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sábado, 21 de mayo de 2016

Nimio

Después de más de un año dándole largas a Luis me ha amenazado he decidido que ya era hora de contaros un poco de qué va esta revista Nimio. Máxime cuando ha ganado el premio al mejor fanzine español del año y todos los amantes de la autoedición (millones de personas sí) se preguntan de dónde demonios ha salido esa edición chapucera, a grapas, de periodicidad dudosa, de aspecto abocetado y con pósters en blanco y negro llenos de dobleces que no se pueden colgar en ninguna parte.


La plantilla fija de la revista aproximadamente mensual está compuesta por: Anabel Colazo, María Ponce, Núria Tamarit, Ferro y Luis Yang. Con este tipo de obras corales, una siempre se ve tentada a compararlas y a elegir favoritos pero con Nimio es imposible hacer ninguna de las dos cosas. Por un lado, todas las obras son demasiado distintas las unas de las otras, con estilos de dibujo y narrativa totalmente contrapuestos. Por el otro, y a pesar de esta declarada diversidad, todas las participaciones comparten un surrealismo ubicuo, un humor peculiar y un querer (o no poder evitar) alejarse de lo normativo, creando una amalgama diversa pero compacta cuya cohesión aumenta a golpe de crossovers continuos (pero sutiles, ni mucho menos son estos cameos los protagonistas sino que se presentan de pasada, complementando las ya de por sí originales historias).

Por poner algo de orden (aunque vaya contranatura para los nimios autores de esta revista pero que yo no puedo evitar imponer en este mi analítico blog), he pensado en comentar brevemente cada una de las participaciones ya que aunque las historias son autoconclusivas de forma que uno puede comprarse un número sin haber leído los anteriores, los protagonistas son casi siempre los mismos de un número a otro y hay cierta continuidad.


Empiezo por las desventuras de el cartero de un solo ojo en que Luis desarrolla en clave estrafalaria el día a día de un cartero (sé que nunca lo habríais adivinado) algo particular. Disfruta él y disfrutamos nosotros con las ideas que no deja de sacarse de la chistera. ¿Os habíais planteado alguna vez cómo puede operar un cartero en las realidades alternativas que ofrece el mundo de la ficción? Esta serie se caracteriza por una originalidad desbordante: cómo entregar cartas a seres minúsculos, enfrentamientos con ladrones de correo y aduaneros, carteros de carteros, magical girls retiradas, rituales místicos que originan doppelgängers kawaii (¡con dos ojos!) y, por supuesto, una de las mejores bazas para colarse en las historias ajenas a base de repartir paquetes por doquier. No tiene nombre el protagonista, fácilmente reconocible por tener un solo ojo (característica a la que nadie más que el lector parece dar importancia), caracterizado por un hastío continuado aunque leal a su deber y por la nula capacidad de sorprenderse por surrealista que sea la situación en que se vea envuelto (siempre por motivos laborales).

Me atrevería a decir también que Luis es que el más arriesga desde un punto de visto gráfico en estas revistas, probando siempre distintas estrategias visuales para narrar sus historias, como si no se sintiese cómodo teniendo  un estilo personal e identificable, no deja de metamorfosearse.


Otro protagonista que le va a la zaga en cuanto a peculiar es el mago de Anabel de una ingenuidad que a menudo resulta macabra. Miguel, acompañado siempre de una extraña criatura que nadie sabe muy bien quién o qué es, se autoproclama como mago ya en la primera entrega y, desde entonces, seres de lo más variopintos no dejan de buscarle por ello, sin saber que se trata en realidad de un fraude (o precisamente por ello). Lo gracioso de esta historia es que aunque van apareciendo todo tipo de criaturas no humanas es en realidad el propio Miguel el personaje más inhumano ya que parece no tener ningún tipo de conciencia o remordimiento por sus acciones, tampoco sentimientos complejos. De hecho, es un personaje egocéntrico y quejica, que señala constantemente las faltas de los demás aunque las suyas sean mayores, haciendo gala del clásico «ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio».


Y, desde luego, las historias más pasadas de vueltas son las de Ferro con sus cuellos altos de pana tejana donde una rana con mucha cara, un conejo obeso y otro hipocondríaco se revuelcan en nuestra sociedad de consumo (tanto material como inmaterial). Es de hecho este autor el que nos llama a comprar el primer número de esta revista, aludiendo al veo, veo. Están sus historias llenas de referencias a la hitos de la infancia que hemos vivido los nacidos en los 90: los tazos, Mickey Mouse, los ganchitos... y otros no tan infantiles como Pulp Fiction. Los diálogos entre sus personajes son canela en rama, extrañamente cercanos a pesar de venir de los labios de criaturas un tanto grotescas. A partir del número #9, da carpetazo al trío antropomorfo y empieza con una historia radicalmente opuesta dónde en lugar de primar los diálogos, es protagonista una experimentación gráfica que bebe del minimalismo y de unos enfoques poco usuales.


