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martes, 30 de junio de 2015

Primeras impresiones sobre Aoha Ride

Después de lo que me embelesó Io Sakisaka con Strobe Edge, que es uno de los shôjos más ñoñamente disfrutables que he leído nunca, le iba tocando el turno ya a Ao Haru Ride o, como se conoce por esa gran abreviación, Aoha Ride.

Portadas aburridas pero bonitas
Futaba Yoshioka siempre ha odiado a los chicos. Bueno, a todos menos uno, Kou Tanaka, que no es tan alto, ni tiene una voz tan escandalosa ni actúa de un modo tan infantil como todos los demás chicos de la clase. Y parece que Tanaka se ha fijado en ella también... solo que un malentendido lleva a otro y, al volver de las vacaciones de verano, Futaba descubre que han transferido de instituto a Tanaka por lo que pierde su oportunidad para confesarle sus sentimientos. El instituto se acaba convirtiendo en un periodo de lo más amargo por lo que, al comenzar primero de preparatoria, Futaba ha cambiado radicalmente su forma de actuar a fin de no ser marginada y es justo entonces cuando se topara con un chico que le recuerda mucho a Tanaka, aunque es demasiado alto para ser él y tiene un apellido distinto.

Con un principio tan espectacularmente manido como este da comienzo Aoha Ride que, según la autora, vendría a significar "mi primavera azul" haciendo referencia a la juventud (?). A pesar de que, en ciertos aspectos, Io Sakisaka se mantiene fiel a su esencia, este manga se distancia mucho de su opera prima Strobe Edge. Por un lado, todos los personajes son absolutamente adorables y personas estupendas; por el otro, se aleja bastante de la dulzura e inocencia que caracterizaba a Ninako.

Estoy segura de que, desde vuestras pantallas,
podéis sentir el arrepentimiento infinito de Futaba
Futaba resulta superficial y tosca, sucumbiendo a la presión social, haciéndose amiga de cualquiera con tal de no estar sola y colaborando pasivamente en el acoso y derribo de otra compañera de clase por miedo a las represalias. Hasta aquí no pude evitar pensar más de lo que me hubiese gustado en Ookami Shoujo to Kuro Ouji (por suerte, el paralelismo se circunscribe tan solo al punto de partida). Kou es el típico personaje misterioso cuyo humor fluctúa con el viento, a ratos se muestra amable (con reservas), a ratos es el más borde y cruel del lugar. Aunque se esfuerza por ir por la vida como si nada le importase un comino, es evidente que sí se preocupa por los demás y que Futaba no le resulta precisamente indiferente.

Y si los protagonistas se amoldan tan bien a sus respectivos clichés, los principales secundarios no se quedan atrás: Yuuri Makita es la típica chica dulce y tímida, que a pesar de que aparente fragilidad, oculta una personalidad fuerte que le permite seguir adelante fiel a sus convicciones; Shuuko Murao es la otra cara de la moneda, de lo más seria y formal, algo antisocial y aparentemente madura para su edad; cierra el grupo Aya Kominato, un chico de lo más extrovertido y entusiasta que no tiene problema en evidenciar a menudo y en público el amor que siente por la siempre borde y distante Murao.


Futaba no deja de aferrarse al pasado, al Tanaka que le enamoró a los 13 años, en lugar de centrarse en el Kou de 16 que le resulta demasiado antipático y ambivalente. Y, en general, estos primeros tomos se centran mucho en esa lucha interna del todo justificada por la desaparición imprevista y por el cambio radical efectuado en tan poco tiempo. La autora no se hace de rogar (es una de las cosas que me gustan de la narrativa de Io Sakisaka) y enseguida nos explica (a principios del cuarto tomo) por qué se marchó Kou y por qué se le agrió el carácter de esa manera.

En este sentido, me fascina el egoísmo fulgurante de Futaba que, independientemente de la realidad o los sentimientos de las personas que le importan, solo hace que preocuparse por cuánto sabe ella, cuánto descubre, cuánto se le confía, cómo de cerca está de Kou.


