domingo, 5 de junio de 2016

Soufflé

Muy animada con su nominación como autor novel y con sus extraordinarias participaciones en el primer número de Voltio, mi última lectura patrocinada por la biblioteca de Mataró ha sido Soufflé, creación de Cristian Robles, por la que desfilan todo tipo de amputaciones, alucinaciones y atrocidades varias.


El soufflé es la droga de moda. Y, como todas las drogas, tiene efectos perniciosos para la salud... aunque sean un poco más extremos e inmediatos de lo habitual, como la pérdida de extremidades u otros miembros. Así, las víctimas de la droga son fácilmente reconocibles por la ausencia de brazos, ojos... perspectiva que no desanima a los más jóvenes a seguir tomando cantidades ingentes de las extrañas bolas amarillas. Es el caso de Daniel, Gross, Andy y Bea, un grupo de amigos que sufrirá las consecuencias del soufflé en sus propias carnes. 

Estoy bastante segura de que hay tantas interpretaciones de Soufflé como personas que lo hayan leído y quizá ninguna se corresponde con la del autor. Para mí, es una especie de metáfora o exageración de la sociedad actual. Invita a la reflexión, si existiese de verdad una droga como el soufflé, ¿la tomaría alguien? La respuesta más obvia es negarlo con contundencia pero claro, si una piensa en los efectos dramáticamente perjudiciales que tienen muchas drogas actuales, legales e ilegales, que toman millones de personas, el asunto se vuelve más pantanoso. Lo único que diferencia el soufflé del cannabis, el tabaco, la cocaína o el alcohol es que los efectos secundarios son evidentes desde el primer o primeros consumos.


Se narra como los distintos personajes destrozan sus vidas por haberse aventurado a tomar la droga y el autor lo enmarca todo en un mundo casi onírico donde pesan más los elementos de ficción pero las peleas embriagadas, los accidentes, la sobredosis, son todas consecuencias que vemos en las noticias de forma regular. Todo ello encarnado por personajes jóvenes, egocéntricos, acomplejados, decepcionados, hastiados que sólo buscan la interacción interpersonal, por tóxica que pueda resultar, con tal de huir de la soledad en pos de sentirse aceptados por otras personas patológicamente idealizadas. No creo que sea trivial que el único personaje adulto (o mayor) que aparece en la historia esté absolutamente perturbado, atormentado por la culpa, y sea el causante de muchos de los problemas que se dan en la cuadrilla de amigos. 

A nivel gráfico es increíble. Cristian Robles tiene un estilo muy particular aunque no me atrevería a decir que reconocible ya que no deja de mutar y sus distintas obras podrían pasar perfectamente como títulos de distinta autoría si hubiese utilizado alias. En Soufflé en concreto se despacha a gusto con la sangre, los gusanos, y una miríada de escenas repulsivas que no os recomiendo leer ni antes ni poco después de haber comido (a no ser que tengáis un estómago de hierro claro). El dibujo es... malrollista, con cierta predilección por las formas geométricas y los engendros amorfos, que se complementan a la perfección en sus páginas. Y todo ello con unos colores y tonos muy bien escogidos que contribuyen a esa sensación de desasosiego continuo.


Sinceramente, no puedo decir que haya disfrutado de la lectura de Soufflé, demasiado sádica y descorazonadora desde la primera página para mi gusto. Sin embargo, estoy segura de que es una historia que hará las delicias de todos aquellos a los que os van las historias más psicodélicas y perturbadoras, con paranoia final incluida (y hasta aquí puedo leer). Eso sí, no me amedrenta para nada que el tema de las drogas no me haya entusiasmado, espero con ganas Mameshiba y aún tengo que echarle el guante a Ikea Dream Makers.

2 comentarios:

  1. pues me llama bastante la atención y con el último párrafo me has convencido bastante(historias psicodélicas y perturbadoras!!), tendré que estar atento a ver si aparece por mi biblioteca!

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    1. A este ritmo vas a sucumbir al préstamo interbibliotecario ;)

      ¡Espero que te guste más que a mí! Es muy difícil hacer una reseña decente de una lectura que no te ha entusiasmado por el tema más que por el buen hacer del autor.

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