de su mano, afiladas y pesadas.
Por supuesto, no falta en la narración esa vertiente más vil de la especie humana que hace que hasta en las situaciones más desesperadas haya alguien que quiera sacar tajada de una u otra manera. El dinero todo lo corrompe.
Joder, tenía toda la razón: miedo a envejecer, miedo a la soledad, miedo a la pobreza, miedo al fracaso... El miedo es la emoción más básica que tenemos, es primitiva. El miedo vende; ése era mi mantra: el miedo vende.
Me voy a repetir un poco y os voy a volver a decir que Max Brooks ha sido muy concienzudo con su novela ya que incluso ha incluido el testimonio de un astronauta y ha considerado cómo se vivió el conflicto desde el espacio para aquellos que se quedaron atrapados en las estaciones espaciales sin posibilidad de retorno.

A todo esto hay que sumarle los golpes de genialidad del autor que, ya puesto, decidió dar rienda suelta a su imaginación ideando cosas tan escalofriantes como los quislings (que no os voy a decir lo que son para que os sorprendáis a su debido tiempo), el phalanx, el plan Redeker (una joya), el canibalismo como última forma de supervivencia en algunas zonas o el asesinato piadoso de niños. Es que es una bomba tras otra, el libro es bastante largo pero no tiene nada de paja.
Técnicamente, nunca mentimos; técnicamente, nunca hicimos nada malo.
Y al final, Guerra Mundial Z no es un libro sobre zombis (a los que la mayoría nombran como zetas, emes (de monstruo), muertos vivientes u otro apodos - nunca usan la palabra zombi) sino de personas. De lo que estamos dispuestos a hacer en situaciones extremas y de lo frágil que es la cordura humana.

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Por último, me veo en la obligación de hablar muy brevemente de la similitudes entre la reciente película protagonizada por Brad Pitt y este más que maravilloso y recomendable libro que estoy reseñando. Nulas. De verdad. Yo pensaba que la gente exageraría pero nada más lejos. De hecho, una vez leído el libro me da VERGÜENZA la versión para la gran pantalla y me da pena que haya tenido tan buena recaudación como para que piensen en continuarla. No tiene ninguna clase de sentido y manda a la mierda toda la grandiosidad de la novela.

4 comentarios:

  1. Pues yo me vi la película y me encantó, esa tensión durante todo el tiempo que duraba la película fue alucinante. Aunque si dices que el libro le da cien mil patada tendré que leerlo, porque la película me encandiló (pensemos que no me he leído el libro todavía y solo tengo la opinión de la película)
    Eso sí, has citado varios párrafos o líneas del libro y me han llegado a impactar, en especial cuando tienen que hacer una votación sobre quien vivirá (y sobre todo puedo intuir cómo lo hará) y el hecho de poner a alguien a vigilar a otro alguien cuando el primero puede ser corrompido por el segundo.
    Así que nada, libro que de cabeza leeré, ya que después de la peli quise hacerlo y después de tu reseña... sin pensármelo dos veces =)

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  2. No llegué a ver la película pero ya sabía cuáles eran las diferencias entra ambas versiones por otras reseñás que leí. Supongo que me haré con la novela y antes o después veré la película. Se podría haber hecho una versión más fiel, pero está claro cuál era el objetivo de Hollywood al "adaptar" la historia, aprovechar el filón de los zombis y hacer dinero con una de acción. Lo otro habría sido demasiado denso para el gran público... no sé, eso creo.

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  3. no recordaba la parte de corea del norte! grande

    poco más que decir, libraco, recomendado a todo el mundo

    buena reseña, si ni se convence la gente vamos mal XD

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  4. No vi la película porque por los trailers no parece que tuviera nada que ver con este libro (que me leí ya hace unos cuantos años... estaba en la facultad... quizá 5 años). Me gustó mucho, me pareció interesante y muy original la forma de tratar el tema zombie.

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