No podían faltar las clásicas subtramas de los amigos de los protagonistas, que están todos enamorados con todos en un poliedro amoroso sinfín en el que nadie será nunca correspondido hasta que se termine el manga y todo el mundo pueda acabar con su poco creíble final conveniente y feliz. No tengo especial simpatía por ninguno de los secundarios y, en eso, creo que Aoha Ride queda por debajo de su antecesora en la que Io Sakisaka supo hacer interesantes e incluso impredecibles a sus personajes secundarios, que resultaban siempre agradables de leer en lugar de generar la clásica reacción de me-dan-igual-los-secundarios-solo-quiero-que-los-protagonistas-se-emparejen-de-una-vez.

A pesar de todo me gusta que se dé tanta importancia, de momento, a la amistad que es un tema que siempre he pensado que le hace ganar enteros a todos los shôjos que van más allá del puro romance de instituto. Sigue fallando en la absoluta ausencia de progenitores pero este es un hándicap al que me acostumbré hace ya mucho así que no me pesa tanto como podría.

Esta escena en realidad es del tomo #5 pero es que
en el #4 todavía no le pillaba ningún buen plano
Termina el cuarto tomo en un punto de inflexión de la historia en el que fácilmente podría haberse precipitado el desenlace. Pero, por supuesto, la autora corre rauda a añadir un segundo personaje masculino, inevitablemente rubio, que restaure un triángulo amoroso que acababa de romperse. Kikuchi encaja a la perfección en el papel de chico majo (y, no lo olvidemos, rubio) que todos sabemos desde que aparece que no se va a comer ni un rosco, si eso lo emparejarán con una de las amigas de Futaba y no es muy difícil adivinar con cual de las dos. Pero sigue sin importarnos la previsibilidad de la trama y la simplicidad de los personajes porque, al fin y al cabo, Futaba y Kikuchi se conocen cuando ella le toca el pene en la biblioteca y eso sí que no nos lo esperábamos.

Ao Haru Ride no tiene absolutamente nada de especial y aún así es una lectura fluida, agradable y entretenida que hará las delicias de los fans del shôjo con escenas inocentes pero divertidas que sin duda enriquecen el catálogo de Ivrea.

miércoles, 24 de junio de 2015

Infinidad de películas (III)

Aprovechando que no estoy viendo muchas películas últimamente, por fin os traigo mis breves comentarios acerca de las que vi desde septiembre hasta diciembre de 2014, con lo que acabo un ciclo. Aviso de que esta va a ser una entrada bien cargada (por eso se ha hecho tanto de rogar).

Adoro a Zoe Saldana
Empiezo con un plato fuerte: Guardians of the Galaxy, una de mis favoritas del año (pasado). De un tiempo a esta parte todos los años he visto una o dos películas del universo Marvel/Avengers. Son entretenidas, tienen toneladas de acción y un humor agradable pero no suelen ser muy coherentes y tienen bastantes altibajos (así generalizando mucho). Guardianes de la Galaxia no tiene nada que ver con este universo. Nos despedimos de la Tierra bastante pronto para dirigirnos a un vasto universo plagado de distintas razas, híbridos, organizaciones diversas y, por supuesto, piratas espaciales. El argumento es lo suficientemente interesante pero no es, ni de lejos, su punto fuerte. Esta es una ficción esencialmente cómica con un elenco de personajes que nos hace reír constantemente desde el tráiler hasta la escena post-créditos. Y tiene muchísimo más mérito del que pueda parecer ya que todos los personajes tienen un trasfondo muy trágico con múltiples familiares muertos o tras haber sido vejados como sujetos de experimentación. Se trata de un grupo con mucha química en una película que te mantiene pegado al asiento de principio a final y que nunca deja de hacerte reír a carcajadas. Tengo curiosidad por ver cómo avanzan con esta rama del universo Marvel y si pretenden fusionarla con las demás.

