domingo, 29 de septiembre de 2013

Bajo la misma estrella

Hace mucho tiempo, una amiga me recomendó este libro a pesar de que ella misma reconoció que era un libro triste. ¿Sabéis que necesitáis saber de este libro antes de seguir leyendo? Lo narra una chica de dieciséis años con cáncer de tiroides que le ha hecho metástasis en los pulmones que va a un grupo de apoyo donde hay otros niños y adolescentes con cáncer. Es un libro de niños que se están muriendo. Aunque bueno, todos nos estamos muriendo desde el momento en que nacemos.


Hazel Grace se dirige con hastío a un grupo de apoyo para chicos de entre 12 y 18 años que tienen cáncer. Pero esta vez hay un chico nuevo, Augustus, que no deja de mirarla en toda la reunión como si quisiera comérsela con los ojos, lo cual, desde el punto de vista de Hazel, no tiene mucho sentido teniendo en cuenta las pintas que lleva tras pasar por el tratamiento para el cáncer más su sempiterna compañera, la bombona de oxígeno. A pesar de lo grotesco de la situación, hace mucho que Hazel no logra sentirse a gusto con nadie y un chico con el mismo problema que ella parece el único capaz de entenderla.

«Llorarás, reirás y te quedarás con ganas de más» dice Markus Zusak pero nunca te quedarás con tantas ganas de más como Hazel con Un Dolor Imperial. «Esta es la versión alegre de una historia triste» es la frase que aparece en la portada de la edición de bolsillo, pero las historias tristes, aunque contadas con humor, siguen siendo tristes. Bajo la misma estrella es un libro para reír pero sobre todo para llorar, el propio autor aclara al principio que se trata de una historia de ficción, con personajes ficticios y situaciones ficticias que podrían o no guardar alguna relación con la realidad pero que eso no incumbe a los lectores. Pero la realidad siempre supera la ficción...
El grupo de apoyo ponía en escena un elenco cambiante de personajes en diversos estadios de enfermedad tumoral. ¿Por qué el elenco era cambiante? Un efecto colateral de estar muriéndose.
A veces me da miedo decir que he llorado a lágrima viva con un libro o una peli porque entonces siempre salta alguien a decirme que ese libro o esa peli se han escrito o rodado con el objetivo de hacerte llorar. Que son sensiblerías para captar al público, exageraciones innecesarias. Pero yo creo que hay ciertas cosas en esta vida que son para romper a llorar, ya no cuando lees un libro que trate sobre el tema, sino todos los días, a todas horas. Es evidente que estar pensando de forma continua en las desgracias que asolan este planeta no es sano para nadie y que por eso no lo hacemos. Pero toparte con un libro así te obliga a recordar, a pensar, a sufrir y yo no me avergüenzo de llorar al leer una historia tan condenadamente triste. Ni odio al autor por ser un cínico al ganar dinero a base de hacer llorar a la gente porque no creo que lo sea. John Green le da una vuelta de tuerca a una realidad tan cruel como la de los niños que padecen cáncer, y es que no te enseña una foto de un cadáver andante en una cama de hospital con los ojos hundidos, te presenta a una adolescente que se ríe de su situación, que tiene ganas de vivir pero que, a la vez, se resigna a su vida de enfermedad, cuya mayor preocupación es saber qué le pasa a los personajes de su libro favorito después de su final.
Soy una granada. Lo único que quiero es mantenerme alejada de la gente, leer libros, pensar y estar con vosotros, porque a vosotros no puedo evitar haceros daño. Estáis demasiado involucrados. Así que dejadme hacerlo, por favor, ¿vale? No estoy deprimida. No necesito salir más. Y no puedo ser una adolescente normal, porque soy una granada.
Hazel es una protagonista fascinante, hace unas reflexiones increíblemente maduras para su edad pero, bien pensado, si el cáncer no te hace crecer a pasos agigantados, no sé qué lo hará. Y es fascinante porque esperas que esté triste o que se autocompadezca pero no es más que una lectora empedernida a la que le gusta ver reality shows, con una vida y unas aspiraciones sencillas, con unos principios muy firmes, con una moral de lo más elevada, dispuesta a sacrificarse siempre por los demás. Sus dudas acerca de sus sentimientos, de lo que puede o no hacer, de lo que debe o no hacer... es brillante. Y una de las cosas que más me gustó de este libro es que no estoy de acuerdo con ella en ciertos temas, que es algo que valoro mucho teniendo en cuenta mi tendencia a discrepar en casi todo con mis propios amigos.
Los cigarrillos no te matan si no los enciendes. Y nunca he encendido ninguno. Mira, es una metáfora: te colocas el arma asesina entre los dientes, pero no le concedes el poder de matarte.
Bajo la misma estrella está lleno de imperfecciones humanas, de personas que deciden alejarse de sus seres queridos porque están enfermos y no se ven capaces de soportarlo, de personas a las que el dolor ha enloquecido y ennegrecido, de personas que se compadecen de los enfermos sin darse cuenta de lo cruel que es su compasión. Es un libro sobre crueles e injustas verdades reflejadas de forma cruel e injusta. No hay eufemismos ni formas de suavizarlo y por eso el autor lo describe todo sin adornos de ningún tipo. Y ya no solo hablo de la enfermedad y de la muerte, hablo también del amor y el sexo que son tratados sin florituras ni cursilerías, es una historia de amor afilada y cortante la que se cuenta en este libro.

