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miércoles, 20 de mayo de 2015

American Horror Story: Coven

Con muchas reservas, acabé por ver también la tercera temporada de AHS, a pesar de las múltiples críticas negativas que ha cosechado por la red. Pero no adelantemos acontecimientos.


En 1830, Madame LaLaurie se recrea torturando a sus esclavos negros para después utilizar su sangre a modo de rejuvenecedor para la piel. De vuelta al siglo XXI, Fiona lidera el aquelarre de brujas de Nueva Orleans; ha ostentado el cargo de "suprema", bruja de mayor rango, durante décadas pero, lentamente, su poder empieza a desvanecerse y su deterioro físico es cada vez más patente. Paralelamente, el reducido alumnado de la academia Robichaux para jovencitas excepcionales recibe con los brazos abiertos a Zoe, una joven bruja que acaba de descubrir sus poderes al matar a su novio accidentalmente mientras perdía la virginidad.

A pesar de los comentarios negativos, empecé la tercera temporada con bastantes ganas, máxime cuando me di cuenta de que no era tan escalofriante y desagradable como la segunda (escenas de madame LaLaurie a parte claro). Nada más comenzar, se nos presenta un tropel nada despreciable de personajes, a cada cual más intrigante.


Fiona es vanidosa y engreída en exceso y vive por y para sí misma, desprecia a su hija, y se obsesiona con su aspecto físico hasta el punto de estar dispuesta a dialogar con su rival declarada, Marie Laveau, una hechicera inmortal que ajustó cuentas con madame LaLaurie casi dos siglos atrás, por haber mancillado a su amante. Cordelia, la única hija de Fiona, es diametralmente opuesta a su madre: cándida y bondadosa, no hace otra cosa que velar por el bienestar de sus alumnas, a las que considera sus protegidas, a la par que mantiene viva la llama de su matrimonio.


En cuanto a esas protegidas, son a cada cual más particular. Empecemos por la princesa del lugar, Madison, explotada como actriz durante su niñez, mimada hasta decir basta, drogadicta en recuperación y mala malísima. La recién llegada Zoe será su contraparte, ingenua e inocente, lejos de comprender el nuevo mundo en el que mueve, aprenderá a base de golpes. Queenie es una adolescente obesa con muy mala leche que, además, es una muñeca de vudú gigante que desaprueba todo lo que dice Madison. Cierra el cuarteto Nan, la clarividente, algo atormentada por la falta de paz y de silencio en su cabeza pero, sin duda, la más angelical de todo el aquelarre.


Pero el elenco no acaba ni muchísimo menos aquí, aparecen otras brujas como la excéntrica Myrtle Snow o la desequilibrada Misty Day; sin olvidarme de la sádica Delphine, personaje indispensable para dar aun más contraste. Y, aunque su rol sea bastante accesorio, también aparecen personajes masculinos como el mudo e inquietante mayordomo Spalding, enamorado de Fiona desde siempre y el desafortunado Kyle, que fue a ligar con la chica menos indicada.

Los dos personajes más odiosos, sin duda
No voy a negaros que esta temporada tiene algunas escenas memorables y que, realmente, disfruté con ciertos capítulos pero, si hago balance, Coven es un despropósito. Desde el primer capítulo, la trama es absolutamente predecible en todas sus líneas argumentales. Desde un romance cursi con Frankestein y problemas matrimoniales de esos que incluyen aburridos secretos, infidelidades e infertilidades hasta rivalidades ancestrales, adolescentes cabreadas y hormonadas y desequilibrados mentales en todos los bandos (que sí, son más de dos).


Si hay algo que salva la temporada son las idas y venidas de los personajes formando alianzas para después traicionarlas. Porque llega un punto que, cuando le ocurre algo malo a uno de los personajes, ya no puedes estar seguro de quién ha sido porque se están clavando cuchillos en la espalda constantemente. Y, ciertamente, conforme avanzan los capítulos, cada vez aparecen más subgrupos, más enemigos independientes, más opiniones enfrentadas y es solo la confluencia entre todos estos partidos la que anima la temporada y le da cierta continuidad.

Los estilistas se lo tuvieron que pasar tan bien esta temporada
El problema es que todo adquiere tal punto de surrealismo que la temporada pierde la gracia a marchas forzadas. Prácticamente todos los personajes mueren (algunos varias veces) para ser resucitados más adelante con lo que llega un punto en que nada tiene sentido. Reconozco que esta locura generalizada puede tener su encanto pero uno se cansa rápido y solo disfruta de este caos en escenas muy puntuales de los últimos capítulos aisladas entre largos y aburridos minutos de diálogos inútiles de los que no puede extraerse ningún jugo.

Detente, ¡no la veas!
Conclusión: una temporada más bien floja con varios momentos muy desagradables (tortura, zombies y demás) pero que, en general, no da demasiado miedo salvo escenas puntuales. Adolescentes indecisas bajo el mando de una tirana venida a menos, algún amorío insustancial y una lucha incansable a la par que confusa por la supremacía. No os la recomiendo.

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