Después de tanto saturaros con el salón, hago un inciso para hablaros de uno de los últimos lanzamientos de Ediciones Tomodomo: En la misma clase. Ya sabéis que, normalmente, cuando reseño tomos manga (que no sean tomos únicos), los agrupo de tres en tres o de seis en seis para mis entradas de Últimas lecturas pero la bendita ventaja de ser una amateur es que puedo ser todo lo parcial que quiera y dar rienda suelta a mis favoritismos.
Sajô es un estudiante modelo y ostenta las notas más altas de su promoción, con diferencia. Es por eso que a su descerebrado compañero de clase Kusakabe jamás se le hubiese ocurrido que fuera incapaz de leer una partitura. Como es precisamente en música donde Kusakabe más destaca, se ofrece desinteresadamente a ayudar a Sajô a practicar la canción del coro. Así es como dos chicos diametralmente opuestos empezarán una extraña amistad... ¿o quizá algo más?
No es ningún secreto que odio el yaoi. Lo he repetido como un millón de veces por todos los medios a mi alcance. Tampoco es ningún secreto que este odio se ha ido diluyendo en los últimos tiempos gracias a autoras españolas que me demostraron que se puede crear un cómic con protagonistas homosexuales tratando el tema con cotidianidad, sin necesidad de explotar los surrealistas clichés japoneses en los que parece que el yaoi deba limitarse a la relación entre un seme (con las manos desproporcionadamente grandes) y un uke (que es, a todos los efectos, el prototipo de protagonista shôjo; con la particularidad de que tiene pene y le va el sexo anal).
Lo que no esperaba es que dentro del mismísimo manga pudiese haber una autora capaz de crear una historia BL (Boys' Love) que no se regocijara en el uso de dichos clichés. Asumiko Nakamura ya me demostró sobradamente que no es una mangaka al uso con su obra Utsubora (que recientemente ha licenciado Milky Way, compradla cuando salga) y ahora lo confirmo con En la misma clase. Como podéis deducir de la premisa, se trata de una historia de lo más normal: chico conoce a chico, chico se enamora, chico es correspondido, chicos empiezan a salir. De hecho, me he sentido como si estuviera leyendo un shôjo. Solo que con dos protagonistas masculinos. Solo que mucho mejor.
Las dudas que tienen ambos sobre su relación, los celos, la inseguridad, la paranoia. Creo que no puede ilustrarse mejor lo que representa una relación amorosa en la adolescencia. Además, al ser Sajô y Kusakabe personajes tan dispares, la autora puede introducir aun más matices sobre el primer amor. Cada capítulo gira en torno a un tópico distinto pero en ningún momento se le hace pesado al lector porque Nakamura trata cada uno de estos temas de forma natural (bueno, el del profesor me ha chirriado un poco pero es que a eso sí que le tengo verdadera aversión). A mi parecer, ahí radica la diferencia y lo que hace especial a este manga; es abrumadoramente fácil sentirse identificado con los protagonistas, con su desasosiego y sus nervios. Además, la historia se empapa de un tono humorístico idóneo para tratar la inexperiencia del par protagonista.
No sé hasta qué punto es la narración o la traducción pero no recuerdo haber leído nunca un manga que se me hiciera tan cercano. El uso de expresiones, insultos y maneras de hablar españolas le da mucho dinamismo a la lectura y propicia el estallido de inevitables carcajadas.
Y qué decir del dibujo. Sencillamente espectacular. Nakamura tiene un estilo propio que la identifica y que se te queda grabado en la retina. A veces se toma demasiadas licencias con la anatomía humana pero, en general, encandila con esos ojos llenos de detalles y un dominio espectacular de las expresiones faciales. La portada no le hace ninguna justicia, el dibujo interior es mucho mejor (a mi parecer).
En resumen, si os gusta el BL, evidentemente, no dejéis pasar este título. Si es un género que os resulta indiferente, os animo a darle una oportunidad. Si os consideráis detractores de los cómics de temática homosexual, os recomiendo encarecidamente que lo compréis: quizá descubrís que tanto prejuicio era infundado.