Algo que me hace gracia es que la sinopsis real del libro y que podréis encontrar en su contraportada hace referencia a cierto viaje como si fuera algo clave en la historia cuando no lo es. Para nada. Un viaje es un hecho externo, es acción y movimiento y no trata de eso el libro. No es un libro de aventuras. Es un libro de reflexión.
(...) Si fueras, y espero que algún día vayas, verías muchos cuadros de muertos. Verías a Jesús en la cruz, a un tipo al que le pegan una puñalada en el cuello, a gente muriendo en el mar y en batallas, y todo un desfile de mártires. Pero NI UN SOLO CHICO CON CÁNCER. Nadie palmándola de peste, viruela, fiebre amarilla y cosas así, porque la enfermedad no es gloriosa. No tiene sentido. Morir de enfermedad no es honorable.
Si algo reina en la narración de John Green es el humor negro. Burlarse de la ceguera con un ciego, burlarse de la muerte con un moribundo. No hay nada mejor para esto que el punto de vista de tres adolescentes con cáncer. Algo que me gustó especialmente fueron dos reflexiones que se repiten a lo largo del libro.

La primera es acerca de lo que se piensa, lo que se dice y lo que se recuerda de las personas que han fallecido y como está mal visto hablar mal de los muertos aunque fueran malas personas a ratos (como todo el mundo).
- Lo que pasa con los muertos... Lo que pasa es que si no los idealizas, pareces un hijo de puta, pero la verdad es... complicada, supongo. Ya conoces el tópico del enfermo de cáncer estoico y decidido que lucha heroicamente contra su enfermedad con fuerza inhumana y nunca se lamenta ni deja de sonreír, ni siquiera en el último momento, etcétera, etcétera.
- Por supuesto. Son almas bondadosas y generosas que nos sirven de inspiración cada vez que respiran. ¡Son tan fuertes! ¡Los admiramos tanto!
La segunda es sobre la imagen que se da siempre a las personas enfermas de que son luchadoras por el mero hecho de estar enfermas, en cama, sin poder moverse, pero vivos al fin y al cabo. Hay que tener mucho cuidado con lo que se dice... aunque al final puede que todo se resuma a una de las frases que más me conmocionaron de todo el libro: «Había decidido que los funerales son para los vivos».

Pero no todo en el libro es nuestra querida Hazel Grace. Augustus Waters, un chico con osteosarcoma, Isaac, un chico con cáncer de ojos, Peter van Houten, un escritor misterioso y atormentado por su pasado y, sobre todo, los padres de Hazel, que llevan una carga pesadísima, ayudan a dar diversos puntos de vista al tema, a pesar de que el libro esté contado en primera persona.
Llegará un día en que todos nosotros estaremos muertos. Todos nosotros. Llegará un día en que no quedará un ser humano que recuerde que alguna vez existió alguien o que alguna vez nuestra especie hizo algo. No quedará nadie que recuerde a Aristóteles o a Cleopatra, por no hablar de vosotros. Todo lo que hemos hecho, construido, escrito, pensado y descubierto será olvidado, y todo esto habrá existido para nada. Quizá ese día llegue pronto o quizá tarde millones de años, pero, aunque sobrevivamos al desmoronamiento del sol, no sobreviviremos para siempre. Hubo tiempo antes de que los organismos tuvieran conciencia de sí mismos, y habrá tiempo después. Y si te preocupa que sea inevitable que el hombre caiga en el olvido, te aconsejo que ni lo pienses. Dios sabe que es lo que hace todo el mundo.

Para acabar con mi reseña os dejo una foto muy explicativa. Creo que para cuando la hice no iba ni por la página 100 (de 300) y había dejado de leer porque era incapaz de discernir las letras con tanta lágrima. Por favor, no decidáis leer esta historia solo porque es triste... es algo respetable claro (a mí por ejemplo no me gusta ver películas sobre la segunda guerra mundial), pero hay tanta verdad encerrada en las páginas de Bajo la misma estrella... La prosa es tan maravillosa, los personajes tan bien hechos... que es una pena que le deis una oportunidad.

4 comentarios:

  1. El libro no sé si lo leeré, pero la reseña está muy bien hecha... Emociona ;_;

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  2. Es uno de mis libros favoritos. Recuerdo que las últimas páginas me costaron mucho leerlas... Un saludo.

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  3. No quiero que se me pase la entrada y por eso te comento, pero sólo te puedo decir que no me la leo porque tengo el libro pendiente y quiero "disfrutarlo" completamente por mí misma, que ya sé que estará difícil sabiendo que es un drama y con la última y explicativa foto...

    Cuando le llegue el momento y me lo lea, avísame en la reseña que le haga para, entonces sí, leer esta entrada.

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  4. hola que hay de moral y etica enla pelicula

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