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viernes, 25 de marzo de 2016

Últimas lecturas


Como siempre, los tomos de Aoha Ride se tienen que leer de tres en tres de lo adictivos que son. Aunque debo matizar que el hecho de que me lea tres tomos de una sentada no significa, ni mucho menos, que me parezca una lectura extraordinaria. Después de tantísimas idas y venidas entre Futaba y Kou, nos toca sufrir el doloroso cliché de "salgo con el chico que me quiere aunque no me gusta para poder olvidar al que quiero yo de verdad", que Io Sakisaka explota sin piedad en un dilatado viaje a Nagasaki. Así, asistimos al angustioso sentimiento de culpabilidad tanto de Murao como de Futaba, no podemos evitar compadecernos del bueno de Kikuchi y odiar un poquito a Kou por haber tardado tanto en ser sincero consigo mismo.


La autora explota tanto los tópicos de los shôjo que tiene que meter hasta un accidente de coche justo antes del desenlace (de esto siempre he querido hablar en mis abandonadas entradas sobre tópicos pero sería imposible escribirla sin hacer spoilers de decenas de mangas...) que, además, no aporta absolutamente nada. Lo que sí me pareció muy curioso al acabar el tomo #12 es que la historia queda totalmente zanjada y no sabía qué más podía esperarme en el último.


Kids on the Slope #5 mantiene bien alto el nivel, después de una larga pelea, Sentaro y Kaoru al fin se reconcilian, jazz mediante. La amistad masculina sigue siendo protagonista en este manga, y ya no hablo solo de los dos protagonistas sino de la relación de respeto y admiración que evolucionó a camaradería entre Sen y Jun. A pesar de salir en portada, Jun sigue siendo todo un enigma, metido en asuntos que parecen turbios y arrastrando a Yurika con él. Por su parte, Ritsuko cada vez se encuentra más veces pensando en Kaoru... Pero este no es más que el ecuador de la historia así que puede pasar cualquier cosa todavía.


Después de prácticamente un año, por fin he podido continuar con la lectura de Bride Stories. Por enésima vez, Kaoru Mori nos deja con la boca abierta con un nuevo emplazamiento y un nuevo plantel de protagonistas. Nos descubrirá la invisibilidad de las mujeres en Persia, que no pueden ser vistas por hombres que no sean de su familia, ni siquiera cuando están en su casa pero también una costumbre que se me antojaba totalmente ficticia (pero que no lo era): la existencia de las hahal handi. Respecto a los matrimonios entre mujeres que tenían lugar en Turquía hace poco más de un siglo, hay bastante información en esta entrada que me proporcionó muy amablemente Flors Enversa. Sinceramente, leí todo este séptimo tomo bastante ojiplática, sin poder dar mucho crédito a que nunca haya existido alguien como Anis.


La novia que protagoniza estos capítulos vive confinada y sola, a pesar de tener ya un hijo, no parece en absoluto preparada para ser madre y se pasa el día jugueteando con un gato persa precioso que la ignora por norma. Todo esto cambiará cuando su doncella la anime a ir a los baños públicos... donde creo que he visto más desnudos femeninos juntos que en cualquier manga al que me haya atrevido a acercarme hasta ahora. Lo leí todo pensando en Anis y Shirin como amigas pero después de discutir largamente sobre el tema con Flors Enversa he empezado a plantearme si no habrá algo más, aunque ya no sabría decir si de índole romántica, sexual o ambas. En general me ha parecido de lo más surrealista pero sigue siendo una lectura de lo más disfrutable y, lo que es mejor, ¡en el próximo tomo toca Priya! Desde luego, Bride Stories se merece todos los premios del mundo.


