domingo, 29 de noviembre de 2015

Últimas lecturas [shôjo edition]

Antes de empezar, aprovecho para recordaros que esta entrada puede contener spoilers de los tomos leídos y/o de los anteriores.


Empiezo con Aoha Ride #6, el shôjo del momento. Creo que Kominato (un poco más abajo) resume en una sola frase, o quizá en un solo adjetivo, mi opinión sobre este tomo. De acuerdo con la traducción/adaptación de Ivrea, Kou es sencillamente gilipollas. Aoha Ride no es un buen manga para leer tomo a tomo porque no solo se lee en un segundo sino que apenas ocurre nada, sin ir más lejos este sexto tomo abarca un solo día en el que todo lo que hacen los personajes es correr de un lado para otro echándose miraditas de soslayo y sonrojándose. Por si no teníamos suficiente con Kikuchi formando el triángulo amoroso, ahora entra también Narumi para complicar las cosas todavía más (que si no el manga no llegaría a los trece tomos). Puedo entender que Kou sienta una mezcla de compasión y responsabilidad hacia Narumi debido a su similar situación familiar, puedo hasta entender que ponga los sentimientos de su amiga por encima de los suyos propios pero lo que me saca de mis casillas es que vaya por la vida besando a Futaba para luego darle calabazas de una forma tan ruin. Kikuchi empieza a recordarme mucho a Ken (No soy un ángel).



Por otro lado continúo al fin con la lectura de Pequeñas Mentiras Piadosas, cuyo tomo #12 se mantiene en el estancamiento habitual de la trama. El equipo de Mush & Co. celebra el éxito del sabotaje al playback, Mari lloriquea porque es consciente de que ha quedado en evidencia, Takagi es tan odioso como siempre y, por supuesto, Riko y Aki están medio peleados todo el tomo. Mira que tengo que haber leído shôjos en mi vida pero no recuerdo ninguna pareja que tras tantos tomos después de empezar a salir haya hecho tan pocos progresos en su relación y, además, no haga otra cosa que discutir constantemente por todo. A ratos me mosquean bastante pero la verdad es que me encanta la personalidad de ambos: Seta es tan auténtica que siempre te está sacando sonrisas y Aki es un inmaduro pero, a su modo, es adorable. Sus escenas con Shun, de amistad pura, le dan un plus a la historia; Pequeñas Mentiras Piadosas se aleja mucho de la típica estructura de shôjo de instituto en que la protagonista femenina suele tener, como mínimo, una mejor amiga, ¿será que Seta no se entiende con las chicas de su edad? Especialmente coherente veo el dilema de Yuu y el sermón que le echa su padre, si no tienes talento y te amparas en el vozarrón de Riko, al menos has de ser consciente de que tu paso por el mundo de la música va a ser más bien breve.


Y, en tercer lugar, y limitada como siempre por la publicación de shôjo en este país, os introduzco también Liselotte et la forêt des sorcières, el nuevo manga de Natsuki Takaya, que he empezado a comprar en francés (aunque está en stand by en Japón desde no se sabe pero soy así de masoquista). Estoy contenta porque parece que le estoy cogiendo el tranquillo al idioma y no he tenido que tirar de diccionario para leerlo. Sobre la historia... siguiendo la estela de Tohru (Fruits Basket) y Sakuya (La melodía de las estrellas), Liselotte es una Mary Sue de manual: siempre sonriente, siempre pensando bien de los demás, con la cabeza en las nubes. Personalmente, este tipo de personajes me cansan un poco porque no los veo reales y me cuesta más meterme en su piel (carecen de conflictos internos con los que pueda empatizar) pero, en general, son agradables para leer de forma relajada. La historia es muy sencilla y la propia autora dice que no tiene prisa en desarrollarla... tan poca prisa tiene que ni sé cuándo salió el último tomo en Japón y ya se ha puesto en marcha con la secuela de Fruits Basket. Aún así, ya en el primer tomo se deja entrever un pasado muy trágico de la protagonista (que si no, no sería la protagonista de un manga de Natsuki Takaya) en el que espero que se profundice más adelante porque me he quedado con las ganas de leer algo con un matiz más psicológico, que emule su obra principal, que fue con la que me enamoré de la mangaka.


