lunes, 14 de agosto de 2017

La Historia de mis Tetas

Este verano he dejado un poco abandonado el manga pero no el cómic. Así he dejado atrás las batallas entre titanes, las intrigas políticas, los amoríos de instituto y tantos otros arcos argumentales que siguen y preceden a otros dentro de historias de las que yo no recuerdo el inicio y cuyo final podría no poder leer hasta dentro de varios años. Eso me llevó a otro tipo de títulos que siempre parecen tener en común la introspección de sus autores, la pretensión de llevar el formato del cómic a un propósito más elevado que el del simple entretenimiento, de transmitir un mensaje, de hacer reflexionar. Y pensaba que, a grandes rasgos, lo había conseguido. Hasta que vi La Historia de mis Tetas como novedad en la biblioteca al ir a devolver algunas de mis últimas lecturas y, una vez más, no me dejé amedrentar ni por el título, ni por la portada ni por lo que pesa, literalmente, esta novela gráfica de 350 páginas.


Creo que la última vez que un cómic me impactó de esta forma fue hace un año, cuando me adentré en Fun Home, de Alison Bechdel que también decidió contar con mucho garbo la historia de su vida, con especial énfasis en su orientación sexual y la relación con su padre. En el caso de Jennifer Hayden decidió que, más que contar su vida, podía contar la de sus tetas, protagonistas absolutas de sus acontecimientos vitales. Desde su infancia y adolescencia, cuando estaba totalmente acomplejada por la falta de ellas, hasta su vida adulta, cuando le diagnosticaron cáncer de mama y debió realizarse una mastectomía.

La Historia de Mis Tetas es una autobiografía muy completa en que su autora se desnuda ante miles de desconocidos para contarnos toda su vida, incluyendo su primer amor, la relación con sus hermanos y sus padres, los momentos que más feliz la han hecho y también los que más dolor le han provocado, y mucho, muchísimo más. Cuenta cosas tan íntimas con tanto detalle que es inevitable sentirse intrusa en una vida ajena, casi como si te estuviera contando más de la cuenta. Pero lo hace de forma tan distendida, con tanto humor, quitando hierro hasta a la propia muerte, que es fácil sacudirse esa sensación de encima.


Creo que este cómic se ha vendido como una obra sobre el cáncer y, por supuesto, en cierta forma lo es ya que son muchas las personas que forman parte de la vida de la autora, ella misma incluida, las que sufren esta dolencia a lo largo de sus vidas pero esa consideración me parece reduccionista. De hecho, teniendo en cuenta que se trata de una autobiografía (aunque sea a través de sus tetas como protagonistas), decir que es un cómic sobre cáncer sería como afirmar que toda la vida de Jennifer Hayden se resume a su cáncer. Y ella cuenta tantísimas cosas más...

A mí me parece más una historia sobre la vida, la muerte, el amor, la familia, la amistad, el entenderse a una misma, perseguir tus sueños, pero también a saber cuándo tienes que sacrificarte, sobre madurar, aceptarse y quererse. Es un cómic integral, con muchísima información, muchos matices, muchos detalles, de esas obras que te hacen meditar incluso cuando no las tienes entre las manos y que, al menos en mi caso, no se pueden digerir en un solo día, con lo que durará algunos días encima de la mesilla.


La autora reflexiona, por ejemplo, sobre la (ausencia de) importancia del aspecto físico, sobre qué te hace realmente mujer, sobre qué cosas son las que realmente importan en la vida. La pérdida está muy presente en toda la obra, y la muerte irrumpe en la narración cuando el lector menos se lo espera. Aunque aparecen decenas de personajes durante la obra, fiel retrato de la cantidad de personas con las que conectamos de forma significativa a lo largo de nuestra vida, y aunque su dibujo se caracteriza por su extrema sencillez, siempre es fácil recordar de quién se trata y seguir leyendo sin perder el hilo.

Utiliza mucho simbolismo para intentar explicar a través de imágenes recurrentes todo aquello que pertenece al mundo del intangible, como el halo que despide una persona que vive sin reparos ni remordimientos o el de aquella que sabe que se acerca su hora. Aparece a menudo un pájaro que actúa a modo de voz de la conciencia, siempre sarcástico, riéndose tanto de la ingenuidad como estupidez de la autora en cada error que ha cometido. ¿Os imagináis la enorme capacidad de introspección necesaria para evaluarse a una misma de esta forma? Siguiendo con el simbolismo, la huida de casa de sus padres la refleja como una barca que zarpa de un barco que se hunde a marchas forzadas mientras que su propia progresión en la vida la hace navegando río abajo, dejándose llevar por la corriente. Así es como aprovecha al máximo todas las posibilidades que le ofrece el cómic, y que no podría explorar en una novela convencional.


Me parece fascinante la forma tan natural de ilustrar sus relaciones interpersonales, ya fuese con su pareja, sus hermanos, sus padres, sus suegros o cualquier conocido. Tiene un desparpajo y una sinceridad abrumadoras, algunas de las viñetas bien podrían pertenecer a una de esas tiras cómicas de estilo costumbrista en que tantos autores se esfuerzan por reflejar la enésima escena de pareja que arranque una carcajada cómplice del lector. Porque, además del cáncer o la maternidad, es indudable que La Historia de Mis Tetas es la historia de Jennifer y Jim, y de su relación de largo recorrido, resistiendo todos los baches del camino y forjándose el uno a la otra y viceversa a través de los años.

Otro tema principal de la obra es la incertidumbre con la que viene acompañada la llegada a la vida adulta, cuando una tiene que decidir cómo ganarse la vida y todos los pequeños, y no tan pequeños, quehaceres que eso conlleva. Sacarse el carnet de conducir, comprarse un coche, una casa, casarse, formar una familia... La lista es infinita e inabarcable.


La narración es brillante y se apoya en cuatro pilares: los cuadros de texto en los que realmente nos cuenta su vida en primera persona, los diálogos entre los personajes, el dibujo y, por último, los comentarios descriptivos en las viñetas, que casi se fusionan con el arte, moldeándose al dibujo cuánto sea necesario. Es la combinación de estos cuatro elementos la que permite a Jennifer Hayden crear una historia tan fluida, tan divertida y tan entretenida, todo a la vez.

Llegada a este punto de la reseña, tengo la terrible sensación de haber escrito demasiado para no decir prácticamente nada pero eso es síntoma inequívoco de que he disfrutado tanto la lectura de esta obra que no sé ni cómo explicarlo así que en fin, echadle un ojo por favor, de verdad que es una joya.

2 comentarios:

  1. Me tenías convencido nada más hacer la comparación con fun home, le echaré un ojo seguro!

    poco más a decir sin haberla leído, excepto que por el título por si sólo no me hubiera llamado nunca la atención XD

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  2. Has dicho muchas cosas y me has convencido para leerla, pinta muy interesante tanto por el tema como por esos recursos que comentas (a ver si puedo aprovecharme de alguno :D). Gracias :)

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