Este cómic juvenil me llamaba la atención desde que lo vi por primera vez en una librería e, igual que le ocurrió a Arsénico, la cita de Neil Gaiman en la portada acabo de convencerme para darle un lugar definitivo en mi lista de cómics por leer.
Anya se enfrenta a la adolescencia en todo su esplendor: su única amiga es bastante ceniza, el único chico que le hace un poco de caso es un empollón repelente, el amor de sus sueños sale con una chica que parece una barbie y encima saca buenas notas, esos kilos de más le hacen sudar la gota gorda en educación física y nadie es capaz de decir en voz alta su impronunciable apellido ruso. Es por todo esto que decide saltarse las clases e irse a fumar al parque con tan mala suerte que se cae en un hoyo... ¡en el que hay un esqueleto! Por si la situación no fuese ya bastante espeluznante, de dicho esqueleto emerge el fantasma de Emily, que tras una muerte nada apacible fue incapaz de descansar en paz...
El Fantasma de Anya me ha hecho pensar constantemente en la típica novela juvenil, solo que reconvertida en cómic (un medio que me parece idóneo para esta historia por cierto). La autora aprovecha la premisa sobrenatural para abordar todos los temas típicos del género: falta de autoestima, egocentrismo y egoísmo, inseguridad, amor ciego, inconformismo y una marcada propensión al dramatismo.
En ese sentido Anya se presenta como la típica adolescente, tan típica es que resulta demasiado perfecta en su papel de «adolescente del montón». En general, la lectura de este cómic es muy amena pero no va más allá de la trama del mismo, ni te hace reflexionar ni te emociona. Diría que es una lectura óptima para adolescentes que seguro que la disfrutarían mucho más de lo que lo he hecho yo y que quizá puedan obtener una o dos moralejas como que no se puede abusar de la confianza de los demás, que hay que serle leal a los amigos (si aspiras a conservarlos), que hay que respetarse a uno mismo y que no está de más tratar a la gente con tacto y ser amable sin esperar un beneficio ulterior.
El dibujo es una monada. Muy personal y muy alejado a lo que estoy acostumbrada últimamente, con líneas redondeadas, trazos gruesos y un diseño de personajes infantiloide que es sencillamente encantador. Otra de las características del grafismo son las tonalidades azuladas, más que grises, que le acaban de dar un toque personal a la obra en su conjunto. A pesar de exhibir un estilo tan naif, Vera Brosgol le da un giro de tuerca hacia el nudo y desenlace de la historia, en que consigue escenas bastante terroríficas sin que su estilo se vea por ello desvirtuado, siendo coherente gráficamente de principio a fin.
El Fantasma de Anya es un cómic extremadamente sencillo en su concepción que no satisfará a los lectores más exigentes pero que puede ser la opción ideal para los más jóvenes, que encontrarán un relato trepidante y moralizante.
¡Qué recuerdos! Tengo que volver a leerlo. Supongo que me cogió en buen momento y no sé yo si ahora la disfrutaría tanto como entonces. Hace poquito me leí uno que me recordó a este, por lo sencillo que es y el encanto que tiene (y que también es muuuuy juvenil). En la vida real se llama en español. ¿Lo has leído?
ResponderEliminar¡Un besote, guapísima!
PD: Me voy a repasar tu blog, ¡¡necesito un cómic que me enganche urgentemente!!
Pues ahora que lo comentas, conozco En la vida real (tiene muy buena crítica) pero no lo he leído porque tenía pinta de estar muy centrado en el mundo de los videojuegos y nunca me ha llamado... pero supongo que al final acabaré cayendo como todos xD
EliminarPD: Me alegro de que mi blog te sirva de catálogo ^^ La verdad es que ahora mismo no sabría qué recomendarte... si eso, prueba con cualquier cómic firmado por Guy Delisle, que parece sello de calidad =)
hola donde puedo conseguirlo en pdf o online para leer
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