Ya se terminó la semana delirante y sus entradas diarias pero como esto no es exactamente un primer tomo en su sentido estricto y, a fin de cuentas, he dedicado entradas enteras a cada uno de los tomos que he leído hasta la fecha de Asumiko Nakamura, Antiguos Alumnos no iba a ser menos.
Antes de empezar, quiero ser un poco redundante con lo de que este tomo no puede considerarse como debut de una historia ya que, por mucho que se trate de un nuevo título, no puede seguirse el hilo sin haber leído antes, ya no sólo En la misma clase sino también Sorano y Hara. Como ya sugiere el marcapáginas de regalo, Antiguos alumnos recoge a todos los personajes aparecidos hasta ahora en los 4 tomos previos, añadiendo algunos nuevos; de hecho, me parece una adaptación brillante del intraducible título original O.B. (Occupation to Beloved), que refleja muy bien el contenido de la obra. ¿Y por qué insisto tanto con esto? Pues porque así entenderéis por qué he decidido no escribir una sinopsis.
Asumiko Nakamura gusta mucho de historias cortas pero parece que se encariñó tanto con Kusakabe y Sajo que tenía la necesidad de seguir contando sus idas y venidas tras el final de En la misma clase. Se podría decir que estos dos tomos son una recopilación de epílogos de todas las tramas anteriores, para que podamos saber qué ocurre después de sendos "finales felices". Kusakabe y Sajo tienen que aprender ya no sólo a llevar su relación a distancia sino también a cuidarla y mantenerla cuando todo lo demás está cambiando en sus vidas debido al trabajo/universidad. Ambos son tan encantadores como siempre y es... refrescante verlos en plan recién casados (¡metafóricamente hablando! no se casan de verdad, por desgracia, en Japón ni siquiera es legal).
Puede que la historia más loca de todo el tomo sea la protagonizada por Koma, el amigo diseñador de Hara, que, a raíz de un reencuentro inesperado, recuerda una época de su juventud algo desenfrenada. Así, la autora va saltando a placer entre pasado y presente, mostrando lo mucho que han cambiado las cosas con el paso de los años para terminar concluyendo que, quitando alguna que otra arruga, tanto Koma como Ryuu no han cambiado nada en absoluto y difícilmente pueden dejar atrás los errores del pasado.
Cierra este tomo un capítulo centrado en Arisaka y Hibiki, los que fueran personajes secundarios en Sorano y Hara. Por mucho que ya no sean profesor y alumno y que hayan conseguido salvaguardar su relación, Arisaka sigue manteniendo las distancias con el menor. Mientras que la ambigua relación entre ambos continúa en punto muerto, el vínculo de Arisaka con su hija está a punto de dar un vuelco, ahora que ésta va a casarse y quiere retomar el contacto con su progenitor. Y poco más puedo decir ya que este capítulo es una "primera parte" que concluye el tomo con lo que la historia podría virar en cualquier dirección en la siguiente entrega. Aunque no son personajes que me dijeran mucho en Sorano y Hara, la autora ha conseguido despertar mi curiosidad en muy pocas páginas así que espero el segundo y último tomo de Antiguos Alumnos con ganas.
Antes de empezar, quiero ser un poco redundante con lo de que este tomo no puede considerarse como debut de una historia ya que, por mucho que se trate de un nuevo título, no puede seguirse el hilo sin haber leído antes, ya no sólo En la misma clase sino también Sorano y Hara. Como ya sugiere el marcapáginas de regalo, Antiguos alumnos recoge a todos los personajes aparecidos hasta ahora en los 4 tomos previos, añadiendo algunos nuevos; de hecho, me parece una adaptación brillante del intraducible título original O.B. (Occupation to Beloved), que refleja muy bien el contenido de la obra. ¿Y por qué insisto tanto con esto? Pues porque así entenderéis por qué he decidido no escribir una sinopsis.
Asumiko Nakamura gusta mucho de historias cortas pero parece que se encariñó tanto con Kusakabe y Sajo que tenía la necesidad de seguir contando sus idas y venidas tras el final de En la misma clase. Se podría decir que estos dos tomos son una recopilación de epílogos de todas las tramas anteriores, para que podamos saber qué ocurre después de sendos "finales felices". Kusakabe y Sajo tienen que aprender ya no sólo a llevar su relación a distancia sino también a cuidarla y mantenerla cuando todo lo demás está cambiando en sus vidas debido al trabajo/universidad. Ambos son tan encantadores como siempre y es... refrescante verlos en plan recién casados (¡metafóricamente hablando! no se casan de verdad, por desgracia, en Japón ni siquiera es legal).
Puede que la historia más loca de todo el tomo sea la protagonizada por Koma, el amigo diseñador de Hara, que, a raíz de un reencuentro inesperado, recuerda una época de su juventud algo desenfrenada. Así, la autora va saltando a placer entre pasado y presente, mostrando lo mucho que han cambiado las cosas con el paso de los años para terminar concluyendo que, quitando alguna que otra arruga, tanto Koma como Ryuu no han cambiado nada en absoluto y difícilmente pueden dejar atrás los errores del pasado.
Cierra este tomo un capítulo centrado en Arisaka y Hibiki, los que fueran personajes secundarios en Sorano y Hara. Por mucho que ya no sean profesor y alumno y que hayan conseguido salvaguardar su relación, Arisaka sigue manteniendo las distancias con el menor. Mientras que la ambigua relación entre ambos continúa en punto muerto, el vínculo de Arisaka con su hija está a punto de dar un vuelco, ahora que ésta va a casarse y quiere retomar el contacto con su progenitor. Y poco más puedo decir ya que este capítulo es una "primera parte" que concluye el tomo con lo que la historia podría virar en cualquier dirección en la siguiente entrega. Aunque no son personajes que me dijeran mucho en Sorano y Hara, la autora ha conseguido despertar mi curiosidad en muy pocas páginas así que espero el segundo y último tomo de Antiguos Alumnos con ganas.
Todavía está por llegar el día en que lea algo de esta mangaka y no me guste. En este caso la recomendación es muy fácil, si os gustó En la misma clase (que espero que sí) no podéis dejar de leer esta continuación tan dulce que acaba de atar algún que otro cabo suelto.