Dirigid vuestra atención al centro de la imagen.
Lo mío por Moose es amor y lo demás son tonterías.
Cambiando totalmente de término, no se me escapó la última entrega de una saga pésima que sigo con fervor: Step Up All In. De hecho, esta película también os hará reír mucho solo que de una forma bastante distinta. Se trata nada más y nada menos que de la quinta entrega de Step Up y, en este caso, la gracia es que no se introducen nuevos personajes sino que aparece una mezcla de protagonistas de las anteriores películas. Ya solo el punto de partida es espléndido porque se presentan la protagonista de la segunda y el protagonista de la cuarta (que, por si no lo sabéis/recordáis, acabaron felizmente emparejados en sus respectivas historias) con sus vidas tanto personales como laborales bastante echadas a perder así que... por qué no volver al baile y re-emparejarse, así todo queda en familia. Como viene siendo habitual en esta saga hay mucha tensión sexual no resuelta, una competición muy muy importante, una serie de cuestiones acerca del compañerismo y la confianza y un desarrollo predecible que desemboca en el clásico final feliz lleno de éxito y amor aunque, quien sabe, a lo mejor en Step Up... ¿11? vuelven a aparecer los mismos personajes divorciados y son sus hijos los que quieren hacer cualquier performance loca/ilegal en medio de la calle. Es una muy mala película pero al menos es de las películas malas que pueden disfrutarse. Eso sí, a diferencia de las anteriores, me quedé con la sensación de que los bailes no valían gran cosa, que es bastante triste porque se supone que ese es el mayor atractivo de la saga.

Imagen muy poco representativa de la película
Después de infligir tal tortura a mi pareja, escogió ver 127 Hours, una de esas películas basadas en hechos reales: hechos espeluznantes por supuesto. Aron Ralston es un señor al que podéis buscar en wikipedia (si queréis spoilearos la peli) que en 2003 se fue de senderismo solo y sin decir a nadie a dónde iba. La mala suerte quiso que él y una roca enorme se despeñaran juntos en un cañón de manera que, al caer, la roca aplastó su brazo contra la pared impidiéndole moverse. Ralston pasó nada más y nada menos que 127 horas atrapado (de ahí el título) intentando no perder la cordura ni la esperanza ni morir deshidratado (ninguna de las tres cosas fácil). Por lo que el filme es agobiante, y es inevitable que se te revuelvan un poco las tripas. En cualquier caso creo que la película está muy bien dirigida y guionizada y, desde luego, consigue que te pongas en la piel de Aaron. 


Ya iba faltando algo de comedia romántica barata (Step Up no cuenta porque en realidad es de baile). Después del chasco de Juntos y Revueltos (Blended), en la que también sale Drew Barrymore, no sabía qué esperarme de Salvando las distancias (Going the distance) pero la pillé de casualidad en la tele y me llamó positivamente la atención. No es un título que se os vaya a quedar grabado a fuego en la memoria para nada pero, en mi opinión, tiene varios detalles que la convierten en una película que se deja ver y sirve para echarse unas risas una tarde de domingo. El tema principal son las relaciones a distancia (de ahí el título) y todos los problemas relacionados de lealtad, dudas, celos, etcétera que ya se dan en las "parejas al uso" pero que se acentúan cuando debes pasar meses separado/a de tu pareja.


Y he aquí EL BODRIO en mayúsculas de este año 2014 (bueno, uno de los bodrios para ser más exacta pero no adelantemos acontecimientos). Dracula Untold es mala hasta decir basta. Partiendo de una especie de preludio para presentarnos al protagonista en que no se entiende absolutamente nada, la historia nos lleva rápidamente a un conflicto entre cualesquiera que sea el pueblo de Vlad y el imperio turco. A partir de aquí, una serie de decisiones absurdas, estúpidas e incoherentes llevaran a nuestro altruista protagonista a convertirse en un vampiro de pacotilla, cuyos poderes no se definen bien en ningún momento. Con tal de darle originalidad y dramatismo al asunto, los guionistas no hacen más que inventarse incoherencia tras incoherencia hasta convencerte de que lo único que quieren es echarte de la sala (porque sí, pagué por ver esta basura, aún me arrepiento).


Os dejo con este vídeo-reseña de Loulogio que resume bastante bien mi opinión sobre semejante despropósito.