Y, para terminar la entrada, el shôjo cuya licencia esperábamos y pedíamos desde hace años: Ore Monogatari!!. Con un guión de Kazune Kawahara (High School Debut) la apuesta parecía segura y, de hecho, no defrauda poniendo como protagonista a un chico que, para más inri, no acaba de encajar con el perfil de príncipe azul largirucho guaperas bueno en los estudios. Como creo que resulta evidente, se trata de una comedia romántica alejada de los romances idílicos (y tóxicos) que suelen representarse en este género. Sin embargo, sí debo reconocer que esperaba todavía más debido al hype (y el precedente de High School Debut que dejó el listón muy alto); puede que lo que más me haya decepcionado haya sido el dibujo, muy sencillo y vacío... En cualquier caso, espero el siguiente tomo con ganas a ver con qué me sorprende el dúo artístico complementado por Aruko

sábado, 12 de marzo de 2016

Fin de semana en Porto, la ciudad de las cuestas

¿Otra vez te has ido de viaje? Sí, ¡pero a Madrid (mi AVE arranca ahora mismo)! Lo que ocurre es que, como de costumbre, recupero un viaje de hace meses. Apenas una semana después de volver de Viena/Innsbruck ya me tenía que ir a Santiago de Compostela por un congreso. En Santiago apenas pude hacer turismo pero se dio la casualidad de que Borja estaba en Braga (Portugal) esa misma semana así que decidimos aprovechar para reunirnos en Porto. Llegué el viernes por la noche en bus desde Santiago dispuesta a exprimir al máximo el fin de semana.


Como podéis ver en la foto, empezamos el sábado adentrándonos en el Más Allá. Creo que nunca antes había visto una niebla tan increíblemente espesa, bajamos hasta el Ponte do Infante esperando hacer fotos de Vila Nova de Gaia con el río pero fue misión imposible como os podréis imaginar. De todas formas, cruzamos al otro lado porque queríamos pasar por el Ponte Luís I, diseñado por el ingeniero Théophile Seyrig, colaborador de Gustave Eiffel. Y aunque la niebla sigue siendo muy patente, alguna foto decente hay de Porto desde el otro lado del río (y se ve el famoso puente). Aprovechamos para desayunar en un café bastante alejado de todo que regentaba una señora mayor que nos preguntó varias veces si el croissant aceitoso y el café que nos sirvió eran de nuestro agrado (una de las primeras cosas que aprendí en Porto es que los portugueses son increíblemente majos).


Cuando volvimos a cruzar, esta vez por Luís I, hacia Porto, nos encontramos fortuitamente con un evento que, si mis nulas nociones de portugués no me fallaron mucho, organizaba el cuerpo de bomberos de Porto a modo de exhibición abierta al público. Nos quedamos un rato a chafardear con otro puñado de curiosos pero tras escuchar varios discursos de inauguración y ver que no hacían nada, desistimos y seguimos con el planning del día.


Una de las particularidades de Porto es que hay azulejos por todas partes. Y todas partes quiere decir todas partes, difícilmente hicimos alguna foto panorámica en que no apareciera alguna fachada forrada con ellos. Una visita habitual (que nosotros también hicimos) es la estación de São Bento, cuyo vestíbulo está revestido de murales constituidos, como no, por azulejos.


Después fuimos al que puede que sea uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, la Torre dos Clérigos a la que, por supuesto, subimos. Ahora mismo no recuerdo el precio de entrada pero fue bastante barato, de hecho, todo en Porto me pareció barato, creo que me voy a mudar allí. Además de aprovechar la subida para hacer fotos panorámicas de los neblinosos tejados de Porto, vimos el museo adjunto en que se explicaba la historia de la orden de clérigos que había fundado la iglesia y que contaba con una colección increíble de Cristos crucificados que fue mucho más enriquecedora de lo que podáis pensar.

Todas las fotos que parecen postales las hizo Borja
Desde que entré noté algo extraño y es que había muchas diferencias entre unos y otros! El ángulo de los brazos, el número de clavos, lo sangrientos que eran algunos y las distintas expresiones de sufrimiento, pues resulta que hubo varias ramas artísticas en esto de la representación de Jesús en la cruz. También visitamos la iglesia y tuvimos la suerte de pillar un concierto de órgano, muy agradable como banda sonora al paseo.

