Empecé esta temporada "sabiendo" que iba a ser la peor de todas y, a la vez, expectante por ver como llevarían los guionistas el tema de Billith. Y me encontré con unos capítulos aburridísimos con nuevos personajes que no me importaban una mierda (como Niall) y, sorprendentemente, con la casi total ausencia de las clásicas subtramas secundarias de True Blood.
Billith me importaba más bien poco, por no decir nada. Si el personaje de Bill empezó resultándome indiferente, no he hecho otra cosa que odiarlo un poquito más a cada nueva temporada y en esta que su personalidad casi queda anulada por su divinidad, no ha hecho más que empeorar lo que le faltaba para convertirse en un personaje que estorba. Además, no acababa de ver por dónde iba el tema de Warlow y casi me interesaban más las subtramas de ese momento (que antes he dicho CASI total ausencia de las mismas, no que no hubiera ninguna), las 4 haditas de Andy por un lado y Nicole y su asociación por los derechos de los vampiros por el otro, que lo que pudiera ocurrirle al elenco principal.
Tener cuatro hijas con un hada para que acaben así en unos días |
Y aquí hay muchísima tela que cortar. Eric pierde los estribos, Jess se enfrenta a un dilema moral inesperado, los flashbacks de rigor no son tan aburridos como de costumbre porque indagan en el pasado de Nora, se añaden un par de vampiros más al elenco principal de personajes y, lo mejor de todo, mi matrimonio predilecto de esta serie vuelve con energías renovadas. Escalofriante e hilarante a partes iguales.
Un personaje que, después de todo, me ha sorprendido para bien es Jason. Después de su ataque de racismo hacia los vampiros y una vez deja de tener visiones de sus padres muertos, vuelve a ser más "él" y se da cuenta de todas las barbaridades que ha dicho/hecho. En contraposición, uno que me ha decepcionado gravemente es Alcide y su absoluta pérdida de control una vez se alzó como líder de la manada de Shreveport. Fue el recurso fácil de los guionistas para que Sam y Alcide estuvieran ocupados con algo mientras Sookie buscaba a su prometido y Billith intentaba salvar a los vampiros de la extinción pero es que es demasiado gratuito todo. Ni el desarrollo ni su resolución son coherentes con el resto de temporadas pero qué más da, solo son secundarios, a quién le importa.
Pero volvamos con nuestra odiada-por-casi-todos protagonista Sookie Stackhouse. A pesar de lo mucho que la odiéis no podéis negar que es consecuente con sus elecciones. Salió con Bill, se peleó con Bill, salió con Eric (cuando no era realmente Eric pero mejor no darle muchas vueltas a eso), lo dejó con Eric, decidió que los quería a los dos y que eso no era especialmente lícito así que finalmente escogió mantenerse alejada de los vampiros, lo cual tiene sentido teniendo en cuenta las veces que su vida estuvo en peligro desde que conociera a Bill.
Al margen de lo ABURRIDO en mayúsculas que pudiera resultar el arco de Warlow al principio (sobre todo con Billith correteando por allí) el caso es que la trama se acaba animando y da lugar a algunas de esas conversaciones para enmarcar de True Blood que hacen que, para mí, la serie valga la pena más allá de las carcajadas constantes que proporciona. Sookie descubre... cierta información más que relevante sobre su pasado y sobre ella misma y su forma de confrontar los hechos es, cuanto menos, curiosa.
Una de las cosas más inesperadas de la temporada y que no os estoy spoileando del todo es un funeral... hay muchos personajes en esta serie y mueren unos cincuenta por temporada así que consideremos que el hecho de que os diga que uno más muere en esta temporada no es la gran revelación de vuestras vidas. En cualquier caso, y a pesar de toda la gente (humanos, vampiros y cualquier otro tipo de criatura sobrenatural) que ha muerto, no recuerdo ninguna otra muerte que me impactara tanto y que los guionistas trataran con tantísimo cariño. Sí, reconozco que lloré, las dos veces que vi el capítulo.
Así que una temporada que empecé totalmente desganada acabó sorprendiéndome considerablemente (para bien) en un último repunte de genialidad. Mención a parte se merece el final del último episodio que, como es costumbre, es un preludio a la siguiente y última temporada de la serie.
Pero volvamos con nuestra odiada-por-casi-todos protagonista Sookie Stackhouse. A pesar de lo mucho que la odiéis no podéis negar que es consecuente con sus elecciones. Salió con Bill, se peleó con Bill, salió con Eric (cuando no era realmente Eric pero mejor no darle muchas vueltas a eso), lo dejó con Eric, decidió que los quería a los dos y que eso no era especialmente lícito así que finalmente escogió mantenerse alejada de los vampiros, lo cual tiene sentido teniendo en cuenta las veces que su vida estuvo en peligro desde que conociera a Bill.
Al margen de lo ABURRIDO en mayúsculas que pudiera resultar el arco de Warlow al principio (sobre todo con Billith correteando por allí) el caso es que la trama se acaba animando y da lugar a algunas de esas conversaciones para enmarcar de True Blood que hacen que, para mí, la serie valga la pena más allá de las carcajadas constantes que proporciona. Sookie descubre... cierta información más que relevante sobre su pasado y sobre ella misma y su forma de confrontar los hechos es, cuanto menos, curiosa.
Una de las cosas más inesperadas de la temporada y que no os estoy spoileando del todo es un funeral... hay muchos personajes en esta serie y mueren unos cincuenta por temporada así que consideremos que el hecho de que os diga que uno más muere en esta temporada no es la gran revelación de vuestras vidas. En cualquier caso, y a pesar de toda la gente (humanos, vampiros y cualquier otro tipo de criatura sobrenatural) que ha muerto, no recuerdo ninguna otra muerte que me impactara tanto y que los guionistas trataran con tantísimo cariño. Sí, reconozco que lloré, las dos veces que vi el capítulo.
Así que una temporada que empecé totalmente desganada acabó sorprendiéndome considerablemente (para bien) en un último repunte de genialidad. Mención a parte se merece el final del último episodio que, como es costumbre, es un preludio a la siguiente y última temporada de la serie.
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