Para quitarnos el mal sabor de boca, fuimos a ver, esa misma semana (era la fiesta del cine), Gone Girl o, como se ha adaptado el título en España, Perdida. Necesito que alguien me explique por qué este peliculón no se ha llevado más nominaciones a los Oscar porque, sinceramente, es impresionante a todos los niveles. Claro que, sin haber leído el libro en que se basa, no sé a quién tengo que aplaudir por el argumento pero, seré clara, Gone Girl es la mejor película que vi en 2014 junto con Dallas Buyers Club. Desde el principio te atrapa y no deja de sorprenderte escena tras escena con algunas de las mayores idas de olla que recuerdo haber tenido el gusto de visionar. Porque no hablamos ni de espeluznantes historias basadas en hechos reales (Argo, Rush, Lo imposible) ni de improbable ciencia ficción (Inception, Pacific Rim, El juego de Ender), sino de simple ficción que podría darse en la vida real. Y eso sí que da miedo. Empezamos con una incertidumbre absoluta, participando casi sin darnos cuenta en el juego de Nick y Amy, perdidos al principio, recelosos después y genuinamente desconcertados al final. No sabéis lo que disfruté viendo esta película, lo entretenida que estuve y lo maravillada que salí del cine, con muchísimas ganas de comentar todo lo que había visto. Por despertarme esa fascinación que andaba olvidada en algún rincón de mi ser, le doy un once sobre diez.


Interstellar puede que fuese la película que más ganas tuve de ver durante todo el año pasado y es que hype no le faltaba. Además, hype por partida doble, triple... El reparto es espectacular con dos actores que me tienen enamorada, el guión ha sido condimentado por un físico teórico de renombre y los efectos especiales son una pasada. Se dan explicaciones muy claras de conceptos muy complicados, se trabaja con varias hipótesis, se da importancia a toda una serie de procesos esenciales que suelen obviarse en blockbusters palomiteros como el simple acoplamiento de una nave a una estación espacial. Refleja estupendamente bien la naturaleza humana, tanto el egoísmo más patético como el altruismo más ridículo. Y marcha muy bien hasta casi el final en que los guionistas escogieron, a mi parecer, bastante mal cómo darle un desenlace a la historia. Es solo por eso por lo que no puedo considerar esta película como una favorita real aunque la disfruté y me fascinó muchísimo en su gran mayoría. 


Después de tanto estreno, nos apetecía recuperar algún viejo título, de esos que todo el mundo ha visto y que todo el mundo alaba. El día que vi Million Dollar Baby fue uno de mis peores días del año pasado: no tenía ni idea de qué es lo que iba a ver y como que no me pude preparar mentalmente acabé hecha trizas. Evidentemente, es una película sobre boxeo y, más concretamente, sobre boxeo femenino. Pero es también una película sobre muchas otras cosas... como el machismo, la pobreza, la familia y la superación personal. Como siempre, Clint Eastwood está espectacular y hace un dúo muy curioso con Morgan Freeman. No me extraña que se convirtiese en una obra aclamada por la crítica. Abriría un debate sobre otros temas que se tratan a lo largo del filme pero no quiero hacer ningún spoiler.


Y aquí tenéis el otro BODRIO en mayúsculas. En la defensa de El corredor del laberinto hay que decir que, hasta donde yo sé (un conocimiento derivado de destriparme la trilogía entera leyendo las sinopsis íntegras de la wikipedia y que espero olvidar pronto), el libro en el que se basa no es que sea la octava maravilla así que tampoco había mucho margen para hacer una buena película. Aún así los fans de los libros aseguran que esta versión para la gran pantalla está medio inventada y que se salta o modifica cosas importantes así que bueno, no sé, quizá cogieron algo malo y lo convirtieron en pésimo. Los actores tienen carisma cero, la trama no se aguanta por ninguna parte, se revuelca en todos los clichés que tiene a mano, no se da ninguna explicación de nada pretendiendo que todo resulte misterioso pero no pasa de increíblemente incoherente. El único personaje femenino de toda la película es ridículo sin más y el protagonista no podría ser más plano y vacío.


Me veo obligada, de nuevo, a recurrir a una crítica de youtube para ilustrar (con muchos spoilers) varios de los motivos por los que opino que esta película es una basura. Y de paso os echáis unas risas.


Y, para acabar el año (y la entrada), el mismísimo 31 de diciembre teníamos una cita ineludible para ver el final de la trilogía de El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos. Fin de ciclo con la demostración definitiva de que no debería poderse transformar un libro infantil en una saga de tres películas que suman, entre todas, ocho horas de divagaciones e invenciones con muchos efectos especiales de lo más guays que para nada suplen el desvariar de Peter Jackson. Se han esforzado tanto por producir una película de acción con mil efectos especiales y luchas imposibles que se supone que deberían dejarte con la boca abierta que han pisoteado la esencia del libro original, Tolkien se estará revolviendo en su tumba con este esperpento. 