Recurro a Google imágenes porque con el trajín de gente no
había manera de hacer una foto sin que saliese algo movido u.u
Al salir fuimos directos a la Librería Lello, famosa por haber sido escenario de las películas de Harry Potter. Tan famosa es que había una cola muy considerable para entrar y ¡había que comprar entrada! Eso sí, si luego comprabas algún libro, te descontaban el precio de la entrada del precio del libro y al tratarse de un lugar tan turístico no sólo había libros en portugués, también en inglés, francés, español... Yo no tuve suerte pero Borja se pudo pillar uno y le descontaron el precio de ambas entradas así que ya sabéis, ¡visita obligada si pasáis por Porto!


Aquí hicimos parón para comer en un sitio que tenía pinta de ser exclusivamente para guiris y aún así era barato! De verdad, aún alucino con los precios de allí, acostumbrada a Barcelona... Después de comer nos encaminamos hacía la Sé do Porto, la Catedral, que a juzgar por el mapa parecía fácil de llegar pero resultó estar en un enclave un poco impracticable.


Después de subir muchas escaleras y subir calles de lo más empinadas nos encontramos con el majestuoso edificio. A título personal no me entusiasmó en especial, supongo que he estado en demasiadas iglesias a lo largo de mi vida.


Volvimos a bajar hacia la orilla del río pensando en coger el famoso tranvía que bordea el Douro (sí, el Duero) hasta Foz do Douro. Fue una mala idea. La idea era aprovechar que el pequeño tranvía iba en la dirección que nos interesaba y luego subir hasta el Castelo do Queijo a patita. El problema es que yo me empecé a encontrar muy mal, el tranvía era enano y carísimo, hubiésemos llegado más rápido caminando de lo LENTO que iba y encima no nos pudimos ni sentar porque estaba a reventar. Una turistada con todas las letras.


Hacía muchísimo frío, la niebla seguía presente, había olvidado los ibuprofenos en el hostal y no me veía con fuerzas de llegar caminando hasta el castillo así que después de (no) tomarnos un café asqueroso que nos sirvió un señor con muy malas pulgas como para llevar un bar cogimos un bus de vuelta al centro. Después de descansar muy merecidamente en el hostal, nos acercamos a la Capela das Almas a la que no entramos pero vamos, no nos hizo falta que ya veis lo bonita que es la fachada (con... ¡evidentemente! azulejos).


Cenamos en un restaurante a orillas del río que, precisamente, por no tener vistas del mismo, era como la mitad de barato que los demás así que no dudamos mucho.

¡Sin niebla!
El domingo fue un día mucho más tranquilo, habiendo visto casi todo lo que teníamos en mente el sábado y sin ganas de volver a acercarnos a Foz, nos dedicamos a indagar un poco por las callejuelas y escaleras intrincadas de Porto. También fue el día de la compra de souvenirs y nos comimos por fin sendas francesinhas como dios manda.

Si esta foto no os da hambre solo con verla, mentís como bellacos
Debido a mis limitados gustos culinarios, suelo ser incapaz de degustar ningún plato típico vaya a donde vaya pero resulta que el de Porto es una especie de sándwich con 4 o 5 tipos de carne distintos, recubierto de queso y, opcionalmente, con un huevo frito plantado encima, ¡todo comida apta para Kuroi! Disfruté como una enana comiendo, cosa rara en mí.


Por la tarde, se nos cruzaron los cables y fuimos a ver una obra de teatro (en portugués subtitulada en inglés) que adaptaba la ópera de Turandot. Toda una experiencia. Queríamos haber ido también a una, atención, nutelleria pero la cola era tan y tan larga que no solo se salía de la tienda sino casi casi de la propia calle. Se ve que la habían inaugurado hacía poco así que nos lo dejamos para la próxima.


