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sábado, 17 de febrero de 2018

Chiisakobee

Minetarô Mochizuki ya era moderadamente conocido en el mundillo después de que la entonces todavía Glénat publicara, entre 2001 y 2009, tres de sus obras: Dragon Head, La Mujer de la Habitación Oscura y Maiwai. Además, al menos ésta última fue una de las víctimas de la redistribución a precio de saldo para librarse de stock sobrante en el almacén que llevó a cabo EDT de forma masiva en 2013, poco antes de hundirse definitivamente como editorial. Es por eso que el lanzamiento de Chiisakobee por parte de ECC hace casi dos años gozó de un cierto reconocimiento inmediato ya que las obras anteriores generaron una base lectora robusta para las rarezas estilísticas del mangaka. Si no me quise acercar entonces a dichos títulos por temática, la que parecía una obra costumbrista y, además, concisa, se me antojó como la oportunidad ideal para descubrir al fin a Mochizuki. Así que no me entusiasmó demasiado descubrir que esta obra es en realidad una adaptación de una novela de Shûgorô Yamamoto... sin que eso me haya hecho disfrutar menos de su lectura por supuesto.


Los padres de Shigeji fallecen en un gran incendio en el barrio de Ichinomachi dejando a su único hijo como heredero y a partir de ahora jefe de la constructora tradicional Daitome. Al mismo tiempo, Ritsu regresa al barrio tras la muerte de su madre y decide hacerse cargo de unos niños huérfanos que se han quedado sin hogar (como ella). Para ello, se traslada con todos ellos a la casa de Shigeji, esperando la condescendencia del nuevo cabeza de familia. Mientras tanto, el tiempo va pasando y ante la más absoluta incredulidad de sus vecinos y conocidos, Shigeji no parece tener intención de celebrar el funeral de sus padres...

Chiisakobee es una historia que, valga la redundancia, es increíblemente japonesa. Y sí, con eso quiero decir que quizá lo sea demasiado. Cuando supe que la obra original de Shûgorô Yamamoto se publicó en 1957 sentí alivio al ver así justificadas muchas actitudes de los protagonistas que parecían (y efectivamente estaban) ancladas en el siglo pasado. Ritsu es una mujer tan joven que incluso se hace extraño considerarla como tal, sólo tiene 20 años y ya actúa como toda una ama de casa abnegada que se esfuerza en que su presencia pase desapercibida mientras se encarga de absolutamente todo sin que nadie se lo haya pedido y sin esperar nada más que un techo bajo el que dormir. Al contrario, se siente agradecida de que su presencia sea tolerada en la casa.


De una forma similar, y complementaria, Shigeji se coloca sobre los hombros una responsabilidad muy pesada que podría quebrar a cualquiera; y, si bien aguanta el embiste, lo hace a base de herir repetidamente a todas las personas que le tienen un mínimo de estima. Es un protagonista taciturno como pocos. Para enfatizar este rasgo de su carácter, Mochizuki aprovecha los recursos que sólo el cómic ofrece y dota a este personaje de una cabellera y barba tan profusas que no le vemos, literalmente, la cara al protagonista en prácticamente la integridad de la obra. Se trata de un recurso arriesgado (ecos de Punpun) que pervierte el ritmo narrativo pero que el autor soluciona con escenas esperpénticas y personajes de apoyo inverosímiles como el padre de Yuko o uno de los trabajadores de Daitome.

Pensándolo con detinimiento, puede que Chiisakobee sea el manga más minimalista que he leído hasta la fecha. Me cuesta horrores plasmar en esta reseña la capacidad genuina del autor de decir tantas cosas con tan pocos elementos. Todavía me siento anonadada por la compleja simplicidad de sus viñetas, en las que nada sobresale, en las que todo es tan normal que resulta extraordinario. Los marcados silencios de la obra deberían exigirle al dibujo mucha expresividad pero el autor se las apaña para contar todo lo que quiere con gestos de lo más sutiles. Toda emoción está contenida en esta obra y si podemos saber cómo se sienten es gracias a viñetas estratégicas en que las que el temblor de una mano delatan el nerviosismo o la rabia. Es por esa capacidad de transmitir tanto con tan poco que me ha maravillado Mochizuki.

