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domingo, 12 de agosto de 2018

Materia

Cuando se anunció que Antonio Hitos había sido escogido para realizar la residencia en la Maison des Auteurs de Angoulême en 2018, decidí que había llegado el momento de leer Materia. Para entonces la biblioteca ya lo incluía en su catálogo así que no he tenido que esperar mucho para poder disfrutarlo. Me esperaba algo en la línea de Inercia y me he encontrado con una obra que consigue superar a su predecesora.


Personas no-humanas (o quizá sí) de apariencia antropomórfica se enfrentan al día a día siendo conscientes de que en cualquier momento podrían ser abducidos por alienígenas para ser devueltos más adelante con una u otra secuela física. Eso no impide que sus problemas cotidianos (y, por lo tanto, esenciales) se circunscriban a trivialidades como que se estropee la lavadora, suspender un examen en la universidad, no conseguir entradas para un concierto o una riña con un hijo desapegado. 

Con minuciosidad y esmero, Antonio Hitos solapa múltiples capas narrativas, conceptuales y gráficas para obtener su Materia. No hay un solo detalle en su obra que carezca de planificación, la presencia de cada elemento cumple una función determinada. Y se trata de una norma que aplica a cada color, cada silencio, cada repetición, cada subdivisión de viñetas, cada contenedor de basura... El autor no deja nada al azar y recubre este título con multitud de niveles de los que extraer información. Puede que los diálogos sean el elemento con menor contenido de toda la obra, por lo que una debe estar atenta a cada pequeño detalle mudo para comprender qué está ocurriendo en realidad; sin embargo, incluso en una lectura distraída en la que las simetrías y elipsis puedan pasar desapercibidas, transmite un cierto desasosiego.


Se alaba a Antonio Hitos por ser la voz de una generación o, al menos, por ser capaz de impregnar sus obras con ella. En contraposición a cómics convencionales o, simplemente, de otra época, puede parecer que hace una crítica activa de la sociedad actual pero a mí me da la sensación de que sus obras están imbuidas de ese resignación descorazonadora simplemente porque esa es la única realidad que se puede retratar con toda sinceridad a día de hoy. Por supuesto que se solapan el arte urbano, la publicidad vacua y la crisis espiritual en todos los capítulos de Materia, porque en eso consiste nuestra sociedad. 

La coexistencia apática con extraterrestres me ha hecho pensar mucho en Dead Dead Demons Dededede Destruction, de Inio Asano. De hecho, creo que la desidia que destilan las obras de Antonio Hitos tiene algunos ecos a las de este mangaka. En cierta manera, la ciencia ficción con ¿deliberada? crítica social me recuerda un poco al Shangri-La de Mathieu Bablet y precisamente considero que Hitos triunfa allí donde no se supo desarrollar éste ya que se entrega sin reparos a la experimentación gráfico-narrativa y, en lugar de dar explícitas lecciones moralistas, otorga la responsabilidad de interpretar el mensaje que quiere transmitir al lector.


Me entusiasma que Hitos mezcle elementos teóricos de biología evolutiva (en Inercia) o física cuántica (en Materia) con diálogos en apariencia superficiales. Por supuesto, todos conocemos la paradoja del gato de Schrödinger pero su aparición estelar en el primer capítulo, Ciencia, es una muestra más de la capacidad del autor para transmitir ideas complejas con muy pocos elementos y con una concisión envidiable. Con Materia, Antonio Hitos consigue una mezcla exquisita de costumbrismo alienígena y complejos conceptos filosóficos que trasciende el medio. 

Es inevitable que toda reseña de la obra de Antonio Hitos destaque su grafismo excepcional ya que es una marca del autor que le da un carácter único, personal e intransferible a todo lo que hace. Y yo no iba a ser menos claro. Al hojear tanto Materia como Inercia salta a la vista que no es un cómic convencional, apoyándose la narración en el uso excéntrico del color que se limita a los tres colores primarios: cian, magenta y amarillo. Pero por mucho que sea lo más llamativo, Materia se desmarca de otros cómics por su simetría, tanto estética como narrativa, dándole una vuelta de tuerca al medio. 


