Qué mejor entrada para terminar el año que una en la que recopilo diversos títulos manga que he terminado de leer durante el 2016. Evidentemente, va a contener spoilers hardcore de todos los títulos que comento, ¡avisados estáis! Tristemente, dos de las cinco obras me decepcionaron tanto que decidí no conservarlas, espero que sus nuevas dueñas las disfruten más que yo...
El primer título que se fue directo al mercadillo fue Aoha Ride, lo cuál no creo que sea ninguna sorpresa para nadie porque hacía varios tomos que los personajes estaban empezando a cabrearme más de lo tolerable. De hecho, puede que este último tomo sea de los mejores del manga ya que no se centra en los insufribles protagonistas, cuya trama quedó zanjada en el penúltimo tomo, sino en secundarios como Murao y Kominato aunque tampoco es que estos dos lo arreglen mucho. Por supuesto, la autora se sentía culpable por lo que le hizo a Kikuchi y le buscó pretendiente rápidamente... aunque parece que Tanaka (senior) no se merecía esa deferencia (así siempre puede colar un capítulo extra de Aoha Ride en su próximo shôjo). Es la historia de siempre, sólo puedes ser feliz si tienes pareja potencial (aunque sea una niña que no conoces de nada). En realidad lo mejor del tomo es el capítulo extra donde la autora retoma a los protagonistas de Strobe Edge, que siguen tan adorables como siempre (lo cuál es un soplo de aire fresco después de tantos tejemanejes entre Futaba y Ko). Aoha Ride me ha dejado tan fría que no tengo nada más que comentar, ni bueno ni malo, así que no esperéis una reseña global de la serie porque no la habrá.
¡Y culpable tienes que sentirte! |
Tres cuartos de lo mismo con Life. Desde que hice la primera maratón con este manga que había algo que no me acababa de encajar y, en lugar de solventarse con el paso de los tomos, ha ido a más. La propia autora lo reconoce al finalizar la obra en una especie de carta a los lectores: como su objetivo era llamar la atención sobre el bullying, decidió que su retrato del mismo en Life fuese deliberadamente exagerado, mostrando situaciones límite que no son, ni de lejos, las habituales en la mayoría de casos de acoso escolar. Si el secuestro, intento de violación y la huida del edificio en llamas ya me parecieron dramatizaciones innecesarias, el intento primero de asesinato y luego de suicidio de Manami convierten este falso retrato en una burda parodia. El acoso escolar per se ya es dramático cuando estudiantes de secundaria le hacen el vacío a otro por ser diferente, cuando lo humillan, lo insultan y le hacen la vida imposible por el puro placer de sentirse superiores. No hace falta alentar a unos gamberros a violar a una compañera para que sea algo peligroso y denunciable.
Por si esto no fuese poco, después de diecinueve malditos tomos de sufrimiento continuado de Ayumu parecía que la autora por fin le iba a dar algo de tregua y ¿qué se le ocurre? separarla de Miki de forma indefinida, de su único apoyo, de su mejor amiga, de su rayo de luz. Puedo entender que la autora quiera dar a entender que Ayumu ha madurado con todo lo que le ha pasado y que por fin es capaz de valerse por sí misma, se ha recuperado del acoso y está preparada para convertirse en la luz de otra persona. Pero no hacía ninguna falta separarla de Miki de esa forma, ya no porque sea cruel hacia la protagonista sino hacia la propia Miki, que a la pobre le ha pasado de todo también, ha llevado una vida incluso más dura que la de Ayumu y la autora nunca se ha apiadado realmente de ella, ni siquiera al final.
De traca me parece ya que sea Manami la que le tenga que pedir a Ayumu que la denuncie y, ENCIMA, Sako se va de rositas después de haber sido el personaje más rastrero y miserable del manga, incluso más que Manami. Otra cosa que me repatea es el papel que juegan los adultos en este manga; todos son desalmados o egoístas o incompetentes o irresponsables... o todo a la vez. Que vale que los adultos no son, ni mucho menos, perfectos pero es que en Life no hay ni uno medio decente como ser humano. De verdad, Life trata un tema muy serio y transmite una serie de mensajes muy importantes pero, por otro lado, la puesta en escena de la autora me parece tan desproporcionada que al final resulta ridícula. ¿Qué mensaje final quería transmitir Keiko Suenobu con un desenlace tan anticlimático? ¿Que la vida es una mierda? ¿Que la justicia no existe?