Otra entrada eterna que me quito de encima al fin. Este 2015 estoy intentando llevar el blog al día de lo que veo y leo pero me cuesta horrores sacar tiempo para todo...

domingo, 21 de junio de 2015

El Héroe

Hércules. Heracles. Héroe. Y me compré este cómic sin tener ni idea de qué iba, convencida de que me enfrentaría a uno de los héroes venidos a menos que tanto le gusta retratar a David Rubín y, aunque no me equivocaba (del todo), ¡nunca se me habría pasado por la cabeza que fuese una adaptación de la mitología grecorromana! Lo que, por cierto, ha sido una de las sorpresas más gratas que me he llevado con una lectura a ciegas.


A Euristeo y Heracles les une el destino. La suerte decidió que el primero en nacer gobernaría sobre el otro y así fue como Euristeo se convirtió en un rey déspota mientras que Heracles surgió como EL héroe. Aunque no hacía falta ninguna intervención divina para colmar de desgracia y miseria al desafortunado bastardo, Hera no podía asumir la desdicha y la vergüenza en las que la sumió Zeus... y así es como darán comienzo las doce pruebas.

Creo que El Héroe es un cómic que pueden disfrutar mucho y de formas muy distintas todo tipo de públicos: desde verdaderos amantes del cómic americano que asisten a una reinvención de su género predilecto, hasta amantes de la mitología grecorromana que no han abierto un tebeo en su vida, pasando por lectores menos especializados, como yo, que nos contentamos con aprender y esperar expectantes a ver cómo se desarrolla la historia. Irónicamente, a quien no se lo puedo recomendar es precisamente a los niños para los que se destinaron originalmente los cómics clásicos de superhéroes, porque la crueldad, violencia y sexo explícitos convierten El Héroe en una lectura adulta.


Hay centenares de cómics que adaptan otras historias, tanto basadas en hechos reales como en otras ficciones. Estoy casi segura de que debe de haber al menos otro cómic sobre la vida y milagros de Heracles pero dudo que haya ninguno tan brillante como este. David Rubín supo hacer suya la historia y no resulta ni arrogante ni descarado al tomarse ciertas licencias con una historia tan antigua y tantas veces versionada como esta.

Para los que no estéis familiarizados con el tema, la mitología grecorromana suele ser desproporcionadamente cruel. Y David Rubín no ha querido suavizar ni un poquito ese sadismo; al contrario, se ensaña con viñetas violentas y brutales que me revolvieron el estómago durante la lectura íntegra de los dos volúmenes, sobre todo del segundo. Me atrevo a aventurar que el bagaje del autor en el mundo del cómic ha potenciado un encarnizamiento que va más allá incluso de los mitos originales, puesto que el placer morboso de torturar a los propios personajes resulta frecuente en escritores de todos los géneros.


El principal hilo conductor de la historia son las doce pruebas que Euristeo debe imponer a Heracles a fin de que encuentre su muerte y Hera se dé por satisfecha. Pero, por supuesto, no es tan fácil acabar con el hijo de Zeus y, como todos sabemos, Heracles saldrá exitoso de todas ellas. En ese sentido, me sorprende no haber comparado nunca antes a los héroes clásicos con los "súper" héroes modernos, cuando lo comparten todo excepto el medio. Es por eso que el cómic me parece una herramienta inmejorable para volver a contar esta historia y acercarla al público general.

El autor traslada todos los elementos propios de la mitología a un entorno futuro, creando un ambiente de lo más anacrónico. Los monstruos a los que debe enfrentarse Heracles se convierten en cíborgs, las divinidades utilizan la tecnología para llevar a cabo sus milagrosos actos, tanto Heracles como Euristeo juegan desde pequeños con muñecos de Superman y otros superhéroes propios del cómic americano. No hay más que ver el atuendo de Heracles, que emula al traje del tan renombrado héroe en el mundo de los tebeos.