A última hora nos reunimos con una amiga, portuguesa, que nos había recomendado el hostal (bueno, bonito y barato) donde nos alojamos y que nos descubrió una hamburguesería fantástica en la que tomamos nuestro último manjar en Porto.


La niebla me acompañó hasta el mismísimo despegue, en una madrugada brumosa y tuve un vuelo muy poco apacible en el que debería haber dormido algo porque de El Prat me fui directa a trabajar... y no me cundió mucho la jornada, no.


Bonus track: no podía dejar de confesar que, para una hispanohablante como yo, el portugués a veces resulta un idioma entretenido.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Que no, que no me muero

Tanto en Sandía para Cenar como en los Oiga Mire que he podido leer, Javi de Castro me convenció tanto como dibujante como guionista. Al leer La última aventura, en que realizaba el dibujo conjuntamente con un guión hilarante de Josep Busquet me siguió sorprendiendo para bien. Es por eso que me parece de lo más natural que su nombre aparezca por duplicado en los nominados a los premios del Salón del Cómic de Barcelona (¡se anunciaron ayer!) tanto en la categoría de mejor obra de autor español publicada en España en 2015 como en la de autor revelación español del 2015. Y en medio de este panorama me compré Que no, que no me muero, en parte porque lo dibujaba él, en parte porque se podía comprar en el GRAF antes de su salida oficial, firmado y un poco rebajado, y en parte porque trata sobre cáncer.


Que no, que no me muero... y si me muero no es el fin del mundo. Lupe tiene 38 años, un tumor en la mama y muy poca paciencia. El cáncer, la cirugía y la quimioterapia no le han proporcionado, ni mucho menos, el sosiego que siempre le ha faltado, tampoco han acabado con sus deudas, su desempleo o su obligación de sacar a pasear a su perra Termita, "tan solo" con sus estrógenos, su fertilidad y su melena.

Este cómic es un manual, es un "todo lo que siempre quisiste saber sobre el cáncer y nunca te atreviste a preguntar". Los conceptos cáncer y muerte suelen ir de la mano en el imaginario colectivo pero es un hecho que los avances médicos de las últimas décadas están posibilitando que muchos tumores detectados a tiempo no tengan tiempo de hacer una metástasis y se resuelvan sin amenazar realmente la vida de la persona. El problema es que el tratamiento mediático que se da a los enfermos que tienen cáncer suele limitarse a si sobreviven o no mientras que las secuelas no atraen apenas atención. Que la quimioterapia es muy dura y se asocia a los vómitos, la pérdida de cabello y un terrible malestar general es vox populi. Que una treintañera con cáncer de mama empiece una menopausia prematura, quede estéril, empiece a engordar progresivamente, dude sobre si tiene o deja de tener alucinaciones y deba luchar todos los días contra una depresión incipiente, ya no tanto. Por todo ello Que no, que no me muero resulta una lectura de lo más instructiva con un montón de datos no muy publicitados de los efectos secundarios de la quimioterapia.


Por supuesto, más allá de lo informativa que pueda resultar y a pesar de lo crudo que sea el tema que trata, la historia es sorprendentemente cómica (a mí se me escapó la risa más de una vez mientras lo leía); ni siquiera cuando retrata todos los horrores que debe enfrentar la protagonista sentimos algo que se acerque a la tristeza. Lupe es ácida como pocas, con una lengua rápida y afilada, no duda en insultar a amigos y desconocidos en cuánto se pasan de la raya y trivializa hasta su propia muerte.

