Kamikaze Kaito Jeanne

No sé si lo había comentado alguna vez en el blog pero mi primer manga fue Kamikaze Kaito Jeanne. Creo que tenía unos 13 años. Para mí fue... bueno, es difícil de describir. Hasta entonces había visto algunos animes sin saber que lo eran (Sakura la caçadora de cartes, Sailormoon y, por supuesto, Jeanne la lladre kamikaze) pero el manga de KKJ me dejó totalmente maravillada. Desde entonces llevo muchos años idolatrando a Arina Tanemura. Aunque pueda haber mangakas mejores (no lo voy a negar) para mí Arina es insuperable. A KKJ le siguieron I·O·N y Time Stranger Kyoko y años después Fullmoon y The Gentleman Alliance. Todos sus shôjos me encantan.

Yo nunca releo nada. Tengo tantísimos tomos sin leer que lo último que se me ocurriría sería releer un manga. Y así es como pasaron muchos años, me compré la preciosa edición kanzenban que sacó Planeta hace poco y, la semana pasada, decidí rescatar de mis estanterías.

Esta relectura tan extremadamente tardía de mi manga insignia me ha hecho darme cuenta de la cantidad de errores que tiene, me ha sorprendido mucho porque de verdad que había endiosado KKJ de mala manera. Lo bueno es que el factor nostalgia no desaparece y es imposible que yo no disfrute con las aventuras de Maron y Chiaki.

Maron Kusakabe es una estudiante de instituto aparentemente normal pero que, en realidad, es la reencarnación de Juana de Arco y se dedica a cazar demonios que se alojan en pinturas y contaminan el corazón de los seres humanos con la ayuda del ángel en prácticas Finn Fishu. Para poder hacerlo se convierte en la ladrona Jeanne ya que cuando vence a un demonio, el cuadro  original se desvanece y aparece una nueva pintura en su lugar. Miyako Todaiji, la mejor amiga de Maron, colabora con la policía para intentar atrapar a la misteriosa ladrona sin tener ni idea de cual es su verdadera identidad y esto siempre lleva de cabeza a Maron.

En esta más que precaria situación aparece un nuevo ladrón que también tiene el poder de sellar a los demonios, Sinbad. Maron no sabe qué pensar, ¿es Sinbad un enemigo? ¿por qué comparte su mismo poder? ¿es un enviado del demonio? Por si no tuviera pocos problemas, se muda un nuevo inquilino al bloque de apartamentos donde viven ella y Miyako, un chico guapísimo llamado Chiaki Nagoya que parecía agradable pero quizá no sea más que un pervertido. ¡Demasiados quebraderos de cabeza a la vez!

Si hay algo innegable que caracteriza este manga es que es original. Todo el tema de los ángeles, demonios, reencarnaciones, Dios y el demonio es curioso y poco habitual en el shôjo. Y ese quizá sea el mayor punto a favor de este manga.

Personalmente, el dibujo juega un papel importante también. Si ojeas un tomo de TGA y después te encuentras con uno de KKJ no puedes hacer otra cosa que espantarte pero hay que tener cuenta que hay 7 años de diferencia entre ambas obras y que KKJ fue prácticamente el debut de Tanemura. Como decía, personalmente el dibujo me encanta. Será aniñado y hasta desproporcionado, personajes clónicos solo distinguibles por el peinado, cualquier cosa que comentéis ya la tengo en mente. Pero el dibujo es bonito, los enormes ojos, el detallismo, esas expresiones de júbilo, es precioso, me emociona.

El peso de la historia lo tienen los sentimientos. Claro, es normal, es un shôjo. No me malinterpretéis, Maron como Jeanne la ladrona lleva las riendas del argumento. Pero los sentimientos... lo dominan todo. Las relaciones que se establecen entre todos los personajes son primordiales. Maron y Chiaki me recordaron mucho a Miaka y Tamahome. Tienen una relación totalmente extraña que resulta obvia desde el principio pero que nunca saben llevar, y siempre pasa algo, y acabas sufriendo por ellos.

Maron es un personaje muy desarrollado, tiene una gran psique detrás porque es la típica heroína fuerte, amable, simpática y altruista pero  también es la típica adolescente débil que llora en silencio y no sabe qué hacer. No sabe querer. No sabe confiar. Pero siempre lucha... en ese sentido, es una protagonista extremadamente vital. Es encantadora. Es un derroche de bondad, quizá es demasiado perfecta. Pero tiene reacciones y pensamientos curiosos. Como su inseguridad para determinadas cosas, es inexplicable.

Chiaki es el típico playboy que se enamora perdidamente sin poder evitarlo. Es muy protector, va de duro pero en realidad es un buenazo. Describiéndolo me doy cuenta de que no podría ser más prototípico, pero me pregunto si hay alguna chica que después de leer KKJ no se haya enamorado perdidamente de él.

Creo que lo que más choca del manga son las reacciones de los personajes ante lo que va sucediendo. Secretos, traiciones, declaraciones... Pero también hay momentos muy tiernos, mucho, increíblemente tiernos.

Hacia el final todo se vuelve una especie de paranoia extraña con uno de los mejores desenlaces que en mi opinión ha dibujado Arina Tanemura. Es precioso. Con epílogo y one-shot extra incluidos. Todo lo que podría pedir un fan.

Kamikaze Kaito Jeanne tiene momentos muy filosóficos sobre la amistad, el amor y la muerte. Sobre la soledad, sobre la alegría, sobre la fuerza necesaria para continuar adelante ante las adversidades. Es muy moralizante. Muy recomendable. Es un shôjo diferente. Atípico si lo comparamos con los típicos mangas de instituto. Maduro si lo comparamos con los típicos mangas de magical girls.

Arina Tanemura tiene cierta predilección por desvelar sorpresas, continuamente. Sorprenderte en el primer tomo con algo inesperado y al llegar al penúltimo, soltarte una bomba de relojería que jamás hubieras imaginado. Cualquier cosa que nunca esperarías después de la sorpresa que ya te llevaste al principio. Se le da muy bien aunque creo que es una habilidad que ha ido perfeccionando en obras posteriores ya que en KKJ me da la sensación de que hay cosas que se quedan un poco colgadas. Punto negativo por aquí.

He aquí la famosa imagen pixelada

Y hablando de cosas criticables: me parece vergonzoso el precio de la edición. Los tomos tienen las mismas páginas que un tankoubon normal. Son más grandes y hay algunas páginas a color pero no creo que eso justifique 9,95€ el tomo y, mucho menos, 10,95€ por el sexto y último tomo. Parece que nos tomen el pelo. Por si fuera poco, la ilustración especial del primer tomo está totalmente pixelada por un error de impresión. Duele a los ojos. Parece mentira que sea trabajo de una editorial.

Creo que todo otaku que se precie debería haber leído este shôjo, no digo que lo compréis, buscadlo en la biblioteca, pedídselo a algún amigo, compradlo de segunda mano, valdrá la pena (casi seguro).