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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Battling Boy

La primera noticia que tuve de este cómic fue de la mano de Shade, en Divagando entre líneas hace ya unos meses. Ya entonces me llamó mucho la atención pero, como mi wish-list es infinita, lo aparqué en un segundo plano. Y entonces descubrí a David Rubín, de ahí pasé a Aurora West y de ahí, finalmente, a Battling Boy. Decidí que era mejor leer este último cómic el primero aunque se ubique cronológicamente después puesto que se publicó antes y la historia de Aurora fue concebida como un spin-off y no al revés.


La ciudad-país Arcópolis se encuentra desde hace décadas bajo la amenaza de unos misteriosos monstruos que se dedican a raptar niños. A pesar del ataque continuado de estos misteriosos seres, la ciudad consigue subsistir gracias a un solo hombre, Haggard West, el héroe científico. A su muerte, Arcópolis está destinada a la extinción. Es entonces cuando Chico Batallador, un semidiós del Reino Celestial, será enviado a acabar con los monstruos como parte de su «deambular», el rito de iniciación a la adolescencia.

No sabía qué esperarme cuando empecé a pasar las páginas de este cómic y desde luego que me ha sorprendido para bien. En Battling Boy encontramos tres grandes frentes abiertos: por un lado está el mundo donde se sitúan Arcópolis y el inframundo de las pesadillas; por el otro, el Reino Celestial, hogar de dioses y semidioses. El primero resulta fascinante por la adaptación de la población al terror, en un mundo en que las pesadillas se tornan tangibles es necesario instaurar un toque de queda y, aun así, los monstruos siguen constituyendo una amenaza debido a la irresponsabilidad humana. En este contexto nos encontramos tanto con políticos corruptos y podridos que manejan a voluntad sus títeres con tal de manipular a una mayoría aterrorizada como con un hombre de principios que decide arriesgarlo todo para salvar a su ciudad mediante la ciencia. Esta historia per se (tal y como se demuestra en la precuela de Aurora West) sería más que suficiente para desarrollar un cómic excelente pero Paul Pope no se contentó con eso sino que decidió añadir deidades a la ecuación.

El universo entero concebido como una hélice gigante de ADN
(orgasmo visual)
De forma ingeniosa, el aclamado autor de cómic hace referencia a los múltiples héroes que siempre hacen falta en la Tierra como guiño tanto a DC como a Marvel. Introduce ágilmente gran multitud de conceptos sobre el funcionamiento en el Reino Celestial y, cuando el lector quiere darse cuenta, está de vuelta en Arcópolis. En ese sentido es un cómic muy balanceado donde las tres realidades tienen su importancia, al igual que el elenco de personajes principales repartiendo muy bien su peso en la historia.

El chico batallador no tiene más que trece años recién cumplidos y, por mucho que sea un semidiós, no deja de ser un niño que acaba de estrenar la adolescencia y que se ve envuelto en una guerra que ni le va ni le viene. Y este no es más que otro de los puntos fuertes del cómic: ¡el protagonista tiene trece años! Claro que a muchos de vosotros no os parecerá nada fuera de lo normal porque es algo usual en el manga pero si volvemos a la temática concreta de este cómic americano seguro que empezáis a notar que sí que tiene algo de peculiar. Chico Batallador es poderoso pero infantil, ingenioso pero impulsivo, lo que le convierte en un personaje harto impredecible. En general me hace mucha gracia esa combinación de justa inocencia mezclada con desgana adolescente.

Esto podría calificarse de maltrato infantil
Pero, como comentaba más arriba, el elenco de personajes va mucho más allá, empezando por la familia West: el héroe Haggard y su hija Aurora. Del primero no podemos saber gran cosa debido a su muerte prematura pero Aurora es un personaje casi tan atípico como el chico batallador. Me reservo un comentario más amplio para la próxima reseña.

No puedo tirarme a la piscina y decir que lo mejor de este cómic son sus pesadillas porque reitero que todos sus elementos están muy equilibrados pero pocos enemigos más originales se me ocurren. Los monstruos de Arcópolis son caóticos, anárquicos, incoherentes, impredecibles, volubles e increíblemente dispares en todo lo demás. Tengo muchas ganas de saber algo más sobre su origen aunque más o menos adivino por dónde van los tiros.

Neither does newspaper
El dibujo es uno de los experimentos más raros que recuerdo haber visto en el mundo del cómic (tanto japonés como no japonés). Por un lado es llamativo, colorido, original, funcional, épico cuando es necesario... por otro da un poco de grima a veces (atención a los ojos y los labios).

Y ya no sé qué más decir. Lo recomiendo en general a los amantes del cómic de autor que no se encasillan en los cómics de superhéroes estadounidenses ni en los dramas existencialistas típicos del BD o el jolgorio enfermizo sin censura del manga. Es una buena historia con un ritmo alucinante y que a pesar de su considerable grosor se lee como si nada.

2 comentarios:

  1. hostia pues tiene bastante mejor pinta de lo que imaginaba, aunque los protagonistas preadolescentes me acostumbran a dar algo de tirria.

    Si tengo la oportunidad miraré de echarle un ojo que el "setting" me llama bastante la atención y los guiños siempre hacen gracia XD

    PD: que fea la portada y luego que guays los dibujos de dentro!

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  2. Pues... me has llamado poderosamente la atención con tu reseña y las imágenes escogidas para ilustrarla... así que me tienta mucho coger el tebeo.

    ¡¿Por qué hay tantos comics buenos?!

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