La espada del inmortal es uno de esos manga célebres que se supone que debes leer sí o sí si no quieres que te llamen hereje. Larga trayectoria tiene el título que empezó a publicarse en Japón en 1994 y, en España, primero en 1997 por Norma y, finalmente, en 2003 por Glénat, que se quedó a un tomo de completar la publicación de la obra, que finalizó Planeta el pasado verano, ya en 2015. Cuando supe de su existencia al entrar en el mundillo no me llamó en absoluto la atención pero hace cosa de dos años empezó a intrigarme más y más hasta que me encontré una oferta relativamente decente por los 27 primeros tomos y no me lo pensé mucho.
Algo que me siento obligada a decir antes de iniciar esta reseña es que La espada del inmortal es uno de los manga más violentos, cruentos y sádicos que he tenido el placer y el horror de leer (el "solo para adultos" impreso en todas y cada una de las portadas no está puesto al tuntún): penurias, desgracias, injusticias, asesinatos despiadados, torturas ensañadas, vísceras, amputaciones y, sobre todo, violaciones. Si sois sensibles deberíais tener esto en cuenta antes de embarcaros en la lectura de este manga que, por otra parte, recomiendo encarecidamente.
Debo reconocer también que aunque cogí la lectura con muchas ganas casi un año después de haberme comprado los tomos, no me convenció en absoluto y, de hecho, la dejé aparcada durante unas semanas tras haber acabado el primer tomo, inevitable y necesariamente introductorio. Al terminar me di cuenta de que, en realidad, los tomos que sí me engancharon (en especial a partir del tercero) seguían siendo introductorios debido a la magnitud de la obra en su totalidad.
Rin es una chica huérfana que solo puede pensar en vengar a sus padres. Anotsu aspira a cambiar de raíz un sistema social que, a su modo de ver, carece de sentido. Y Manji es un ronin inmortal, asesino de cien hombres, que se propone matar a mil bandidos para expiar sus pecados aunque pronto descubrirá que no siempre es sencillo saber qué muertes están justificadas y cuáles ya no tanto...
Una historia que, aparentemente, debía narrar la lenta consumación de una venganza, se convierte casi sin que el lector se dé cuenta en una ficción sobre los entresijos del Bakufu, los samurai, el camino de la espada y las distintas escuelas de esgrima. A pesar de que se trata de una historia que necesariamente ha de avanzar a base de innumerables duelos entre el protagonista y todos los enemigos que le salen al paso (y de los enemigos entre ellos también en realidad), el deleite de su lectura (al menos para mí) no viene de las impresionantes viñetas dedicadas a las batallas sino a la complejidad psicológica de la que dota el autor al trasfondo de su obra.
De igual forma, las variopintas personalidades de los incontables personajes del manga arrollan al lector con su diversidad, complejidad, verosimilitud, honor, vileza, hipocresía y, sobre todo, con sus amargos conflictos internos. Digno de elogio es el esfuerzo del autor por representar relaciones humanas creíbles en las que, no solo contamos con muchísimos bandos que a ratos se enfrentan a veces se alían alejándose de las nociones de "bueno" y "malo" tantas veces repetidas en la ficción sino que, incluso en las amistades, refleja los distintos puntos de vista, las disputas y los desacuerdos entre compañeros. Al fin y al cabo, es por una mezcla entre conveniencia y azar que los distintos personajes se encuentran y se alían y ello propicia que bajo un mismo estandarte se reúnan todo tipo de personalidades opuestas con motivaciones de lo más dispares. Y la guinda del pastel la pone revelando que personajes que, en realidad, son de lo más afines y que, en otras circunstancias, podrían haber hecho muy buenas migas, deben enfrentarse en duelos a muerte.
Siguiendo con los personajes, creo que podría hablar de docenas de ellos uno por uno para mostraros hasta que punto están bien construidos y desarrollados pero por limitaciones de espacio me centraré en los que quizá sean mis favoritos. Por un lado Rin, la coprotagonista del manga y la excusa para que Manji se vea envuelto en una batalla que ni le va ni le viene. Rin es una chica de dieciséis años con un pasado de lo más turbio, tuvo que presenciar la muerte de sus padres y las repetidas violaciones a su madre con lo que se grabó a fuego la cara de Kagehisa Anotsu, dispuesta a matarlo para vengar a sus padres. Pero Rin no deja de ser una adolescente y, a pesar de toda la pena y la rabia que carga con ella, resulta muy graciosa en su intento por ser madura e independiente. Rin es débil y es incapaz de librar sus propias batallas por lo que siempre debe apoyarse en Manji. Pero es precisamente por esta debilidad que se ve obligada a desarrollar un gran ingenio y no le importa rebajarse o escudarse en mentiras con tal de sobrevivir o de conseguir lo que desea. Desde el principio a Rin le asolan las dudas sobre si todas las muertes que propicie Manji por su causa están o no justificadas por su venganza; estas dudas la acompañarán hasta el final de la obra pero no por ello se tambalean sus principios, su determinación y su sentido de la justicia y del honor. Es cabezona como pocas y se obceca ya no solo en perseguir a Anotsu hasta el fin del mundo si hace falta sino que también se presta a proteger a Manji aunque este sea su guardaespaldas y no al revés.