Y como Aoha Ride no es un buen manga para leer tomo a tomo, acto seguido cayeron estos tres (y más que habría leído si los hubiese tenido en casa). Por un lado, la eterna ambigüedad entre Futaba y Kou por fin llega a su fin Kikuchi mediante, que se arma de valor y se declara al fin. Por otro lado, Kou finalmente se da cuenta de que estar con Narumi no hace más que perjudicarle así que "corta" con ella (aunque no estaban saliendo juntos tampoco pero en fin) pero tarda tanto en hacerlo que para cuando pretende declararse, Futaba ya ha tomado la determinación de pasar página a base de salir con Kikuchi, una decisión muy cuestionable y moralmente dudosa teniendo en cuenta que, aunque no lo quiera aceptar, es evidente que sigue enamorada de Kou... y que actuando así no va a conseguir otra cosa que herir a Kikuchi. Es una evolución de la trama previsible, que he leído incontables veces en otras obras del género y que me desespera bastante. De todas formas, Futaba ya se había ganado mi antipatía previamente cuando, después de que Kou le dé calabazas "oficialmente" se propone ser más femenina a base de adelgazar, maquillarse, comportarse como una señorita... vamos, pretender que es otra persona de la que, en cualquier caso, ni Kikuchi ni Kou se habrían enamorado.


De estos tres tomos, me he entretenido mucho más con las tramas de los secundarios que con la principal. En primer lugar, Shuuko, que comete una temeridad que podría haberle pasado factura tanto a ella como a Yoichi. Es un acto imprudente a fin de cuentas propio de una adolescente que, sin embargo, le ayuda a madurar y a dejar atrás una relación que no tenía ningún futuro ya antes de comenzar siquiera (o no, que aún quedan cuatro tomos y puede pasar de todo). Y, hablando de Yoichi, hace un comentario muy acertado que podéis leer en la viñeta inferior: tiene que comportarse como un adulto; es una obligación en lugar de algo fluido o natural, ser mayor de edad, tener una carrera o firmar un contrato laboral no te confiere madurez, sino una barrera invisible que convierte en ilícitos ciertos comportamientos a los que antes ni siquiera prestabas atención.


Aunque es Yuuri la que da la sorpresa, combatiendo ferozmente por los sentimientos de Futaba, intentando impedir (sin mucho éxito) que Kikuchi se acerque a ella y, finalmente, enamorándose de Uchimiya. Algo que agradezco mucho de Aoha Ride es que la autora da espacio para desarrollar tanto la amistad entre Kou y Kominato como la de Ando con sus amigos, tanto es así que no se limita a breves conversaciones aleatorias sino que incluso los hace pelear; es una lástima que la amistad masculina se suela ignorar tanto en el shôjo.

PD: Tanto Norma como ECC como Planeta dieron a entender que tienen pensado publicar algo de shôjo de cara al año que viene, ¿dejará de monopolizar Ivrea mis entradas sobre lecturas shôjo? Antes por lo menos ponía algún que otro título que hubiese comprado en inglés pero están tan caros... y tampoco domino tanto el francés como para empezar a comprar tomos a mansalva... *se va a llorar al rincón*

2 comentarios:

  1. hacía falta que Sakisaka tomara este rumbo? tengo la sensación que es como para alargar la trama

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tanto que es para alargar la trama, como siempre que se utiliza este recurso en los shôjo. Hace honor a la expresión "un clavo saca otro clavo" sin entender que por mucho que alguien te quiera no va a empezar a gustarte mágicamente por mucho que te lo propongas U_U

      Eliminar