Año nuevo,
vida sección nueva
(el borrador primigenio de esta entrada podría datar de enero). Cuando abrí
Morphallaxis creo que no había comprado un fanzine deliberadamente en mi vida. Digo esto de
deliberadamente porque cuando era joven e ingenua y los fanzineros realmente te acosaban en las esquinas del salón del manga acabé cediendo ante la presión y me compré uno así sin más, solo para que me dejaran en paz. No fue hasta que empecé a descubrir la cantera de autores increíbles que hay en España (gracias, entre otros, a la línea Gaijin de la fallecida EDT y los
mangañoles que le siguieron) que me replanteé mis prejuicios hacia los
fanzines.
Empecé poco a poco y como algo puntual: "me compro el
SupeinGo! porque participan las
XianNu", "me compro el
Life in a Glasscase porque participan
Hanaoka y
Ninona", "me compro el
Kuro-e porque participa... ¡muchísima gente!" y al final, sin saber muy bien cómo, me acabé gastando
más de 300 euros en cómics autoeditados durante el 2014. Como tengo
tantos fanzines por leer y por reseñar y tan poco tiempo para ello, he decidido que, a partir de ahora, haré comentarios más breves de varias obras a la vez con tal de poderles dedicar a cada una de ellas un espacio por pequeño que sea. Eso no significa que no vaya a repetir locuras como la del
Lis en Fleur de tanto en tanto, solo que no podré hacerlo con
todos los fanzines que compro (que es así como físicamente imposible).
Para darle un poco de contraste a la cosa en esta
primera entrada incluyo comentarios sobre
Solo perras,
Sandía para cenar y el quinto número de
Clift, dedicado a los
críptidos.
La historia de cómo llegué a comprar
Solo Perras se remonta, como siempre, a una pequeña historia: en los últimos meses he acabado en el blog personal de
Gerardo Vilches The Watcher and the Tower varias veces y he descubierto que suele reseñar fanzines periódicamente así que cuando vi el nombre de
Ana Galvañ entre las participantes, no me pude resistir...
Solo Perras es un fanzine muy heterogéneo con un plantel de autoras de diversas nacionalidades. Como era de esperar, me ha gustado especialmente la historia de
Ana Galvañ (que parece que va a convertirse en mi favorita de estas antologías) que, como siempre, crea una historia de lo más bizarra sobre una entrevista de trabajo.
Una autora que no conocía pero que me ha convencido es
Laura San Román, con un estilo y una narración muy sencillos y limpios y, en general, un tono de lo más dulce. En general, el resto de autoras se van hacia lo psicodélico, lo escatológico y la brutalidad.
Miriam Persand, por ejemplo, juega con una referencia bastante famosa, la de los perros jugando al póker y le da un trasfondo perturbador. A las demás participantes en la antología me ha costado más pillarles el punto pero el conjunto te deja como una sensación de desasosiego preguntándote si hay algo que no sea una metáfora... Por último, no me olvido del alegato feminista del prólogo con un enfoque algo distinto al habitual, que creo que da en el clavo. En resumen,
Solo Perras es una lectura diferente, con historias mejores y peores, con un dibujo algo alternativo que puede resultar poco atractivo pero que a mí me ha convencido sobradamente.
En este caso la anécdota de cómo acabé comprando (y leyendo) este tomo es algo más rocambolesca. Fue... en el pasado salón del cómic, si no recuerdo mal, cuándo salió a la venta este título. Me lo recomendaron encarecidamente, el autor estaba firmando (aunque no pude pillarlo porque tenía un horario de firmas muy muy ajustado que no asumió cambios de última hora) y me topé inesperadamente con su llamativa portada en cantidades industriales en el GRAF (ese mismo fin de semana) así que me lo compré sin pensármelo ni media vez. Un año he tardado en leerlo, urgida por una nueva sesión de firmas (¡a la que tampoco pude ir!), esta vez en el KBOOM. Pero lo bueno que saco de Murphy es que ahora ya sé por qué mola tanto Javi de Castro.
En
Sandía para Cenar asistimos a la metamorfosis de... una sandía-fruta a una sandía-persona. Pero se trata de algo que carece de importancia en el propio mundo de la historia así que el lector tiene que intentar ignorar ese surrealismo implícito y centrarse en conocer al verdadero protagonista, Rubén. Y lo cierto es que es fácil simpatizar con él enseguida, veintitantos, independizándose, medio pillado todavía de su ex y bastante majo en general. Me encanta lo cotidiano que resulta todo con discusiones aleatorias sobre si el tomate es una fruta o una verdura, padres eternamente preocupados por sus hijos adultos y esa incertidumbre tan odiosa e implacable que parece un sentimiento obligatorio de nuestra generación
(nuestra, la mía y la de Javi, me permito la licencia porque solo nos llevamos un año, y aunque el protagonista sea ligeramente mayor creo que también se le aplica).
Y si la historia es ya perfecta, con un final redondo, no sé qué deciros de la composición de las viñetas. Javi juega mucho con la superposición significativa de escenas, con la repetición para maximizar el efecto, con la oscuridad fragmentada para ponerte los pelos de punta y todo con el sempiterno verde que va a juego con Santi y con esa premisa sinsentido que aceptamos desde el principio. Lectura recomendadísima.
Por último, el
clift #05, dedicado a los
críptidos, que compré en el
Gutter Fest del año pasado encandilada con la temática. Que, por cierto, es otra lectura que he postergado prácticamente un año porque el próximo es de aquí a un mes! En cualquier caso, compré este fanzine sin tener mucha idea de que se trataba de una publicación periódica que se centra en las temáticas más peculiares pero ver un cómic sobre criptozoología pudo conmigo. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que más que un tebeo era un libro! Es una mezcla entre ensayo histórico de lo más interesante, relatos cortos más o menos fantasiosos, ilustraciones extrañas y un solo cómic de dos páginas justo en el centro (que fue lo que me
engañó en el momento de su compra).
Como suele pasar con este tipo de obras colectivas, el nivel es muy irregular y hay algunas aportaciones que me han enamorado por su rigor (
Introducción monstruosa,
Asalto a lo veraz,
El abominable hombre de las nieves) mientras que otras me han parecido de lo más subjetivas e innecesarias (
Los monstruos coleguis). Las ilustraciones en general no son santo de mi devoción aunque conforman una unidad bastante coherente dentro del fanzine. De las historias personales me ha gustado bastante
Pan por la narración alterna y
Babolett por su desarrollo aunque me estorba un poco el sentimentalismo padre-hijo. Más fría me ha dejado
La abominable. Los "sabías que" y la anécdota sobre el Celacanto, muy curiosos. El cómputo global es que ha sido una buena lectura aunque quizá con una calidad demasiado discontinua como para recomendar su lectura abiertamente.