Quizá sea el tratamiento que se da a las reacciones de los demás lo que más enriquecedor me ha parecido de la lectura. Evidentemente, Lupe (y tómese a la protagonista como un ejemplo con patas de paciente con cáncer) es una mujer polifacética: tiene pareja, familia, anhelos, virtudes, defectos, caprichos, manías, antojos... y, además, cáncer. Sin embargo, cuando descubrimos (o sospechamos) que una persona tiene cáncer, la etiquetamos inconscientemente como «persona con cáncer» y cualquier otra cualidad de la misma queda absolutamente supeditada al diagnóstico y a la posible compasión o pena que podamos sentir hacia ella. Tanto es así que si vemos a una mujer calva por la calle nos la quedamos mirando con más o menos disimulo. Es agradable ver que los amigos y familiares más próximos de Lupe son capaces de tratarla con normalidad; por supuesto, no faltan las pequeñas e inevitables dosis de humor negro.


La estructura del cómic casa perfectamente con la historia que, aunque conserva un inicio y un desenlace convencionales, se construye en torno a anécdotas independientes de entre una y cinco páginas, como si se tratase de un compendio de tiras cómicas. Lo único malo de esta distribución es que obliga a dejar muchas páginas en blanco (en negro en realidad), lo que engrosa el lomo e imagino que encarece la edición aunque claro, queda más simétrico y pomposo así. En cuanto al formato, y como quizá ya habéis deducido por la portada, es cuadrado, una singularidad que no recuerdo haberme encontrado antes en el mundo editorial.

En cuanto al dibujo, imagino que por temática, formato y al trabajar con un guión ajeno, Javi de Castro no experimenta con las viñetas como acostumbra a hacer en otras obras aunque sí nos ofrece alguna que otra composición curiosa como la de los ojos o una de las páginas de quimioterapia.


En resumen, Que no, que no me muero es una lectura ágil, interesante y divulgativa, que invita tanto a la reflexión como al esparcimiento. Ya que, desgraciadamente, todos conocemos a alguien que tiene o ha tenido cáncer, creo que se trata de una lectura que puede disfrutar cualquiera, seguro que os aporta algo.

lunes, 7 de marzo de 2016

Una mañana en el GRAF

Por tercer año consecutivo he asistido al GRAF de Barcelona (apunte necesario porque también se celebra todos los años en Madrid) y ya puedo afirmar que a cada nueva edición voy con más expectativas, paso más tiempo en el festival y gasto más dinero. La novedad de este año es que por primera vez he ido acompañada, lo que ha hecho mi visita mucho más amena, gracias Fran y Flors Enversa por dejaros liar.


Llegué a la Fabra i Coats a eso de las once y media (abría a las 11h, quería haber llegado justo a la apertura pero el transporte interurbano en sábado no es lo que se dice óptimo) y enseguida me reuní con Flors Enversa y Fran (cuyo confuso google maps le había guiado a un muro infinito en lugar de a la puerta).



Dimos una primera vuelta de reconocimiento donde, cómo no, fui directa a lo conocido: el stand de Pudú Store, Rata y HRandt (siempre hago lo mismo en estos eventos, paso el 80% del tiempo hablando con gente que ya conozco, el 10% buscándola y el tanto por ciento restante echando un ojo a lo demás con lo que no suelo descubrir mucho... después siempre me arrepiento nada más coger el bus de vuelta a Mataró). Iba con muchas ganas de comprar El niño de las nubes, de Catalina Corvalán, autora de La Brujita Vampiro, uno más de los webcómics de subcultura que adoro, pero ya no les quedaba ningún ejemplar; la parte positiva es que podré reservarlo para el KBOOM! y para compensar, me hice con su recopilación de inktobers, que son una monada y por 3€ cualquiera se resiste.


Aproveché para recoger mi tercer volumen de Art 88/46, mágicamente impreso antes de que termine el crowdfunding (en el que todavía podéis participar si queréis comprar los tomos con un pequeño descuento, conseguir originales preciosos a muy buen precio y hacer que consiga mi copia física de Yo, Domobot). También se me cayó bastante la baba con los prints de HRandt pero mi prioridad son los cómics y tampoco tengo espacio en casa para colgarlos y me daría pena dejarlos olvidados en una carpeta... De momento me conformo con haber participado en el preorder de su nueva historia de Onironautas, Salta conmigo, que es una delicia visual y argumental. Lo que sí que me compré (porque, por supuesto, encontré algo que sí quería comprar sin ninguna duda) fue el fanzine Roto, en el que colaboran Álvaro Mas, Carlos Sánchez (más conocido por las redes como Ddoodler) y, por supuesto, el propio Ulises "Rata" Lafuente. Me fui muy contenta del stand con sendas firmas de Ulises.


