Hime Ichinose es la única hija (en el sentido de única hija chica, no de hija única ^^u) del primer ministro de Japón. Esto siempre le ha traído problemas con sus compañeros de clase por lo que al empezar el bachillerato decide no contarle a nadie quién es. Pero su posición no es fácil de ocultar y el primero en descubrir su secreto resulta ser un gigoló en potencia que, por supuesto, demanda dinero para guardarle el secreto. ¿Qué hará Hime?
Nagatachô Strawberry me ha hecho pensar que quizá ya no estoy hecha para los shôjos de la Ribon. No fue buena idea leer Rockin’ Heaven antes de Nagatachô. Las obras primerizas siempre son peores. La evolución es inevitable. Y las comparaciones también.
Mayu Sakai intentó ser original al crear una protagonista hija del primer ministro pero no lo consiguió. No es ese el truco para que un manga (o una historia, en general) sea interesante. Lo importante es el desarrollo y a qué se le dé importancia.
Leyendo este manga no podía parar de pensar que no había un objetivo claro, que las acciones se sucedían totalmente al azar, por conveniencia. Y es demasiado corto, como siempre, a pesar de ser 5 tomos, en la práctica no llegan ni a 4. Nunca entenderé esa manía de colapsar los tomos con historias cortas. Es una de las cosas que más odio del shôjo en general. Que hagan un tomo recopilatorio de historias cortas y ya, no hace falta meter paja hasta la saciedad. Y, por cierto, no he leído las historias cortas porque quería continuar con Nagatachô. Cuando me anime a leerlas ya las comentaré...
La historia es mona. La protagonista también. Es lista, amable, valiente y sabe desenvolverse muy bien en cualquier situación, no se arrastra, no se vende, tampoco permite que otros lo hagan, no con ella al menos. Pero para mí, eso no es suficiente.
Natsuno tiene un pasado triste pero no dejo de pensar que eso no es motivo suficiente para prostituirse de la manera en que lo hace. Hay historias similares, todos esos mangas de hosts… Pero la diferencia es que Natsuno tiene 15 míseros años y que tiene una tabla de tarifas dependiendo de si lo que quiere la clienta es darle un beso o que la acompañe a casa.
Vamos a ver, ¿quién pagaría las burradas que demanda Natsuno solo para que la acompañara a casa?! ¡Lo más pícaro que tenía en la lista era un beso y valía una fortuna! ¿Las niñas de 15 años necesitan eso? ¿Pagarían por eso? ¿Les parece normal? Es demasiado incoherente, hasta para un manga, hasta para un shôjo.
A partir de aquí viene una reflexión personal sobre la historia que implica la presencia de spoilers, avisados (como siempre) estáis.
Y, veamos, no es bueno clasificar las cosas porque se pierden muchos matices pero sí es cierto que hay un gran porcentaje de shôjos que pueden clasificarse en dos categorías: a una pertenecen todas aquellas historias semiinfatiles y dulces en la que un chico y una chica se conocen, se van enamorando y, finalmente, se declaran, se dan un beso (o la mano… u.u) y se acaba el manga; otros son aquellos en los que la pareja empieza a salir antes pero los problemas no son tanto conseguirlo sino qué hacer después y así se plantean muchos problemas cotidianos donde entran los celos y la vergüenza/preocupación por perder la virginidad, etc.
Este manga no sigue ninguno de esos patrones, en el tomo #2 los protagonistas ya empiezan a salir juntos. Y encima lo hacen de esa manera tan poco clara en la que su relación sigue siendo idéntica a antes de que comenzaran a salir. Entonces hay una pelea con Eri, amiga de ambos y enamorada también de Natsuno. Hasta aquí bien porque se ahonda en la amistad y está bastante bien llevado. Pero después… se meten en berenjenales relacionados con el estatus social de Hime, aparece Yukihiro, hijo de un senador corrupto, que sufre maltrato y que no hace más que desfilar por la historia y generar celos tontamente en Natsuno pero es un personaje de lo más insustancial. Aparece, madura, denuncia a su padre, se va de viaje. Sí es cierto que es interesante introducir el maltrato por parte del padre pero todo transcurre de una manera que me hace pensar que es solo relleno… Y entonces, Hishoyama (el secretario pesado) se opone tontamente a la relación entre ambos y sufre un accidente innecesario. Cambia de opinión radicalmente y cuando muy oportunamente, Kôko sufre un ataque, se pone de parte de Hime para que consiga el dinero para la operación. Este súbito dramatismo me sobra. Y lo de Kôko era tan predecible… Claro, no vas a hacer que el protagonista tenga una madre hospitalizada si es que no quieres hacer sufrir a los protagonistas (y lectores) antes o después. Pero todo va demasiado rápido. Y todo acaba como si nada…
Ahora, los que hayáis leído el manga u os acabéis de tragar todos los spoilers: seriously, el primer ministro paga una millonada para que puedan operar a la madre de Natsuno y así la salva de una muerte segura. Ahora, pensemos, ¿qué clase de justicia hay en que una mujer viva o muera única y exclusivamente porque la hija del primer ministro se ha enamorado de su hijo? En el mundo alternativo de Nagatachô Strawberry habrá, igual que en este, miles de personas que no tendrán el dinero suficiente para costearse un médico o una operación y morirán por eso.
¿Qué clase de moraleja da Nagatachô Strawberry a las miles de adolescentes y preadolescentes que habrán leído el manga?
¿Y aun así Mayu Sakai pretende hacernos creer que Natsuno, simplemente, se enamoró de Hime? ¿Que si esa misma Hime, con su personalidad y su aspecto, no hubiera sido hija del primer ministro habría acabado igualmente con Natsuno? ¿Que él se hubiera interesado por ella?
Kôko hubiera muerto, Natsuno habría dejado los estudios y no habría vuelto a pensar en Hime. Los finales felices tienen un límite. Si no quieres llegar a ese extremo no desarrolles el argumento de manera que tengas que llegar a él. No se puede ser tan idealista.
Y hasta aquí los spoilers.
Y para que no parezca que ahora mismo estoy echando los tomos a la hoguera y disfrutando mientras veo como se consumen en las llamas, debo aclarar que no es un manga tan malo como lo pinto. Que tiene un publicó concreto al que le encantará. Que aunque el dibujo sigue siendo un intento fallido de asemejarse al de Arina Tanemura, no está tan mal. Y que Mayu Sakai tiene la habilidad de conseguir que los adultos existan, que los padres sean diferenciables tanto por aspecto como por personalidad y que tengan su más que merecida importancia.
Es solo que supongo que he leído demasiadas historias de este tipo y necesito algo más para querer conservar un manga en mis estanterías. Nagatachô no es novedoso pero tampoco es malo. Es una historia dulce sin muchas pretensiones, con buenos personajes (sobre todo Eri) y un final acorde con todo lo demás.
Y precisamente por eso, como veníamos comentando hoy en twitter, este manga es ideal para los que se inician al shôjo… pero no para los que empiezan a cansarse del género.
PD: lo peor de todo el manga es, sin duda, Tamasaburô. Malditas las ganas de adoptar un aborto de foca que solo piensa en comer como mascota.
PD2: necesito que alguien me explica porque Hime es morena (mirad las portadas) pero en blanco y negro parece totalmente rubia (tanto como los teñidos Natsuno y Eri ¬¬)