Rubín nos muestra primero un Heracles joven y bondadoso, que no le da muchas vueltas a las consecuencias de su obediencia ciega, ya que así lo decretó la suerte. Pero pronto empieza a ser más inconformista, rebelándose contra el yugo de su monarca e ingeniándoselas para desafiarle sin contradecirle directamente. Sin embargo, con el paso del tiempo no solo se acumulan los años sino también el rencor y la amargura que, una vez más, nos llevarán a uno de los temas principales desarrollados por el autor: la caída de los héroes; cuya reiteración, por cierto, no me cansa, más bien al contrario, me parece un tema de lo más interesante. Máxime cuando esta desazón no puede impedir las grandes hazañas de Heracles, al que siempre le mueve el amor por los demás revelando su naturaleza ineludible como héroe.

Además, ambos volúmenes rebosan de guiños y referencias a nuestra sociedad actual, con una representación hilarante de la acogida que tendría un héroe como Heracles hoy en día. Famoso, imagen favorita para promocionar todo tipo de productos de moda y belleza, con numerosas groupies, portada en todos los periódicos y centro de todos los programas del corazón. No conozco el mercado del cómic americano por lo que estoy segura de haberme perdido muchas referencias pero no se me escapan las más evidentes, como a Snoopy o una viñeta perfecta donde se nos revela la apariencia del temible cancerbero. Desde el mismísimo principio, El Héroe no deja de evocar la pasión que siente su autor por los tebeos, tanto americanos como europeos como japoneses. También a los videojuegos.


El arte es tan brutal como el guión, con ese trazo grueso y negro tan característico de Rubín. Las salpicaduras de sangre que te ponen la piel de gallina, las salvajes escenas de lucha, una representación gráfica y sin tabúes del sexo, ningún complejo ni censura respecto a la desnudez, una composición de viñetas funcional y dinámica que se adapta a las necesidades del guión y que hace que la lectura fluya, y un rescate de las onomatopeyas como elemento esencial integrado en el cómic.

Si el trazo de Rubín ya me encandiló con las aventuras de Aurora West, ahora me doy cuenta de que no era nada en comparación con lo que ya había logrado este autor con anterioridad y, por mucho que siempre se espera y se da por hecho que escritores y artistas evolucionen y mejoren con el paso de los años, me cuesta imaginar una obra más redonda que este Héroe de Rubín. Ojalá me equivoque.

jueves, 18 de junio de 2015

En la misma clase #3

He tardado tanto en escribir esta entrada porque tardé un mes en poder comprar este último tomo en el Fnac (la primera tirada se agotó en un visto y no visto y tuve que esperar a la reposición). Pero ya le hace compañía a los tomos #1 y #2 en un lugar de honor entre mis estanterías (¡y entre mis reseñas!).


Aunque este tomo sigue la dinámica de los anteriores, se podría decir que sus personajes pegan un salto cualitativo importante. Si bien en el tomo #2 la autora ya nos fue preparando de forma más o menos sutil para EL cisma, me sorprende para bien que sea capaz de afrontarlo con tranquilidad alejándose del dramatismo innecesario tan típico del shôjo. Tanto Sajô como Kusakabe son muy agradables de leer porque, aunque parcialmente cumplen con el personaje estereotipado que les ha tocado desarrollar, se quedan en el lado de la "normalidad" y una pelea es dramática hasta cierto punto pero sin necesidad de que se acabe el mundo por discutir con tu pareja.

Lo que quizá me haya gustado más de este tomo es la discusión sobre la aceptación social. Porque a lo largo del manga se hace patente si se lee entre líneas hasta qué punto puede ser tabú una relación homosexual pero no se afronta de forma más o menos directa hasta el final. Y es ese tipo de discusión que tiene consecuencias a muy largo plazo pero que, aunque parezca contradictorio, no se puede aplazar si se quiere evitar dejarse llevar por la inercia y aparcar los problemas para el yo de mañana, cuando sean demasiado grandes como para intentar solucionarlos.


