Como parte de mi programa de recuperación de mangas que compré hace eones de segunda mano, empecé a leer el primer tomo de Mushi-shi por segunda o tercera vez hace cosa de un mes, durante una semana que me tuve que quedar en cama sin poder ir a trabajar por culpa de un resfriado griposo. No se me ocurrió mejor momento para adentrarme en una concatenación de historias de gente enferma.
Como Mushi-shi es una obra eminentemente compuesta por historias cortas, me vuelve a costar escribirle una sinopsis al uso (sé que siempre busco excusas para no escribir sinopsis últimamente). Este manga nos transporta al Japón de hace algunos siglos, a un pasado indeterminado, en el que un maestro de insectos itinerante va viajando a lo largo y ancho del país para ofrecer su ayuda a los habitantes de las aldeas por las que va parando. De la misma forma que todas las formas de vida que conocemos, existen unos seres peculiares, que no son ni animales ni plantas ni hongos, más próximos a la esencia de la vida que ningún otro y que la mayoría de humanos no es capaz siquiera de percibir, son los llamados insectos. Sin embargo, que no los veamos no significa que no tengan influencia sobre nuestras vidas, normalmente negativa, por lo que los maestros de insectos resultan imprescindibles. Ginko es uno de estos maestros, una persona capaz de verlos que ha dedicado su vida a su estudio para ganarse la vida de la única forma que puede, como maestro itinerante.
No sé si lo he comentado otras veces ya pero nunca me han gustado los manga que se componen de historias autoconclusivas. Y mucho menos aún si son compendios tan largos como éste (10 tomos); de hecho, hay una larga lista de ejemplos en mi haber de intentos fallidos como March Story, Nightmares for Sale o Mi vida con Zenjiro Yamamoto. Sin embargo, Mushi-shi me ha encantado de principio a fin, su autora ha conseguido engancharme en cada una de sus historias y hacerme sufrir con cada uno de sus personajes por mucho que no les dedicara más de 50 páginas. Eso sí, para mi regocijo, de tanto en tanto la autora intercala algún que otro capítulo en que nos muestra a un Ginko joven, inexperto, al que le queda mucho por aprender todavía en el oficio.
En general, las historias de Mushi-shi siempre tienen un deje agridulce, las hay con finales tristísimos y otras en las que la autora muestra algo más de clemencia pero en mayor o menor medida siempre se trata de situaciones amargas en las que los humanos que interaccionan con los insectos salen escaldados. De hecho, parece como si la autora andase con pies de plomo al empezar y se fuera soltando capítulo a capítulo ya que los primeros tienen un aire algo más desenfadado, mientras que hacia el final abundan mucho más los dramas y las situaciones moralmente incómodas. Con esto quiero decir que si en un primer momento los personajes son más o menos inocentes o sus historias personales no van mucho más allá de su interacción azarosa y desafortunada con los insectos, pronto empiezan a aparecer tiranos, asesinos, mujeres abandonadas, madres que no quieren a sus hijos, estafadores...
Yuki Urushibara tiene un estilo de dibujo muy particular, con caras anchas, y un gran talento para representar los cambios fisonómicos sutiles que diferencian sexos y edades distintas. Ese realismo a veces juega en su contra puesto que con tantas decenas de historias cortas es muy difícil crear cientos de personajes que cumplan con el canon (pelo oscuro siempre presente, hombres con pelo corto y mujeres con pelo más o menos largo) y a la vez puedan diferenciarse fácilmente entre sí. Quizá por esto escogió darle una apariencia tan distintiva a Ginko, con el pelo blanco y los ojos verde claro. Evidentemente, un aspecto gráfico de esta obra a destacar es el diseño de los insectos. Tiene gracia que tratándose de una obra eminentemente sobrenatural, estén tan bien hilados estos seres, siendo tan numerosos, tan variados, con sus nichos, sus ecosistemas... es como leer una buena obra de ciencia ficción.
