Me encuentro en una de esas situaciones en las que lo último que quiero es escribir una reseña que tarde más en leerse que el propio cómic que comento. Un policía en la luna no es un cómic mudo pero bien podría serlo. Lo cogí con ilusión en mi bienamada biblioteca después de haber catado ya a Tom Gauld con su recopilatorio de tiras cómicas Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora, del que no llegué a hablar en el blog porque no tiene argumento como tal aunque me proporcionó alguna que otra risotada. Tenía mucha curiosidad por saber qué trama era capaz de hilar alguien con tanto ingenio como para concebir una tira cómica semanal.
El título se explica por sí solo ya que esta obra se centra, precisamente, en un policía destinado en la Luna. Aunque en algún momento de su vida fue él mismo quien quiso trabajar allí, ahora solicita un traslado de vuelta a la Tierra en vista de que todos están abandonando el solitario satélite y ya no consigue recordar por qué quiso ir en primer lugar.
Hace un tiempo leí un hilo de Faye en que comentaba lo ilógico que le parecía que el cómic (casi) nunca se clasifique por géneros en las librerías; es decir, siempre hay una zona (más o menos grande) destinada a todo tipo de cómics pero estos están, como mucho, separados por país de procedencia (con la separación más clara siendo la de manga, cómic americano, BDs y una sección adicional para los tebeos patrios), nunca por género. Pero el formato en viñetas permite que Un Policía en la Luna pudiese colocarse tanto en la sección de ciencia ficción como en la de poesía.
Lo de la ciencia ficción es obvio, al fin y al cabo ya en la portada se puede ver a un señor con traje de astronauta que se pasea por los cráteres lunares y, en cuanto nos situamos en un escenario extraterrestre todo el mundo es rápido en asignarle el género a una obra, al menos a las novelas. Sin embargo, Tom Gauld opta por aprovechar la extravagancia de dicho escenario para poner de relieve una serie de reflexiones existencialistas, un recurso que, por otra parte, caracteriza numerosas novelas del género y, por supuesto, también otros cómics (se me ocurre el caso de Yuna).
Lo de la poesía se me ocurre por la rígida disposición de viñetas, que me recuerda a la necesidad de contar las sílabas de cada verso; por las metáforas, un recurso que caracteriza sin duda tanto a esta obra como a este segundo género; y, por supuesto, por el lirismo, por ese «show, don't tell» llevado al máximo exponente en una obra donde una de las acciones más transcendentales del protagonista consiste en comerse una rosquilla.
Lo de la ciencia ficción es obvio, al fin y al cabo ya en la portada se puede ver a un señor con traje de astronauta que se pasea por los cráteres lunares y, en cuanto nos situamos en un escenario extraterrestre todo el mundo es rápido en asignarle el género a una obra, al menos a las novelas. Sin embargo, Tom Gauld opta por aprovechar la extravagancia de dicho escenario para poner de relieve una serie de reflexiones existencialistas, un recurso que, por otra parte, caracteriza numerosas novelas del género y, por supuesto, también otros cómics (se me ocurre el caso de Yuna).
Lo de la poesía se me ocurre por la rígida disposición de viñetas, que me recuerda a la necesidad de contar las sílabas de cada verso; por las metáforas, un recurso que caracteriza sin duda tanto a esta obra como a este segundo género; y, por supuesto, por el lirismo, por ese «show, don't tell» llevado al máximo exponente en una obra donde una de las acciones más transcendentales del protagonista consiste en comerse una rosquilla.
Es pues ésta una obra minimalista. En todos los sentidos. Lo es en dibujo, lo es en diseño de personajes, lo es en cantidad de los mismos, lo es en palabras, en escenario, en cualquier cosa excepto quizá en su mensaje. Es difícil saber si Tom Gauld pretendía hacer una crítica social en la línea de sus tiras cómicas para The Guardian o si simplemente le apetecía contar qué podría hacer o pensar un policía en la luna. Los diálogos que aparecen son escasos (debido a la muy reducida población lunar) y breves pero ninguna palabra se ha escogido al azar.
Un policía en la luna es un gigantesco «cuidado con lo deseas porque podría hacerse realidad» que le sirve al autor para ahondar, una vez más, en nuestra humanidad, en lo que somos, en por qué hacemos lo que hacemos y, sobre todo, en nuestra naturaleza como seres sociales.
Definitivamente tengo que leer algo de este autor ya, me llama bastante - mucho, esta además parece una "lectura" extremadamente rápida!!
ResponderEliminar¡Creo que todo lo que tiene publicado se lee rápido! Para ir haciendo boca no dejo de recomendarte su cuenta de twitter en la que va subiendo parte de las tiras cómicas que publica. Tengo sentimientos encontrados con este autor porque cuando da con la tecla no podría gustarme más pero, por ejemplo, con Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora ya me pasó que hubo muchas tiras que no pillé por falta de contexto/cultura y Un policía en la luna no me convence demasiado como obra "larga"... Tengo pendiente otra visita a la biblioteca para probar suerte con Goliat, que promete bastante =)
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