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domingo, 21 de septiembre de 2014

Potlatch

Lo vi en la biblioteca de casualidad y fue toda una señal del cielo para ponerlo en el primer lugar de mi lista de lectura pendientes (y de reseñas pendientes también, como veis).


Máximo Pérez Gil odia principalmente tres cosas: 1) que le llamen Max, 2) que se burlen de sus apellidos y 3) los reality shows. Máximo padece una condición denominada hipertimesia que le hace recordar absolutamente todo lo que ha visto, leído o vivido desde que tiene uso de memoria. Gracias a su memoria prodigiosa, tiene un talento natural para la bolsa y se ha enriquecido considerablemente. Sin embargo, no parece tener a nadie con quién compartirlo...

Potlatch es el cómic más raro con el que me he topado desde que me pasé al europeo. Por supuesto que no es la primera vez que me encuentro con una historia temporalmente desordenada que mezcla continuamente acontecimientos del pasado con los del presente, ni será la última. Decidir que el protagonista padezca hipertimesia era una elección arriesgada y no era algo que me entusiasmara antes de comenzar a leer este cómic pero tampoco podía esperar que Marcos Prior y Danide tuvieran tanto acierto con el tema.


Máximo es como una enciclopedia con patas y eso le da muchísimos matices. Por un lado, aprovecha su memoria prodigiosa para obtener el beneficio más tangible de nuestra sociedad: dinero. Pero, por el otro, parece concebir la realidad como una sucesión de descripciones impersonales que aplica tanto a su día a día como a sus propiedades como a sus recuerdos. Por explicarlo llanamente: es un bicho raro. Un inadaptado que, si bien ha sabido sacar provecho de su habilidad, lleva una vida anodina totalmente centrada en la acumulación de bienes materiales carente de relaciones interpersonales sanas. Tanto es así que cuando conoce a Claudia (en una situación en la que cualquier otra persona con más o menos sentido común no hubiera querido volver a contactar en la vida), se encapricha con ella de forma enfermiza y empieza su particular ritual de cortejo.

El cómic es una maravilla de recopilación de referencias sociales y culturales mencionando multitud de títulos que es altamente probable que resulten más que familiares a los lectores de este cómic: Watchmen, El club de la lucha o The Spirit. En parte, son estas referencias las que obligan al lector a estar más atento que de costumbre, a detenerse en cada pequeño detalle porque podría volver a ser mencionado más adelante, pero también a discernir lo trivial de la crítica velada.


Aunque quizá lo que más me ha impresionado ha sido la cronología económica desde 1987 hasta 2011 que, siendo simplista (y porque no se me caen los anillos por reconocer abiertamente que no tengo ni idea de economía), explica la historia de cómo llegamos a la crisis. Un retrato de lo más irónico cuando se enmarca en el materialismo infinito de Máximo.

Así que Potlatch permite una lectura convencional en la que podemos seguir las aventuras y desventuras de Máximo en persecución de su amor platónico en una historia salpicada de situaciones cómicas y recuerdos trágicos como tantas otras obras del sector; solo que también ofrece la oportunidad de recrearse en los detalles, en los logos, en las citas, en las referencias y en una crítica mordaz a nuestra sociedad actual. Todo rematado con un colofón a modo de epílogo cargado de moralejas.

De hecho, creo que es un título que requiere de una relectura pausada por mi parte así que es una compra futura asegurada. No os cuento más porque no quisiera destriparos la narración tan curiosa o los personajes tan pintorescos que aparecen en esta historia. Solo espero que os quede claro que os recomiendo encarecidamente la lectura de Potlatch.

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