En cierta manera, y aunque las obras sean independientes entre ellas siento que el autor está realizando una saga que comenzó con Inercia, prosiguió con Materia y seguirá alargándose con Ruido. Aunque al mismo tiempo me planteo si no aparecerá esta última obra con una llamativa portada inundada de magenta anunciando así el final de una trilogía. ¡Ya se me está haciendo larga la espera para esta nueva entrega!

domingo, 5 de agosto de 2018

María lloró sobre los pies de Jesús

Igual que el año pasado, he atracado la biblioteca municipal de cara al mes de agosto augurando que tendré tiempo para leer un poco de todo a pierna suelta (e ignorando también como siempre la torre de lecturas pendientes que ya tenía en casa) así que espero darle un poco de vidilla al blog estas semanas con el pequeño botín que adquirí, antes de que tenga que devolver los documentos prestados. Empiezo pues con María lloró sobre los pies de Jesús, el primer cómic que leo de Chester Brown, autor que, de hecho, ni siquiera conocía.


Tal y como apuntan los subtítulos de la obra, Prostitución y desobediencia religiosa en la Biblia, y Una Novela Gráfica que adapta algunos pasajes bíblicos, María lloró sobre los pies de Jesús ilustra en formato cómic las historias de diversas mujeres que aparecen en la Biblia que, o bien se prostituyeron o bien utilizaron el sexo como medio para conseguir un objetivo. Sin embargo, el autor va mucho más allá explorando fragmentos populares de la Biblia de interpretación compleja como la historia de Caín y Abel, la parábola de los talentos, la del hijo pródigo o, finalmente, la historia de Job.

Durante una primera parte que ocupa más de la mitad de este volumen, se repite un mismo esquema de cuatro viñetas por página, con diálogos concisos, dibujo sencillo y sin florituras, y una gran profusión de viñetas en las que tan solo aparecen citas literales (o no) de versículos concretos de la Biblia. Esta estructura obliga a acelerar el ritmo de lectura con lo que la primera parte del libro se lee a la velocidad de la luz.

Encadenadas sin ton ni son, y a falta de preámbulo para introducir la lógica del autor, las distintas historias parecen escogidas con cierta aleatoriedad aunque se disfrutan igualmente como unidades independientes. La certeza de que nos encontramos ante una adaptación (libre) del libro más leído de todos los tiempos combina a la perfección con una narración directa, sin complejos, de una sencillez y honestidad abrumadoras. A pesar de esa simplicidad inherente al estilo y estructura cuadriculados de la obra, la dilatada trayectoria del autor se hace evidente en su inusitada capacidad para transmitir con muy pocos elementos.

Pero, por supuesto, hay una segunda parte, mucho más breve en extensión pero de lectura mucho más densa, en que el autor se explaya sobre su tema de estudio sin restricción alguna. Es en estas notas donde recae gran parte del atractivo de esta lectura ya que Chester Brown pormenoriza uno a uno cada ínfimo detalle de su narración inicial, explicando todos los puntos en los que se ha desviado de las escrituras oficiales para reflejar su opinión personal. En este prolongado epílogo no sólo divaga sobre sus creencias sino que referencia con profusión a diversos especialistas en el tema, mostrando hasta qué punto es complejo interpretar la Biblia y dando una idea de lo adulterado que podría estar el contenido de la versión actual.


El autor construye y expone sus argumentos con coherencia y meticulosidad, apoyándose en el trabajo previo y poniendo especial énfasis en todos aquellos aspectos que nacen de la más pura elucubración personal permitiendo así a los lectores que se formen su propia opinión sobre el tema. Personalmente, me parecen interpretaciones más que interesantes sobre la Biblia, dándole una vuelta de tuerca a pasajes muy conocidos que le permiten discutir diversos aspectos del cristianismo e incluso poner en duda alguno de sus dogmas centrales.

Si la adaptación bíblica per se es entretenida e incluso instructiva, son las notas (¡y las notas de las notas!) las que para mí hacen de este cómic una lectura indispensable entre lo publicado en los últimos años. Ya ando buscando Pagando por ello: memorias en cómic de un putero en la red de bibliotecas para complementar esta crónica en viñetas sobre las trabajadoras sexuales.