Esta niña es oro puro
La relación entre los protagonistas me parece entrañable ya que no coinciden prácticamente nunca pero, a su manera, están siempre pensando el uno en la otra y viceversa sin dejar que eso afecte a sus quehaceres cotidianos ya que ambos son trabajadores devotos dando lo mejor de sí mismos día sí día también. Es una visión del amor inusual, que en ciertos aspectos está anticuada pero que refleja con precisión una relación afectiva madura en que ambas partes se respetan y se valoran. Sobra decir que hay un par de puntos de inflexión en la esquiva trama amorosa que derivan del machismo más espantoso pero me consuelo pensando que es una cuestión de adecuación al guión original.

Empecé a leer Chiisakobee con bastantes expectativas y, en un primer momento, me decepcionó un poco. Tardé uno o dos tomos en adaptarme a las excentricidades de los personajes y a la estética bizarra del autor que, en el momento más inesperado, te gira 90 grados una viñeta al azar o se dedica a enfocar a sus personajes por el pecho o las piernas, en lugar de mostrar sus caras mientras hablan. Sin embargo, una vez sobrepasadas todas estas barreras, esta obra me ha convencido sin reservas. ¡No esperaba que me gustara tanto! Para terminar, sólo os diré que la edición francesa de Tokyo Kaido me hace ojitos...

jueves, 8 de febrero de 2018

[Nuevas lecturas] Ulna en su Torreta

Ulna en su Torreta es una de esas licencias anunciadas en masa por ECC que, en un primer  momento, no trascendió demasiado. Sin embargo, en el momento en que se puso a la venta empezaron a surgir por la red numerosas reseñas entusiastas de la obra y empezó a llamarme mucho la atención.



Tras el recrudecimiento en la guerra con Ekor, Ulna decide alistarse voluntariamente en el frente a pesar de ser una mujer. En contra de sus deseos, y a pesar de ser la mejor francotiradora de su promoción, es destinada a un territorio marginal, en un entorno hostil donde nieva continuamente para batallar con los thuud, moradores de esa tierra, con una apariencia espeluznante. Desde su llegada a la base deberá acostumbrarse a vivir en unas instalaciones pésimas, hacerse un hueco entre las otras reclutas de la base y enfrentarse a los thuud desde el primer día.

Hay una particularidad sobre los thuud que ya conocía antes de saber siquiera el argumento de este manga. Supongo que porque es bastante impactante y es inevitable que los que lo han leído se dediquen a publicitar ciertas viñetas para compartir el shock. Pero claro, para mí, eso le quita mucho la gracia a este manga así que voy a obviar ese detalle tan importante en esta entrada introductoria sobre mis primeras impresiones sobre la obra (y os pido que no lo mencionéis en los comentarios para que los nuevos lectores puedan sorprenderse en el clímax del primer tomo).


La maravilla de Ulna en su Torreta es que puedo decir muchas cosas de estos dos primeros tomos sin necesidad de hacer ningún spoiler. Se trata de un manga bélico con la particularidad de que todas las soldados de la base son única y exclusivamente mujeres. Aunque esta obra se publicara en una revista seinen y a pesar de que el autor sea un hombre, los personajes no se tratan en ningún momento como objeto de deseo ni están diseñados para complacer a una audiencia mayoritariamente masculina. Las dinámicas que se establecen entre los distintos personajes son las de camaradería, rivalidad y envidia, típicas de cualquier obra de estas características.

Que todos los personajes sean femeninos no significa que nos encontremos ante un universo en que las mujeres gozan de un estatus superior al de los hombres como ocurre, por ejemplo, en Ooku sino que, en un mundo en que el servicio militar es obligatorio para los hombres pero no para las mujeres y en el que, en general, las mujeres que se alistan son tratadas como bichos raros que huyen de un destino peor que la guerra, Ulna se encuentra de pronto en una base militar ocupada únicamente por una reducida legión de mujeres soldado. Con este matiz quiero enfatizar que las páginas de esta obra están plagadas de comentarios ingeniosos en que Ulna insiste con tesón en que está igual de capacitada que un hombre para alistarse en el ejército.