Encantada de haberse conocido |
Pero no todo han sido decepciones, empezando por orange cuyo final me sorprendió muy gratamente ya que tenía mis reservas acerca de si la autora sería capaz de salir airosa del berenjenal en el que se había metido ella solita. Por supuesto, no hay una explicación plausible para la existencia de las cartas (creo que a estas alturas ya nadie esperaba una) y casi que agradezco que sea un tema que se obvie a que se intente inventar una (mala) razón pseudocientífica para un fenómeno sobrenatural. A cambio, nos ofrece por fin la visión del Kakeru que se suicidó, el que no fue capaz de sincerarse con Naho, ni con nadie, el que no supo soportar la carga de la muerte de su madre. Es más, el poso de esa tristeza patológica no se elimina por mucho que todo el grupo intente ayudar en ciertas cosas contando con las cartas como guía; no es tan sencillo, saberte querido no elimina un trastorno tan severo por arte de magia. De hecho, la depresión como tal raramente se representa con verosimilitud en la ficción y creo que Ichigo Takano está muy acertada en orange respecto a este tema. En otro orden de cosas, parece ser que la autora ha publicado algunos capítulos adicionales tras la finalización de la serie, ¡ojalá los recopilen en un tomo extra que sea susceptible de ser licenciado por Tomodomo en el futuro... (como el Bonus Track de Sakamichi)! La verdad es que hubiese preferido que vinieran de material extra en cada tomo en lugar de los capítulos de Astronauta en Primavera (soy consciente de que hubiese sido físicamente imposible por el ritmo de publicación japonés) que cada vez me han ido cansando más y más.
La que probablemente haya sido la mejor lectura manga del año, o una de ellas al menos, no es otra que Kids on the Slope. Como siempre, es un trágico accidente de tráfico el que precipita el final (no me canso de lamentarme repitiedo que este es uno de los tópicos más explotados en el manga y que es una lástima que no pueda escribir una entrada sobre el mismo sin incurrir en tantos y tan graves spoilers): Sen ha desaparecido dejando a Bon absolutamente bloqueado, tanto como para que se le crucen los cables y pretenda desahogarse con la santa de Ricchan. Que no lo estoy excusando, es que de todos los personajes que aparecen en este manga, del último que me hubiera esperado algo así es precisamente de Bon... En un claro proceso de duelo, decide distanciarse de todo y todos, se marcha a Tokio a estudiar medicina y corta casi de raíz con todos los amigos que tanto le había costado hacer. De hecho, me sorprendió un montón que al final siguiera con los designios de la familia porque en ningún momento muestra el más mínimo interés por dicha profesión... y esperaba el típico giro de guión tan manga de mandarlo todo a la mierda para haber acabado ejerciendo de músico de jazz o algo por el estilo. En ese sentido, el final es triste pero supongo que realista (para contrarrestar lo demás que no lo es tanto). Es esta época de distanciamiento la que le ayuda a valorar qué es lo realmente importante en su vida, haciendo gala del típico "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". Yuki Kodama nos tenía reservado un final redondo, para poner punto y final a una historia que no ha decaído en ningún momento. Y, para todos los que nos quedamos con ganas de seguir leyendo las aventuras de este trío, nos queda todavía el compendio de historias cortas que también licenció y publicó Milky Way bajo el título de Bonus Track.
No sería un buen tomo si no viésemos llorar a Bon por última vez |
La quinta obra en discordia es A silent voice, controvertida como pocas, de aquellos títulos que parece que sólo puedas adorar u odiar. Ishida despierta al fin del coma con lo que se ve obligado a enfrentarse a la realidad. En contraposición a lo que criticaba antes sobre Life, lo que me gusta de este manga es, precisamente, que encara situaciones que son moralmente ambiguas. Sin ir más lejos, Ishida fue acosador y acosado por lo que despierta animadversion y pena a la vez. La autora no tira por la vía fácil de estereotipar a sus personajes y hacerlos o malos (a los acosadores) o buenos (a las víctimas) sino que los hace humanos y complejos y eso nunca tiene una lectura fácil, especialmente en un tema tan peliagudo como es el acoso escolar. Pero el mensaje de este último tomo es muy claro: independientemente de las cosas malas que te hayan pasado o que hayas hecho tú mismo, la vida sigue y nadie puede permitirse el lujo de quedarse estancado en el pasado. Otro tema clave en A silent voice es el perdón. Ishida es un personaje de lo más errático, aunque fue él el que dio el paso de reencontrarse con Nishimiya en primer lugar, no es hasta este último tomo que reúne el valor para pedirle perdón por lo mal que se lo hizo pasar en el colegio. Porque disculparse de corazón implica reconocer los errores y ser consciente del daño provocado y esa es una verdad muy incómoda con la que vivir.
Como quizá hayáis deducido a estas alturas yo soy de esas personas a las que A Silent Voice les ha encantado de principio a fin. Lo único que lamento es que este tomo no vaya más allá, que no haya un epílogo para que podamos ver qué tal les ha ido a todos dentro de uno años pero en algún sitio hay que terminar la historia. ¡Y en algún momento tenía que terminar la entrada!