Aquí es cuando los personajes materializan al fin sus preocupaciones más profundas. Sajô necesita ser aceptado por la sociedad, constantemente preocupado por el qué dirán y Kusakabe reniega del concepto de relación a distancia. A su manera, ambos llevan muchos meses dándole vueltas y, en ambos casos, una de las salidas posibles es, por supuesto, la ruptura. Y esto es lo brillante de esta historia, que la autora plasma en las viñetas, casi sin que el lector se dé cuenta, el dilema al que se enfrentan todas las parejas de largo recorrido: escuchar, comprender, sincerarse; exigir, pactar, ceder. Ambos protagonistas han sido capaces de amoldarse el uno al otro, de sacrificarse y de esforzarse con tal de estar juntos. Es un equilibrio espléndido que refleja lo que, a mi parecer, es una relación sana. Y le doy tanta importancia a esta aparente nimiedad porque la representación del amor en la ficción (y, especialmente, en las historias de amor) suele limitarse a cursilerías, ñoñerías, romances idealizados y relaciones superficiales que no profundizan casi nunca en lo que en realidad significa tener una pareja sentimental.

En En la misma clase, asistimos a la evolución de uno de esos amoríos inesperados de adolescencia al tiempo que se convierte en mucho más que eso.


Y, puestos a retratar el primer amor desde todos los ángulos, la autora no se olvida de esa tensión sexual no resulta que dejó suspendida en el aire al final del segundo tomo. Después de haber salido juntos durante tanto tiempo, de haber afrontado juntos muchos momentos delicados y de haber discutido sobre lo que realmente implica para cada uno de ellos el plantearse un futuro compartido, hay suficiente complicidad como para que ambos den "un paso al frente" y aunque quizás esta lentitud sí esté idealizada me ha parecido precioso e hilarante a la vez (es imposible no partirse de risa con Kusakabe, hasta en las situaciones más insospechadas).


Ha sido un viaje corto pero intenso. En la misma clase es uno de los mejores manga que he leído y os lo recomiendo encarecidamente sean cuales sean vuestros gustos porque creo sinceramente que es una historia para todo el mundo que refleja sin adornos ni exageraciones el día a día de una pareja primeriza. Y es muy muy bonito. La principal pega que le pongo es la tortuosa espera por la licencia y publicación de O.B., su secuela que, aunque no es estrictamente necesaria, promete ser espléndida. Y es que una nunca se cansa de leer a Asumiko Nakamura...

domingo, 14 de junio de 2015

El almanaque de mi padre

He tardado muchos años (demasiados) en estrenarme con Jiro Taniguchi y la verdad es que me arrepiento. Acabé comprando El almanaque de mi padre de rebote, en una de mis tan acostumbradas compras masivas de segunda mano de hace años. Y, supongo que precisamente por eso, no le había dado una oportunidad hasta ahora. Que por cierto, ¿sabéis qué es un almanaque? A mí me sonaba remotamente la palabra pero realmente no tenía ni idea de lo que significaba. Según la RAE se trata de un «registro o catálogo que comprende todos los días del año, distribuidos por meses, con datos astronómicos y noticias relativas a celebraciones y festividades religiosas y civiles» que es un significado que, más o menos, es coherente con lo que ocurre en el tomo:


Yoichi descubre que su padre, al que no ve desde hace más de quince años, ha muerto. Para honrar su memoria deberá viajar a su pueblo natal y enfrentarse a los recuerdos de su infancia, casi todos tristes o traumáticos, al rencor de sus familiares y también a su propio sentimiento de culpabilidad por haberse alejado de esa forma de ellos. Conforme se alarga el velatorio, Yoichi irá conociendo a su padre mucho más de lo que lo hizo en vida, reconstruyendo su verdadera personalidad a partir del testimonio de sus seres queridos.

Los lazos familiares tienden a enaltecerse como un vínculo innato, irrompible e indispensable. Los padres siempre querrán a sus hijos, los hijos siempre querrán a sus padres. Y, en algunos casos, por supuesto que es así pero en la ficción se tiende a idealizar la familia como una unidad sagrada en la que no se admiten rupturas bajo ninguna circunstancia. Es un cliché hollywoodiano que siempre me ha disgustado y, en esta obra, Jiro Taniguchi ofrece un relato mucho más realista de lo que creo que es, o puede ser, una familia de verdad.


