Después de tantos años implorando cualquier licencia firmada por Akiko Higashimura, me he hartado y me he comprado en francés el primer tomo de Yukibana no Tora, cuyo título se ha adaptado como Le Tigre des Neiges, es decir, El Tigre de la Nieve y que hace referencia al nombre original de Kenshin Uesugi, un famoso guerrero y estratega que gobernó la provincia de Echigo durante la época Sengoku. Akiko Higashimura demuestra así por enésima vez que no hay un solo género que escape a su interés y reformula varios pasajes de la historia de japón para adaptarlos en versión manga convirtiendo a este famoso guerrero en mujer.
No vayáis a pensar que se trata de una decisión arbitraria ya que nada más comenzar la historia, Akiko hace una de sus apariciones estelares en las primeras páginas de la obra para explicar con detalle todas las evidencias que apuntan a que Kenshin podría haber sido en realidad una mujer (a mí al menos me ha convencido). De hecho, los capítulos de este primer tomo están salpicados de este tipo de anotaciones en las que la propia manga-ka hace referencia constante a lo aburrida que suele resultar la historia a los profanos, sobre todo cuando es necesario conocer el contexto histórico para comprender la sucesión de los acontecimientos. Este tipo de pasajes meta que, en realidad, abarcan un porcentaje ínfimo de las páginas del volumen, son un síntoma claro de la experiencia de la autora pero también del reconocimiento del que goza en su país de origen.
Tal y como adelantaba al inicio de la entrada, este manga se centra en la vida y obra de Kenshin Uesugi, que nació en el seno de la familia Nagao, que por aquel entonces retenía el poder de la provincia de Echigo; es decir, podríamos esperar una historia puramente bélica donde las batallas y la violencia explícita fuesen protagonistas. Sin embargo, tratándose de Higashimura y hablando estrictamente del primer volumen, la autora se centra en aquello en lo que siempre ha destacado: las relaciones humanas y todas sus sutilezas. En este primer tomo descubrimos la infancia de Tora (Kenshin), desde su nacimiento hasta su ingreso en un templo budista pero son protagonistas las intrigas entre los distintos y variados personajes que aparecen en el tomo.
Aunque si hay algo que caracteriza ineludiblemente las obras de la célebre manga-ka es el tono humorístico, que entremezcla continuamente con los pasajes más dramáticos de la obra para aliviar la tensión. Admiro profundamente la capacidad de la autora para darle relevancia a cada una de las frases que pronuncian sus personajes, dotándoles de realismo, permitiendo al lector comprender las motivaciones de todos ellos, manteniéndose siempre en un espectro de grises que aleja la obra y la interpretación de hechos históricos de simplificaciones burdas sobre buenos y malos. Precisamente por ello, es capaz de dejarnos boquiabiertos con escenas mudas en las que no hace falta más que detenerse un segundo en las expresiones de los personajes para sentir toda la carga emocional de una viñeta.
Es difícil adivinar qué cariz tomarán los próximos capítulos pero confío en el saber hacer de Akiko Higashimura y en que mantenga ese tono intimista que la caracteriza, lejos de convertir la obra en una orgía de violencia acompañada de un sinfín de batallas. Es prematuro recomendar una obra a estas alturas pero estoy convencida de que, al menos a mí, no me va a decepcionar.