Por otro lado, Anotsu, cabecilla del Ittō-ryū, es el principal antagonista, educado para odiar a los Asano por haber desterrado a su abuelo y obsesionado con formar un nuevo estilo de esgrima que reúna a los luchadores más poderosos de todo Japón, con el objetivo de contribuir a la defensa de un país que vive un sosegado y prolongado periodo de paz que, inevitablemente, debe truncarse antes o después. De todos los antagonistas que se presentan en La Espada del Inmortal, Anotsu es, sin lugar a dudas, el más benevolente, el más humano y el más justo. Tanto es así que son sus tramas las que más he disfrutado, ya que nos brinda diálogos de lo más enriquecedores y sensatos.
Algo que en un primer momento me sorprendió pero que acabó por fascinarme es que ni Manji ni Anotsu son los mejores espadachines que se presentan en la obra. Al contrario, si no fuese por la inmortalidad de Manji, lo habrían matado desde el mismo primer capítulo y tantas otras veces en los treinta tomos que le siguen. Por su parte, Anotsu comprende desde pequeño que su condición física es limitada y que nunca podrá alcanzar el nivel de Makie que es, sin duda alguna, la más feroz y capaz combatiente de todo el manga. Es decir, no hay personajes invencibles en esta obra y todos acaban pasándolas putas en uno u otro momento en el que, sin excepción, deben apoyarse en sus compañeros para sobrevivir.
Otro de los puntos fuertes de La Espada del Inmortal es su increíble cantera de personajes femeninos. En una época en que las mujeres debían verse relegadas o bien a esposas y madres obedientes o bien a prostitutas, Hiroaki Samura nos ofrece todo un abanico de espadachinas, ninjas y guerreras que, en más de una ocasión, ponen en un aprieto a los personajes masculinos, siempre boquiabiertos ante la destreza de "chiquillas" o "mujerzuelas" que debieran ser inofensivas. Y, de hecho, también aquellas mujeres que se han ajustado a los estándares de la sociedad japonesa de hace unos siglos, resultan increíblemente carismáticas en su papel tanto de esposas como de prostitutas.
Y, como siempre, por una mera cuestión personal, disfruté como una enana con un arco argumental infinito en que, de hecho, la venganza de Rin pasa ya no a un segundo sino que a un tercer plano. Mientras que el autor había introducido la inmortalidad de Manji ya desde el primer capítulo (y en el mismo título de la obra de hecho) como si no fuese nada del otro mundo (cuando, literalmente, lo es) y había ignorado deliberadamente sus particularidades durante medio manga, de pronto decide explotar el concepto de forma directa, no con aburridos cuadros de texto introductorio (como suele ocurrir en los cómics) sino con los descubrimientos progresivos de un médico que, poco a poco, se transforma en un investigador digno de los experimentos realizados en los campos de concentración nazi. A este respecto, no solo me ha maravillado el método empírico desarrollado sino toda la (bio)ética implicada en los descubrimientos de Burando que, al final, se dan de bruces con un conflicto real que es hasta qué punto podemos beneficiarnos o no de información valiosa que se ha obtenido de forma ilícita. En realidad, La Espada del Inmortal, en todas sus vertientes, arcos argumentales y puntos de vista, gira continuamente en torno a si el precepto de "el fin justifica los medios" es o no válido. Y un máximo exponente de este dilema es Habaki, uno de los personajes que, junto con Shira, más me ha desagradado.
Y aunque la sangre cubra la mayoría de las páginas de este manga, el lector no puede dejar de sorprenderse ante el despliegue de un humor muy peculiar en las situaciones más tensas. Es más, el autor nos presenta algunas situaciones que, de tan patéticas, resultan cómicas en que los personajes no dejan de toparse con la cruda realidad resignándose a aceptar que todo su sufrimiento ha sido en balde por su propia ignorancia. Resulta tan burlesco como desgarrador y se trata de un contraste que no me había encontrado antes en un manga.
