El prolífico Bertold Wiesner

Como sabéis existe la posibilidad tanto de donar semen como de donar óvulos. Pues bien, lo que no sé si sabéis u os habíais planteado alguna vez es que está reglado que una persona determinada solo puede tener, como máximo, seis descendientes mediante este método. Esta restricción se debe a que, si no se regulara, un chico podría pasarse años de su vida donando semen periódicamente hasta engendrar cientos de hijos. Y, por cierto, dado que en estos casos los datos de los progenitores biológicos son confidenciales, estaríamos hablando de cientos de personas que serían hermanas sin saberlo y que podrían conocerse, enamorarse y tener hijos sin conocer el riesgo que conlleva la consanguinidad.

Y el problema es que esto no está regulado, y mucho menos, hace unos años. Esto me lleva al caso que nos ocupa: Bertold Wiesner. Este señor abrió una clínica de fertilidad en los años 40 en la que proporcionaba a sus clientas con "semen de calidad" proveniente de donantes con cierto coeficiente intelectual.

Pues bien, muchos años después de que este biólogo muriera se supo que él mismo había donado sus propios espermatozoides para inseminar a sus pacientes, y no una o dos veces sino que se calcula que engendró a cientos de hijos mientras estuvo abierta la clínica.

Se han realizado tests genéticos en 18 de las aproximadamente 1500 personas concebidas en esta clínica revelando que 12 de ellas eran descendientes del señor Wiesner. Extrapolando estos datos a ese total de 1500 implica asumir que unos 600 son hijos de Bertold Wiesner y muchos de ellos nunca lleguen a saber que tienen cientos de hermanos repartidos por el mundo...

Al margen de este caso tan llamativo, no es la primera vez que un escándalo relacionado con la inseminación artificial llena las páginas (físicas y virtuales) de la prensa y es que hay casos muy sangrantes como el de un donante danés con una enfermedad genética grave que tuvo del orden de 40 hijos vía donación de semen y transmitió la enfermedad a cinco de ellos. Y no se trata del único caso. Cuando este tipo de donaciones tuvieron lugar aun no se habían desarrollado tantos test como ahora ni tampoco era posible secuenciar el genoma por lo que no podían detectarse según qué enfermedades mediante análisis previos. Actualmente, aun no tenemos la capacidad de diagnosticar cualquier patología atendiendo solo al genoma de una persona pero al menos hay un control más riguroso que hace 20, 30 o 40 años pero parece que aun queda mucho por mejorar.