Hace un par de años que el nombre de esta serie resuena en todas las redes sociales y, tras el vacío que me dejó Mr.Robot (que algún día reseñaré, o no), acabé optando por esta serie tan... particular. Orange is the new black juega con todos los prejuicios que hayáis podido tener alguna vez sobre la vida en la cárcel con tres detalles que la hacen imprescindible: primero, tiene lugar en una prisión femenina; segundo, la protagonista es una chica "afortunada" con un prometido, un título universitario, una casa, un negocio... lo que la hace contrastar radicalmente con el resto de reclusas; tercero y más importante, las historias de las presas están contadas en clave de humor.
Desde el primer capítulo los guionistas ya empiezan a parodiar prejuicios brindándonos diálogos de lo más cómicos. Piper, rebautizada con su apellido Chapman, se encuentra con una tremenda segregación racial, aparentemente solo debe interaccionar con mujeres blancas si no quiere buscarse problemas. Aunque, evidentemente, se los busca igualmente nada más entrar. Su aspecto, su carácter, su indiscreción y su evidente debilidad la ponen en el punto de mira de toda la prisión en menos de veinticuatro horas con lo que deberá aprender a base de palos cómo debe una comportarse si espera sobrevivir y, sobre todo, evitar el aislamiento.
Pero, evidentemente, nada más comenzar, todos los espectadores se preguntan qué demonios pudo hacer una chica que parece tan inofensiva como Pipes para acabar en la cárcel. Los guionistas no se hacen de rogar introduciéndonos la "fase rebelde" de la protagonista en la que tomó una o dos malas decisiones... como todas la reclusas en Litchfield. Que también tienen su protagonismo episódico, con cada uno de los capítulos mostrándonos flashbacks que revelan cómo acabó cada una de ellas en la cárcel.
Una de las cosas que más me ha sorprendido de esta serie es lo perturbados que están los personajes masculinos que aparecen en ella, en especial, el personal de la cárcel. Ni siquiera me había planteado que los trabajadores de una prisión femenina pudiesen ser hombres... entre los que, en esta serie, se cuentan un pervertido perturbado y mezquino, un homófobo impotente y un príncipe azul egoísta y ridículamente ingenuo, aunque a veces parece que la administradora de la prisión se lleve la palma con sus tejemanejes.
Al estar ambientada en una penitenciaría es inevitable que se traten temas como las drogas, la pobreza, el abuso, la homosexualidad o incluso los trastornos psiquiátricos pero, mucho más allá de eso, la serie abarca también la transexualidad, la religión, la (in)fidelidad y la maternidad. Aunque, como decía al principio, para mí lo mejor de Orange is the new black es su humor, que te hace soltar al menos una carcajada en cada episodio, la serie no está exenta de drama humano y es imposible no empatizar con algunas de las reclusas en más de una ocasión, salvando las distancias. Piper en especial es todo un rompecabezas con sus debates internos, su indecisión, su hipocresía, su introspección... y su arrepentimiento. A ratos la admiras, a ratos la compadeces, a ratos la odias y, en ese sentido, me parece un personaje muy bien construido.
Evidentemente, otro de los puntos fuertes de la serie es que no se centra exclusivamente en la cárcel sino que nos ofrece el día a día de los que han quedado fuera de ella, en especial del prometido y la mejor amiga de Piper, que deben seguir con sus vidas a pesar de que la de ella vaya a estar en stand by durante más de un año. Y ahí reside uno de los puntos claves de Orange is the new black, en que mientras entendemos lo crucial que es haber visto una gallina en el patio de la cárcel, también comprendemos que para Larry lo más importante sea celebrar su logro laboral personal. Nuestra felicidad es siempre relativa y solemos construirla a base de compararnos con los demás por lo que comprender el entorno de alguien es vital si aspiramos a comprenderlo como individuo. Y esto no siempre es fácil.
No recuerdo ninguna otra serie con tal cantidad de personajes entrañables y de escenas para enmarcar. El elenco se escogió con muchísimo acierto, con unas actuaciones soberbias encabezadas por la expresividad infinita de Piper seguida de cerca por Nicky, Pennsatucky, Taystee o Crazy Eyes.