Jueves 7: Cannaregio

Los viajes siempre empiezan inevitablemente con el transporte. Yo nunca he tenido mayor problema con ir en avión, no me da miedo ni tampoco me han caído retrasos. Pero me toca mucho la moral que te obliguen a llevar una bolsa transparente con no más de un litro de contenido repartido en frasquitos de 100ml (todo para evitar explosivos líquidos) para que luego no sirva de nada. Tener que tirar el agua antes de embarcar, no llevar crema solar ni crema para después de las picaduras porque no encontré frascos pequeños a tiempo, ni pensar en llevarme un cacaolat o algo por el estilo. Y después, ni te revisan los líquidos ni siquiera se fijan en la pantalla por donde van pasando las maletas! De verdad, al pasar por el detector me giré hacia la chica que estaba mirando las imágenes de la cinta transportadora y la imagen no se movía!  Lo vi todo un paripé y me dio rabia haberme preocupado tanto de cumplir con las normas de vuelo.

Vistas desde el susodicho puente

Dejando eso de lado paso a las cositas que vimos la primera tarde. Llegamos al aeropuerto a las 15.30 y entre que nos aclaramos con el bus hacia Venecia, que llegamos, encontramos el hotel, dejamos las cosas y nos pusimos en marcha casi casi se hicieron las 17h. Que por cierto, nada más llegar cruzamos el ponte della Costituzione (puse una foto ayer) que es el cuarto puente que cruza el Gran Canal, fue diseñado por Calatrava, yo lo encuentro muy bonito ^^ (aunque las escaleras se las traen)

Nuestro hotel estaba justo al lado del canal de Cannaregio, en una calle extremadamente comercial así que desde que pisé Venecia quedé prendada de las máscaras de los escaparates. Como era el primer día y era más corto que los demás pensamos en dar una vuelta por el sestiere del hotel y ver lo que más o menos sabíamos que había por los alrededores. En un principio, eso de andar sin rumbo y sin mirar el mapa nos llevó a una punta de la isla y pudimos ver la laguna. La vueltecita estuvo bien porque al acabar de llegar aun no sabíamos lo que era estar agotados por pisotear el suelo de piedra veneciano bajo el sol abrasador y el sestiere de Cannaregio es poco turístico así que es de los barrios donde hay más viviendas y pudimos admirar algo de la Venecia verdadera por decirlo de alguna manera.

Volviendo un poco hacia atrás llegamos a Campo de Gheto Novo. Viajar siempre te hace aprender cosas nuevas: la palabra “gheto” se originó en Venecia y este “Gheto Novo” fue el primero del mundo. Esta palabra significa escoria en un dialecto del italiano que se habla en Venecia. No penséis que escoria hace referencia al significado más “desagradable” de la palabra sino a un tipo de metal que se almacenaba en el mismo lugar que acabó convirtiéndose en el primer gheto de la historia. No me voy a meter ahora en esos temas pero la discriminación hacia los judíos empezó muchísimo antes que el nazismo. En cualquier caso, estuvimos en el gheto y había unas placas que recordaban el holocausto y bueno, recordar ese tipo de atrocidades siempre hace que se te pongan los pelos de punta. No estuvimos demasiado rato allí, se pueden visitar las sinagogas pero no teníamos información suficiente ni tiempo así que lo dejamos para la próxima vez.

Una de las placas, mucho me temo que los nombres de debajo son los judíos venecianos que mataron

Después de eso intentamos tomar un rumbo más dirigido hacia algo que ver en vez de deambular sin más y acabamos llegando a Campo dei Mori donde hay unas estatuas de los tres mori llamados así por provenir de Morea. Son curiosas aunque no son un destino turístico pero nuestra guía extraña hablaba de ellos y allí que fuimos.

Después de eso teníamos intención de contemplar la Chiesa di Madonna dell’Orto pero obviamente, estaba cerrada. Lo positivo de llegar allí es que al lado había una exposición de arte psicodélico (se entiende fácilmente con las imágenes supongo) gratuita y en la que dejaban hacer fotos, increíble, bonita, curiosa y agradable de descubrir de casualidad =)

¿Cuál os gusta más/os parece más rara?

Después de eso nos fuimos a buscar Chiesa di Santa Maria dei Miracoli que milagrosamente (como indica su nombre) estaba abierta y eso que eran las siete de la tarde pasadas, increíble. Lo más divertido de todo es que al día siguiente descubrimos que era una iglesia de pago (como tantas otras) incluida en la Chorus Pass que compramos más tarde pero el chico que estaba allí “custodiando” la iglesia nos dejó entrar y en ningún momento dijo que tuviéramos que pagar nada ni nos prohibió hacer fotos (aunque había un cartel muy claro que lo prohibía) ni tampoco me dijo nada de mi atuendo aunque llevaba tirantes y shorts… (suerte porque me estaba muriendo de el calor y me daba mucho palo echarme el pañuelo encima). Esta iglesia es preciosa, muchos la comparan con un joyero y no me extraña, parece ser que tiene bastante éxito entre las parejas que se casan.

Después de esto callejeamos un rato hasta que se nos acercó un gondolieri probando su español con un “barato!” y nos dijo que como era tarde y parecía que se estaba poniendo mal tiempo que nos podía dar una vuelta con el precio un poco rebajado y ahí fue cuando mi novio me dio la sorpresa. Después de esto vinieron 40 minutos de felicidad absoluta flotando por los canales con el gondolieri (muy simpático) explicándonos que nadie vive ya en los primeros pisos de las casas porque se inundan cuando sube la marea y cosas así. De pronto, llegamos al Gran Canal (que yo no había visto aun porque acabábamos de llegar) y pasamos debajo del puente de Rialto. Fue la mejor manera de acabar con el pequeño viaje la verdad. Lo curioso es que justo después de bajar de la góndola se puso a llover de mala manera, que ojo que tuvo el gondolieri!

Después de esto, era tarde y hacía mal tiempo y no valía la pena seguir dando vueltas erráticas cuando todo estaba cerrado así que decidimos volver prontito al hotel y descansar para el día siguiente que había planes de levantarse a las 7

Y aquí lo dejo por hoy, espero no hacerme muy pesada! >//<