Nuestra siguiente parada debería haber sido el stand de los Nimios pero aunque eran ya casi las doce todavía no se habían presentado. Por eso, acabamos dando otra vuelta general que me llevó al stand de Panoli, donde no me pude resistir a la nueva historieta de Clara Soriano, autora revelación del 32 Salón del Cómic de Barcelona por su Colmado Sánchez y una de las integrantes de Caniculadas. en colaboración con genie espinosa (a la que no conocía).

El único sin firmita T^T No sé por qué no la pedí =')
Como Luis y Anabel seguían desaparecidos en combate, decidimos ir a una de las mesas redondas programadas: El motor de los cómics. Divulgación y crítica de historieta hoy. Sí, lo propuse yo. Sinceramente fue de lo más enriquecedora. Como comentó la moderadora Mireia Pérez (sí, esta misma Mireia), nunca había asistido a una charla sobre divulgación de cómic y agradezco mucho a los organizadores la idea. La mesa estuvo constituida por Jose A. Serrano, Gerardo Vilches, Roser Messa, Anna Abella y Daniel Ausente, todos reconocidos críticos de cómic. Estuve retransmitiendo gran parte de la charla por twitter (para divulgar una charla sobre divulgación):


Como veis, comenzó con una pregunta sencilla y una respuesta aún más simple. Por si nos quedaba alguna duda, no, claro que no se puede vivir de la crítica de cómic en España. Excepcional es el caso de Anna Abella, que escribe la sección de cultura de El Periódico de Catalunya, cuyo trabajo consiste en escribir artículos divulgativos sobre cómic. El resto de participantes dejaron claro que aunque se pueda conseguir cierta remuneración cuando se está reconocido, no se puede, ni mucho menos, vivir de ello. La siguiente cuestión puso el acento en el impacto real de las reseñas de cómic, ¿realmente afectan las cifras de ventas? Comentaba Jose A. Serrano que es absolutamente verídico que hay compradores que se presentan en la librería con un recorte del periódico en que se recomendaba tal o cual cómic. Y, por supuesto, Daniel Ausente apuntaba también como varios lectores de su blog le han comentado "pues lo compraré" o "lo leí por tu reseña y me ha gustado mucho". Son comentarios que yo he recibido alguna que otra vez y la verdad es que es de lo más gratificante de escribir el blog. Por supuesto, siempre existe un pequeño miedo, un respeto a que una persona anónima pueda gastarse su dinero en algo que no le va a gustar por culpa de nuestra reseña pero yo creo que todos estamos de acuerdo en que, al final, la experiencia de reseñar en la red es satisfactoria.

En última fila, como buenos malos estudiantes
Se lamentó entonces Daniel de la mudanza de las críticas de los blogs a las redes sociales donde el feedback es mucho mayor pero también infinitamente efímero, siendo imposible a veces recuperar algún texto interesante en medio del caótico funcionamiento de las publicaciones de facebook. Gerardo Vilches comenta brevemente el objetivo de CuCo: hacer llegar al público textos mucho más académicos sobre cómic. Apunta Roser Messa que falta formación para los críticos de cómic. Se comentó (ya no estoy segura de quién lo dijo que mi memoria tiene ciertas limitaciones) que, evidentemente, cualquiera puede escribir una reseña de cómic pero que las redes están muy pobladas de críticas que, en realidad, son comentarios de fan que se centran en una sinopsis acompañada de un "me ha gustado mucho" y acabada con el clásico "imprescindible". Por último, uno de los miembros del público apuntó que nunca se ven críticas negativas en los medios oficiales de divulgación. Aquí la opinión de los ponentes fue unánime: se tiene que consolidar todavía el espacio para la crítica de cómic en los medios, cuando consigamos eso, ya nos plantearemos ceder una parte del mismo a la crítica negativa, tampoco es plan de tirar piedras sobre nuestro tejado (pero los blogueros amateur como yo nos lo podemos permitir claro). 


