jueves, 29 de enero de 2015

Últimas lecturas


Si no fuera porque intento ser refinada en el blog os diría que Slam Dunk es la polla. Segunda tarde que me pongo a leer este shônen, segunda tarde que acabo leyéndome casi tres tomos (kanzenban) del tirón. Aunque esta vez no puedo decir eso de "no deja de sorprenderme que me guste tanto un manga sobre baloncesto cuando nunca he jugado ni visto un partido de baloncesto" porque la trama principal de estos tres tomos vira inesperadamente del deporte a las luchas sangrientas y despiadadas con los pandilleros de turno. A Takehiko Inoue le gusta machacar a sus personajes a lo grande. De pronto me he sentido como... no sé, en un shônen típico (en lugar de en un spokon típico quiero decir) pero, para qué mentiros, me lo he pasado muy bien con las chulerías y power-up's de todo el mundo, me ha recordado a mis tiempos mozos cuando leía Bleach.

Con estos siete tomos diría que termina la introducción de Slam Dunk. Se presentan los últimos miembros del Shohoku que, como no podía ser de otra forma, son un par de monstruos capaces de hacérselas pasar putas al monstruo de Hanamichi (no en baloncesto, que eso cualquiera, sino en lucha libre). Personalidades muy divertidas que enriquecen aún más el coro de voces distintas del equipo. Ah, y para hacerlo todo más interesante, Ryota Miyagi mide 1,68m y piensa demostrar que eso no tiene por qué ser necesariamente un hándicap para jugar entre tiarrones de metro noventa (en una liga entre institutos de Japón).

Lo que (quizá) más disfruto de Slam Dunk es que pierdan partidos cuando los tienen que perder y que Hanamichi no sepa hacer tiros libres y que no deje de cometer faltas pero, sobre todo, que el autor sea capaz de hacer que te emociones y aprecies una pequeña victoria por mucho que esté medio escondida en una derrota. Realmente no esperaba que este manga fuera a gustarme tanto.


Nieve en verano sigue mejorando en su segundo tomo cuando la autora toma unos derroteros bastante inesperados. La historia prometía tratar la batalla entre Hazuki y Shimao el fantasma con un desenlace muy previsible. Pero entonces, la autora le da la vuelta a la tortilla haciendo que Hazuki se rinda y permita a Shimao usurpar su cuerpo en una decisión muy poco meditada. De hecho, estoy "enfadada" con Hazuki por ser tan inconscientes porque si bien el resto de personajes, dentro del tinte sobrenatural de la historia, me parecen creíbles, a Hazuki parece que le dé todo igual. Quiere mucho a Rokka pero es como si estuviese siempre en las nubes, como si no le importase nada. ¡Hasta el punto de ceder su cuerpo a un impresentable que ha proporcionado pruebas más que suficientes de que no es alguien de fiar! Pero claro, ahora me llega el turno de elogiar a Haruka Kawachi por llevar el tema tan bien. Una vez en el cuerpo de Hazuki, Shimao no puede dar crédito. Se asombra de tener cuerpo y también de que no sea el suyo; valora su voz, su fuerza, su sensibilidad recuperada; y, lo más divertido, no tiene ni idea de nada que tenga que ver con Hazuki. Así, pasará un mal rato al no saber quitarse las lentillas, ni encontrar unas gafas que le vayan bien, ni dinero para subsistir... ¡ni siquiera sabe dónde vive!


Después de una eternidad al fin me he decidido a retomar la lectura de Bride Stories... y qué sufrimiento. Kaoru Mori no se corta ni un pelo con nada y creo que retrata de una forma bastante verídica (a la par que desprovista de una crueldad que habría sido muy fácil de introducir) cómo era la vida cotidiana en Persia (en lo que hoy en día creo que es Kazajistán aunque no estoy del todo segura) hace un siglo. Porque, cómo explicarlo, la vida en medio de la estepa, siendo tan vulnerable, con un machismo desproporcionado y recursos muy limitados darían para escribir una historia cruda de abusos y penurias, de maldad, maltrato y tortura pero Kaoru Mori se limita a contar las cosas tal y como son (o como podrían ser) sin ninguna intención revolcarse en la desgracia. Las leyes, las costumbres, los manjares: un retrato fiel de la sociedad de un lugar concreto en un momento concreto. Y los detalles denotan una extensísima labor de documentación. Quizá Amira sea una de las protagonistas principales de este manga pero el narrador indiscutible es Smith y con él se desplaza la historia. Es así como conocemos la mala suerte de Talas, la cinco veces viuda. Y aquí ya empiezan a despuntar temas más serios de fondo como la invasión de territorios turcos por parte del imperio ruso (me arrepiento mucho de no haber prestado más atención en las clases de historia de la ESO aunque, sinceramente, creo que de esto no me hablaron nunca).


Y, evidentemente, una vez leído el tercero necesitaba devorar el cuarto. Siguiendo el recorrido de Smith y Ali (menudo pieza este por cierto) hacia Ankara toca empezar la historia de un nuevo par de jovencitas casaderas: Layla y Leyli. En cuanto aparecen estas gemelas tan escandalosas se llevan consigo todo el protagonismo y la historia se vuelve, de nuevo, más distendida. Hilarante en realidad. Este par de terremotos revolucionan todo y a todos y difícilmente no os arrancarán una sonrisa. Me lo he pasado muy bien leyendo este tomo y me ha dejado con mucho mejor sabor de boca que el anterior y, lo que es mejor, el quinto tomo (donde continuará su historia) ya está a la venta así que creo que esta misma semana me lo compro y me lo leo. Siempre me parece que me quedo corta halagando Bride Stories pero en fin, no sé qué más decir. ¡¡Comprad este manga!!

3 comentarios:

  1. Bride Stories como tú indicas es una maravilla, a nivel visual y a nivel narrativo. Estoy aprendiendo cosas, disfruto de su historia y los personajes tienen carisma. Genial

    ResponderEliminar
  2. vamooos! por fin Bride Stories! Es de los mangas que compro con más ganas cuando salen.
    Soy muy muy fan Layla y Leyli.

    Slam Dunk es que es un "clásico" ya XD
    Luego lees (casi) cualquier otro spokon y prrffft (sobretodo los más actuales, que son tan tan tan malos...)

    ResponderEliminar
  3. Chiquilla, pues anda que no has tardado en "descubrir" Slam Dunk. Es muy buena, ahora ya sabes los motivos, jejejejeje.

    ResponderEliminar