En cuanto al dibujo es una pasada. La cantidad de detalle en una obra que, por su ambientación, obliga al autor a llenar las páginas de kimonos, sandalias y armas es asombrosa. A pesar de que aparecen, sin exagerar, más de cien personajes distintos en la obra, Samura se las ingenia para caracterizarlos a todos, si bien es cierto que se encalla un poco con las mujeres (algo que soluciona a base de diseñar peinados distintos). Aunque, si en algo se luce el autor es en las batallas, terriblemente numerosas, densas y dinámicas en las que se las tiene que ingeniar para que el lector pueda seguir todos los ataques y contraataques así como las claves estratégicas que decantan la balanza a favor de uno u otro contrincante.
Como decía antes, este es un manga eminentemente dirigido por sus duelos de espada pero, aunque no disfruto especialmente viendo como los personajes se asestan mandoble tras mandoble, me he deleitado con las complejas estratagemas para salir vivos de situaciones aparentemente perdidas desde el principio. Hiroaki Samura hila los distintos arcos argumentales de forma majestuosa, nunca deja ni un solo cabo suelto e idea los escenarios más irreverentes, sorprendiendo continuamente al lector hasta llegar a su punto álgido en el ecuador de la historia ya que, a mi parecer, se desinfla un poco hacia los últimos tomos concluyendo la peripecia de Maji y Rin con el único final congruente posible; que puede ser más o menos satisfactorio pero que era el único admisible. La Espada del Inmortal es un manga que, si sois capaces de soportar toda su violencia explícita, no podéis dejar pasar. Y que no os asusten sus treinta tomos, os aseguro que se amortizan.
No veas como me alegro que te haya gustado tanto!
ResponderEliminarcon lo que te di la tabarra XD
bastante de acuerdo en casi todo lo que dices, excepto que yo las batallas si que las disfrutaba especialmente y que para mi no se desinfla al final, sinó al contrario, los últimos 4 o 5 tomos me parecieron un no parar de batallas épicas hasta llegar al desenlace (tener que esperar meses y MESES para poder terminar de leerla quizá ayudó a aumentar el hype).
De todo lo demás poco más a añadir, Shira un personaje tan extremadamente hijodeputa-asqueroso-TARADO que "me encanta" y mención especial a Magatsu, que siempre fué de mis favoritos.
Para mi también una lectura totalmente imprescindible.
Ahora que está entera, va tocando una relectura.
Te recomendaría berserk, pero a tener en cuenta hiatus infinito, 36 tomos, y todavía más "sang i fetge" que la espada... XD
de hecho con berserk y la espada del inmortal empecé a comprar manga "regularmente" y las dos siguen siendo de mis favoritas (el único póster que tengo en mi habitación es de la espada del inmortal \o/).
¡¿ha llegado la hora que te pongas con Monster?!
Los últimos cuatro o cinco tomos son, en efecto, una sucesión eterna de batallas y después de leerme los treinta tomos en un mes la verdad es que empezaba a estar harta de que le cortaran brazos y piernas a Manji. Además, aparecen varios personajes muy desvirtuados, intentan violar a Hyakurin por enésima vez, no trago a la hija ilegítima de Habaki y los miembros del escuadrón Rokki apenas tienen trasfondo ni desarrollo, no como los antagonistas anteriores. Y todo esto culminado por un final que, como decía, es adecuado pero que no me satisface a nivel personal... Tampoco entiendo esto de curar la tuberculosis con hígado humano (¿?), tengo que buscar a ver si era una práctica médica habitual y si tenía o no eficacia...
EliminarPues mira que yo hubiese sido mucho más feliz si el personaje de Shira no hubiese existido... menuda pesadilla.
No sé si voy a tener estómago para leer algo todavía más sangriento que La espada del inmortal... y desde luego no tengo ganas de embarcarme en más hiatus que ya tengo bastantes por casa U_u
¡Yo también pensé en Monster! Pero no, al final he optado por darle caña a mangas más mediocres cuya valoración es probable que sea más que negativa por una mera comparación involuntaria... pero tengo que reducir la lista de pendientes para no deprimirme con el año nuevo =')
Saludos.
ResponderEliminarAunque ha pasado ya tiempo de ésta reseña, en caso de que la leas, podrías hacerme un favor.
Me explicas el final! O sea creo qué más o menos lo he entendido pero por confirmar mis sospechas.
Rin deja qué Manejo se vaya y tiene familia con vete a saber quién?
La promesa de Manji a Anotsu es recordar al Otro Ryu??
Más o menos es así?