A eso de la una salimos de la charla y, ahora sí, asaltamos el stand de la revista Nimio donde obligamos a un enfermo Luis a firmarnos unos cinco fanzines (entre Flors Enversa y yo) con lo que nos estuvimos casi una hora allí, hablando con Anabel de lo carísimas que se están poniendo las ediciones de manga últimamente (Punpun, Ichiefu, Sunny...), haciendo de community manager (reitero que a estas alturas deberían pagarme), hablando de los eventos de cómic que están por venir y comentando con regocijo la buena acogida que está teniendo en el mundillo la revista Nimio (Luis también me recordó muy amablemente que le(s) debo una señora reseña... la estoy cocinando). 



Una vez con el botín de Nimios firmados, me fui directa al stand de Pulpovisión a por los números #2 y #3 (menudo ritmo de publicación que se traen estos también). Marina y Miquel (Manel no estaba cuando yo me pasé) fueron de lo más agradables y me firmaron sendos números con amor ♥ Otra señora reseña que tengo pendiente para presentaros a este trío!



Aquí ya empecé con las prisas porque eran más de las dos, teníamos intención de comer en algún momento y yo aún tenía mucho que comprar. Las apuestas fuertes de la jornada (aunque todos los títulos los tenía ya apuntados como futuribles así que, como decía al principio, de descubrimiento nada) fueron: Que no, que no me muero, novela gráfica guionizada por María Hernández Martí y dibujada por Javi de Castro, otro habitual del blog, que me firmó el ejemplar (María sólo fue por la tarde y para entonces ya no estábamos claro).


La Reina Orquídea, una delicia visual publicada por El Verano del Cohete, de Borja González, al que, de hecho, conocí al leer Fantasmas, publicado por la misma editorial. Este es otro de los títulos que rondaba mi lista de la compra pero que pensaba que no compraría por una mera cuestión económica, en el GRAF compré más fanzines a 4 o 5€ que no novedades editoriales que rondasen los 20€. Pero entre que el tomo en formato físico es irresistible y que el autor estaba firmando... y encima me regaló Panorama Esperanzador. Y claro, ya de perdidos al río me compré un ejemplar (de la limitadísima tirada de cien ejemplares) de Teresa. Creo que podría considerarse mi mayor capricho grafero este año.



Y ya, la última compra fue Gummy Girl, que descubrí gracias a la reseña de Gerardo Vilches y que rondaba mi lista de la compra desde hacía unos meses, me acabé de decidir cuando supe que Isa Ibaibarriaga estaba por allí y me lo podía firmar (¡con un boli bic!).


Y, con 81€ menos en la cartera, decidí que ya habían sido suficientes compras (y que mi estómago rugiera de hambre fue un factor bastante determinante). Por supuesto, salí del recinto pensando en todas las cosas que había visto que hubiese comprado si tuviese presupuesto infinito como Epigrafías, de Carla Berrocal, Chico del Antifaz, de Alexis Nolla, TEA, de María Herreros, el librito de Virgina Mori, Habitaciones íntimas, de Cristina Spanó, el Animalarium de Impedimenta, medio stand de Kuš! Komiksi, los Dibus y Diretes de Maribel Carod y un largo larguísimo etcétera que hubiese duplicado o triplicado mi gasto en el GRAF.

Foto de grupo para terminar
En resumen, una muy grata experiencia, os animo a ir a la próxima edición, la entrada vale un euro irrisorio y desde luego encontraréis cosas únicas.