Como me sucede con todo lo que leo últimamente, el primer tomo es impactante y original pero con una trama poco definida que puede descolocar al lector mientras que en el segundo se empiezan a explicar muchísimos de los enigmas presentados con anterioridad. Os confieso que he tenido que buscar en qué fecha empezó a publicarse Ulna en su Torreta para comprobar si fue antes o después que cierto capítulo de Black Mirror... (fue antes). Veo ecos de esta serie por todas partes y me inquieta el paralelismo entre ambas tramas.

El dibujo me tiene maravillada. Al principio del segundo tomo, Izu Toru se marca un flashback abocetado de la vida de Ulna antes de alistarse, y me parece un recurso sublime. A ratos, las escenas bestiales con el paisaje nevado me recuerdan al grafismo de Daisuke Igarashi (comparación que es un elogio). Además, el autor se las apaña para hacer un diseño de personajes excelentes con mujeres del montón con rasgos que las hacen fácilmente identificables sin caer en la caricatura.


La edición no me entusiasma porque aunque la idea de hacer un póster con la sobrecubierta partida no era mala, la ejecución es pésima. Y si encima el segundo tomo es distinto y los cortes en los lomos ni siquiera están alineados... Además, hablamos de tomos de ECC por lo que aunque sean tomos estándar de unas 200 páginas, el precio asciende a 8,95€ y siempre da un poco de reparo ese euro extra.

Me estoy alargando demasiado con esta entrada así que termino ya instándoos a comprar Ulna, es una maravilla (al menos sus dos primeros tomos lo son).

domingo, 4 de febrero de 2018

[Nuevas lecturas] Tragones y Mazmorras

Hace justo un año que salió el primer tomo de Tragones y Mazmorras a la venta, y justo a finales de mes saldrá el quinto y último aparecido hasta la fecha en Japón. Se trata de un manga popular y con muy buena crítica y es que aúna dos temas de éxito asegurado: los juegos de rol con los manga culinarios. Pero mi absoluta ausencia tanto de interés como de experiencia en ninguno de los campos me había mantenido alejada de este manga hasta hace poco.


Cuando, capitaneados por Laios, al fin habían conseguido llegar a enfrentarse al dragón que habita en las profundidades de las mazmorras, la bestia captura a Farin, la hechicera del grupo, que teletransporta a todos sus compañeros fuera de la mazmorra antes de ser devorada. Con el objetivo de intentar salvarla antes de que el dragón la digiera, Laios, Marcille y Chilchack se internan de nuevo en las mazmorras pero, como se han quedado sin blanca, no les queda otra que resignarse a alimentarse a base de los monstruos de bajo nivel que vayan encontrando por el camino... ¿será posible?

Como ya por temática no me atraía demasiado, empecé a leer el primer tomo sin muchas ganas y el primer capítulo (muy introductorio), no me acabó de convencer así que devolví el tomo a la estantería enseguida. Y allí se quedó durante varias semanas hasta que volví a darle otra oportunidad. Contra todo pronóstico, cuando me puse en serio y me obligué a seguir leyendo más allá de la introducción, descubrí que por mucho que Tragones y Mazmorras sea un "manga culinario ambientado en un RPG", la historia se sustenta sobre una laboriosa investigación biológica (¡sí! ♥) de la fauna y flora (y bestiario) que habita las profundidades de la mazmorra.


Ryôko Kui nos presenta una nueva criatura a cada capítulo y, en muy pocas páginas, vierte el diseño, las características, su hábitat, su estilo de ataque, sus presas típicas, sus puntos débiles y sus datos nutricionales. Y todo ello salpicado a lo largo del motor real de la historia, es decir, el avance del grupo protagonista para rescatar a Farin. En ningún caso esperaba encontrarme con una obra de puro worldbuilding, donde la trama no es más que una excusa para que la autora pueda desplegar todo su imaginario.

Sin embargo, por mucho que sea un manga interesante, su lectura no sería tan entretenida y fluida si no fuese por el hilarante plantel de personajes. La despreocupación absoluta de Senshi, la glotonería (y las filias extrañas) de Laios, la precisión de Chilchack y el neuroticismo de Marcille, generan un sinfín de situaciones cómicas que te arrancan muchas risas y alguna que otra carcajada.


En tres palabras, Tragones y Mazmorras es un manga original, divertido y entretenido (y además parece que no será muy largo que siempre es un plus). Me alegro mucho de haberle dado una segunda oportunidad y estoy segura de que leeré los siguientes tomos con muchas ganas.