Eso sí, si algo tengo que criticar (negativamente) de este manga es su edición española. La traducción es poco menos que un desastre, hay historias que son bastante difíciles de seguir porque los diálogos no tienen sentido (y si a eso le sumamos la parte fantástica pues apaga y vámonos). En algunos casos se ve claramente que es el típico error de intercambiar el texto de los bocadillos pero partiendo de la base de que en todos los free-talks dotan de género masculino a la autora... me pregunto cuántos matices me habré perdido por una traducción hecha sin muchas ganas.
Otra lástima, que en este caso no creo que sea culpa de Norma sino de la editorial japonesa es que la edición es, lógicamente, en blanco y negro aunque se nota que hay muchas primeras páginas de capítulos que originalmente eran a color. No os quiero llevar a engaño, es esta práctica habitual en el manga, cuando una historia se recopila en tomos, las páginas a color se imprimen siempre en blanco y negro por norma pero en España hemos podido disfrutar de contadas excepciones. En fin, ojalá existiese una edición kanzenban de esta obra, sería de las pocas que compraría sin dudar (y con una traducción nueva por supuesto).
Si veis este título en la biblioteca, o de oferta en alguna tienda especializada (está descatalogado ya) o de segunda mano en el mercadillo... ¡no lo dudéis!
En general, las historias de Mushi-shi siempre tienen un deje agridulce, las hay con finales tristísimos y otras en las que la autora muestra algo más de clemencia pero en mayor o menor medida siempre se trata de situaciones amargas en las que los humanos que interaccionan con los insectos salen escaldados. De hecho, parece como si la autora andase con pies de plomo al empezar y se fuera soltando capítulo a capítulo ya que los primeros tienen un aire algo más desenfadado, mientras que hacia el final abundan mucho más los dramas y las situaciones moralmente incómodas. Con esto quiero decir que si en un primer momento los personajes son más o menos inocentes o sus historias personales no van mucho más allá de su interacción azarosa y desafortunada con los insectos, pronto empiezan a aparecer tiranos, asesinos, mujeres abandonadas, madres que no quieren a sus hijos, estafadores...
Yuki Urushibara tiene un estilo de dibujo muy particular, con caras anchas, y un gran talento para representar los cambios fisonómicos sutiles que diferencian sexos y edades distintas. Ese realismo a veces juega en su contra puesto que con tantas decenas de historias cortas es muy difícil crear cientos de personajes que cumplan con el canon (pelo oscuro siempre presente, hombres con pelo corto y mujeres con pelo más o menos largo) y a la vez puedan diferenciarse fácilmente entre sí. Quizá por esto escogió darle una apariencia tan distintiva a Ginko, con el pelo blanco y los ojos verde claro. Evidentemente, un aspecto gráfico de esta obra a destacar es el diseño de los insectos. Tiene gracia que tratándose de una obra eminentemente sobrenatural, estén tan bien hilados estos seres, siendo tan numerosos, tan variados, con sus nichos, sus ecosistemas... es como leer una buena obra de ciencia ficción.
Eso sí, si algo tengo que criticar (negativamente) de este manga es su edición española. La traducción es poco menos que un desastre, hay historias que son bastante difíciles de seguir porque los diálogos no tienen sentido (y si a eso le sumamos la parte fantástica pues apaga y vámonos). En algunos casos se ve claramente que es el típico error de intercambiar el texto de los bocadillos pero partiendo de la base de que en todos los free-talks dotan de género masculino a la autora... me pregunto cuántos matices me habré perdido por una traducción hecha sin muchas ganas.
Otra lástima, que en este caso no creo que sea culpa de Norma sino de la editorial japonesa es que la edición es, lógicamente, en blanco y negro aunque se nota que hay muchas primeras páginas de capítulos que originalmente eran a color. No os quiero llevar a engaño, es esta práctica habitual en el manga, cuando una historia se recopila en tomos, las páginas a color se imprimen siempre en blanco y negro por norma pero en España hemos podido disfrutar de contadas excepciones. En fin, ojalá existiese una edición kanzenban de esta obra, sería de las pocas que compraría sin dudar (y con una traducción nueva por supuesto).
Si veis este título en la biblioteca, o de oferta en alguna tienda especializada (está descatalogado ya) o de segunda mano en el mercadillo... ¡no lo dudéis!