En la misma línea peculiar pero con una lógica interna mucho más fácil de seguir que el resto, María nos propone a una pandilla de zagales un pelín mafiosos: asesinos a sueldo bajo las órdenes de un maestro misterioso que los sobreexplota, para su disgusto. En este caso descoloca desde el principio que sean chavales los mejores activos de una organización criminal o quizá que uno de ellos no tenga cara... En su concepción es la historia que más me recuerda al ritmo del manga, en concreto del shônen... no sabría decir muy bien por qué. Supongo que es una mezcla entre el dibujo y las aventuras/luchas capítulo a capítulo. De forma parecida a Miguel, los niños no tienen ninguna clase de escrúpulos.


Cierra la plantilla Núria con su trazo característico y elaborado. A nivel estético son sus historias sin duda mis favoritas. Construye un universo muy propio, dónde la naturaleza es siempre protagonista llenando sus viñetas de bestias y follaje. En cuanto a los personajes principales aparecen brujas y una pareja muy peculiar con cierta reiteración aunque no es tan fácil hablar de protagonistas fijos como para el resto de autores. Sí hace sin embargo muchas referencias a elementos clave que van apareciendo en diversas de sus aportaciones como una moneda de valor indefinido o la extraña calavera a modo de máscara que lleva uno de sus personajes recurrentes. Sus creaciones me hacen pensar en libros antiguos de fábulas, en pasados remotos y futuros inciertos.


Para contrarestar la diversidad de estilos y temáticas, casi todos los cómics están construidos utilizando la misma plantilla de nueves viñetas por página, que al principio no era tal pero que enseguida se convirtió en una especie de horma rígida en la que plantear todas las historias, incluso las de los artistas invitados. ¿Artistas invitados? ¡Decenas! Pollo Muerto, Roberta Vázquez, Erica FusteroJavi de Castro, Cristian Robles, Marina Vidal, Mikel Álvarez, Isaky, Ghosttthead y, por supuestísimo, Xulia Vicente (¡entre muchos muchos otros!). Muchos de ellos colaboran con ilustraciones puntuales pero también los hay que enriquecen el ya no tan pequeño universo de Nimio con nuevas historietas, sobre todo en el especial de verano y en el librito adjunto en el décimo volumen (¡gratis! porque cuesta el número #10 lo mismo que los demás a pesar de tener este extra cosido en su interior). Lo que más me fascina es que todos ellos han sabido incorporar dentro de su grafismo personal la naturaleza aleatoria de Nimio, creando historias y fanarts que encajan perfectamente en la revista.

Y hablando del especial de verano, podría hacer una entrada entera para hablar solo de ese volumen especial, ligeramente más caro que los demás, con muchas más páginas, dónde todos los personajes comparten historias activamente, haciendo una regresión a los campamentos de verano de la infancia. Con un montón de reminiscencias a esa época en que niñas y niños no se podían ni ver, el acoso (más o menos sutil) al rarito o rarita de la clase era normativo (ya sabéis, cosas de niños), había que contar historias de miedo de noche y hacer una cápsula en el tiempo era la idea más chachi del universo. Y por si eso sólo no fuera poco, aprovechan para contar los orígenes de ciertas cosas... de forma magistral. Probablemente mi número favorito hasta ahora.



La consecuencia más obvia y más visible del ritmo de publicación es que no encontraréis un trabajo depurado y limpio entre las páginas de la revista; más bien al contrario de hecho, pareciera que los distintos autores se han esforzado (unos más que otros) en que las páginas resulten lo más toscas posible, como si las viñetas estuvieran abocetadas con prisa y no mucho cuidado. Esta particularidad que, pensándolo fríamente, habría de ser un defecto, para mí es uno más de los motivos por los que disfruto de los nimios, tan humildes en su nacimiento, tan libres, hechos por el puro deleite creativo de sus autores en lugar de por un ansia enfermiza por satisfacer a un público con unos gustos homogéneos que, sencillamente, no existe. Al menos entre los que compramos autoedición.

Ilustración predilecta de todos los tiempos de Luis Yang
También es divertido ver como las páginas más incomprensibles y con aspecto más reduccionista son las que probablemente han costado más horas en su planteamiento y ejecución al querer construir historias que puedan seguir con los mínimos elementos, involucionando voluntariamente a un agarrotamiento de las figuras que recuerda a los trazos infantiles.

Y no podría acabar esta reseña sin hablaros de los magníficos editoriales de Juan Vautes que son el tipo de textos que me hubiese gustado escribir a mí. Tan erráticos tan caóticos tan incoherentes tan brillantes... punto de partida perfecto, antesala de lo que encontraréis entre las páginas de la revista. Y ya está, dicho todo esto sólo espero que haya quedado claro que me gusta mucho este fanzine (lo matizo porque mucha gente me ha dicho que en mis reseñas nunca dejo claro si recomiendo algo o no, o si me ha gustado o no...). Este tipo de obras corales, sobre todo si son de autores principiantes, suelen tener muchos altibajos, con algunas historias que no te acaban de convencer del todo pero la verdad es que siempre encuentro algún destello de genialidad en cada número. Espero que no se les suba mucho el premio a la cabeza y mantengan la línea que han seguido hasta ahora durante muchos números más.

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