Se acaba enero, y con él, aquí llega la crónica de mi último día de turismo en Praga y el final definitivo del viaje. Lo único que teníamos claro para este día es que iríamos al Klementinum ya que nos quedamos con las ganas en mi primer viaje y esta vez no lo íbamos a dejar pasar.
Allí solo se puede entrar mediante visita guiada, que salen a cada hora en punto. Nos juntamos un grupito de unas 8 personas y dio la casualidad de que TODOS éramos españoles, de verdad, somos una plaga xD Nuestra guía nos estuvo hablando sobre la historia del Klementium, nos enseñó la capilla de los espejos, unos cuantos artilugios extraños que usaban antes los astrónomos, vimos de lejos muy lejos la biblioteca (a la que no se podía hacer fotos D= o venía el segurata a por ti) y después de subir muchas y muy empinadas escaleras llegamos a la cima de la torre de astronomía desde la que tuvimos unas vistas espléndidas del centro de Praga <3 Así, en ambos viajes subí a una torre a ver la panorámica de la ciudad, la primera nevada y esta segunda no =)
La bajada era libre y consistía en repetir el itinerario pero al revés por lo que acabamos de nuevo en la capilla de los espejos en la que nos entretuvimos a hacer fotos. En el suelo hay una especie de estampado emulando un campo de estrellas por lo que al mirar a los espejos que hay en el techo es como si vieras el "cielo". También hay espejos en las paredes, uno frente a otro por lo que generan una especie de ilusión de infinidad. La verdad es que la sala era una preciosidad.
Visto el Klementium decidimos qué hacer el resto del día sobre la marcha como ya nos pasara en el último día de mi primer viaje a Praga. Al final nos dirigimos hacia el barrio de Malá Strana con el objetivo inicial de encontrar un parque donde supuestamente había pavos reales albinos pero como teníamos unas indicaciones muy vagas al final decidimos seguir uno de los itinerarios de nuestra chachi guía así un poco en plan libre, empezando por el medio.
En cualquier caso, acabamos en la iglesia de San Nicolás que nuestra guía decía que era muy bonita y la entrada no era demasiado cara. Lo guay de esta iglesia es que se podía subir a la galería y desde allí arriba se podía apreciar mejor la pintura gigantesca del techo que da sensación de profundidad si la ves desde la planta baja pero que desde esa altura se veía todo así como deformado. Admiro mucho a los artistas por ser capaces de jugar así con las proporciones para conseguir el resultado que quieren.
Como chorradita anecdótica del día, delante de la iglesia había aparcado un coche dorado que se veía a 10 km de distancia de lo mucho que cantaba (y había una congregación de gente a su alrededor, si es que... como niños pequeños todos, nosotros incluidos claro) al que le hicimos varias fotos, como está mandado.
Y al final comenzamos la ascensión por la calle Nerudova, que es muy animada, está llena de tiendas de souvenirs (¡fue aquí dónde compré el imán para Miya!) pero también de edificios curiosos y es hiper empinada. Subiendo subiendo acabamos en el castillo de Praga pero como seguíamos sin tener intención de entrar, hicimos algunas fotos a los guardias y fuimos a coger el tranvía para volver hacia el centro a comer, que ya era hora.
Aprovechando que aun había luz solar decidimos volver a Václavské náměstí para encontrar el monumento en recuerdo de Jan Palach y Jan Zajíc, esos dos estudiantes que se autoinmolaron como forma de protesta al comunismo de los que os hablé hace unos meses.
Al final, a mí se me cruzaron los cables y acabamos viendo una exposición de Alfons Mucha que había en Staroměstské náměstí (más tarde descubrí que en Praga hay un museo dedicado exclusivamente a este pintor pero ahora ya, habrá que dejarlo para el siguiente viaje a la capital checa... o.ò así tengo excusa para volver =P).
¡Y hasta aquí las crónicas de Praga! He tardado más de lo que esperaba en reseñar los dos viajes enteros y me da un poco de pena que ya se haya acabado pero tranquilos, próximamente... tocarán memorias de un viaje distinto ^_^
¿Qué querrá decir "especho"? |
La bajada era libre y consistía en repetir el itinerario pero al revés por lo que acabamos de nuevo en la capilla de los espejos en la que nos entretuvimos a hacer fotos. En el suelo hay una especie de estampado emulando un campo de estrellas por lo que al mirar a los espejos que hay en el techo es como si vieras el "cielo". También hay espejos en las paredes, uno frente a otro por lo que generan una especie de ilusión de infinidad. La verdad es que la sala era una preciosidad.
Infinity <3 |
En cualquier caso, acabamos en la iglesia de San Nicolás que nuestra guía decía que era muy bonita y la entrada no era demasiado cara. Lo guay de esta iglesia es que se podía subir a la galería y desde allí arriba se podía apreciar mejor la pintura gigantesca del techo que da sensación de profundidad si la ves desde la planta baja pero que desde esa altura se veía todo así como deformado. Admiro mucho a los artistas por ser capaces de jugar así con las proporciones para conseguir el resultado que quieren.
Como chorradita anecdótica del día, delante de la iglesia había aparcado un coche dorado que se veía a 10 km de distancia de lo mucho que cantaba (y había una congregación de gente a su alrededor, si es que... como niños pequeños todos, nosotros incluidos claro) al que le hicimos varias fotos, como está mandado.
Y al final comenzamos la ascensión por la calle Nerudova, que es muy animada, está llena de tiendas de souvenirs (¡fue aquí dónde compré el imán para Miya!) pero también de edificios curiosos y es hiper empinada. Subiendo subiendo acabamos en el castillo de Praga pero como seguíamos sin tener intención de entrar, hicimos algunas fotos a los guardias y fuimos a coger el tranvía para volver hacia el centro a comer, que ya era hora.
Aprovechando que aun había luz solar decidimos volver a Václavské náměstí para encontrar el monumento en recuerdo de Jan Palach y Jan Zajíc, esos dos estudiantes que se autoinmolaron como forma de protesta al comunismo de los que os hablé hace unos meses.
Al final, a mí se me cruzaron los cables y acabamos viendo una exposición de Alfons Mucha que había en Staroměstské náměstí (más tarde descubrí que en Praga hay un museo dedicado exclusivamente a este pintor pero ahora ya, habrá que dejarlo para el siguiente viaje a la capital checa... o.ò así tengo excusa para volver =P).
¡Y hasta aquí las crónicas de Praga! He tardado más de lo que esperaba en reseñar los dos viajes enteros y me da un poco de pena que ya se haya acabado pero tranquilos, próximamente... tocarán memorias de un viaje distinto ^_^