Puesto que la práctica totalidad del cómic consiste en una serie de flashbacks que se remontan a la infancia y adolescencia de Yoichi, el lector se ve transportado no solo a otro país sino también a otra época. Qué relación había entre estadounidenses y japoneses apenas unos años después de la Segunda Guerra Mundial, cómo afronta la sociedad japonesa una catástrofe como que un incendio arrase una ciudad entera, qué implicaciones tenía ser estéril, qué llevaría a una pareja a divorciarse hace más de cincuenta años, o a un adolescente a marcharse de casa para no volver jamás.

Todos y cada uno de los personajes que aparecen en El almanaque de mi padre son de lo más imperfectos. Unos demasiado egoístas, otros demasiado caprichosos y otros demasiado orgullosos. Es una mala combinación entre estos defectos la que precipita un gran cisma en una familia hasta entonces aparentemente funcional. Y, como suele pasar, todos tienen su parte de culpa en lo que ocurrió y, cuando uno se pone a pensar en lo que hizo y dijo cuando ya es demasiado tarde para arreglar nada, solo queda el arrepentimiento y el pesar. No hay final feliz, tampoco desenlace, tan solo comprensión y amargura.


Jiro Taniguchi fue capaz de representar la dicotomía entre cómo vemos y entendemos a nuestros padres cuando somos pequeños a lo que pensamos de ellos una vez crecemos y les conocemos de verdad. La unidad familiar es un tema que, aunque parezca mentira, suele pasar muy desapercibido en el manga, en el que los familiares de los protagonistas o no aparecen o lo hacen de forma tremendamente superficial y/o alejada de la realidad. Me maravilla el retrato tan fiel que ha hecho Jiro Taniguchi de las relaciones fraternales. Especialmente brillante me parece que, movido por el odio hacia su padre, Yoichi se aleje tanto emocional como físicamente de él, todo para acabar convirtiéndose en su calco.

El dibujo es excelente al igual que el guión. Taniguchi es uno de esos autores que realmente sabe dibujar todo tipo de escenarios, mobiliario, animales, expresiones faciales, edades y evolución de personajes con corrección sin caer en la caricatura ni en la simplificación. En cuanto a la edición, he leído la segunda que tiene este título en España que, actualmente, se encuentra ya descatalogada y reemplazada por la mucho más cara reedición en la línea timo Trazado de Planeta. Me parece un espanto lo que hicieron con la portada original, mucho más bonita que la adaptada y que, además, se mantuvo en las múltiples ediciones de este manga fuera de Japón; excepto en España, claro está.

Por supuesto, recomiendo encarecidamente la lectura de este tomo. No puedo esperar a seguir deleitándome con las obras de este mangaka y tengo la suerte de que hay decenas de ellas publicadas por estos lares. 

jueves, 11 de junio de 2015

El club del suicidio

El nombre de Usamaru Furuya llevaba en mi subconsciente desde que EDT publicara Hikari Club hace unos años. Por alguna asociación de ideas estaba convencida de que habían publicado algo más suyo pero supongo que lo confundí con "otros autores raros de los que EDT publicó muchas cosas de golpe antes de quebrar" estilo Shintaro Kago. En su momento preferí no acercarme a Hikari Club por algunas reseñas (positivas) que leí que decían que era una obra muy macabra y explícita. Es por todo esto que cuando Milky Way se hizo con la licencia de Jisatsu Circle supe que acabaría comprándome el tomo.


Kyôko y Saya han sido amigas desde siempre. Hasta que Saya conoció a Mitsuko y acabó tomando parte en un suicidio en masa tirándose a las vías del tren. Y aquí podría haber acabado una bonita amistad solo que Saya no murió, convirtiéndose en la única superviviente. Es así como, a la par que Kyôko intenta devolverla al mundo de los vivos, Saya no deja de lamentarse por no haber muerto y se convierte poco a poco en objeto de devoción y admiración de sus perturbadas compañeras de instituto...

Diría que El club del suicidio no ha sido la lectura que esperaba pero, en realidad, no esperaba nada ya que fue una compra de lo más impulsiva. La estructura es muy sencilla: Saya sobrevive al suicidio, Kyoko rememora su difícil infancia con muchos temas escabrosos y, de un día para otro, Saya pasa de ser el foco de todos los rumores y agravios del instituto a ser la princesa de todas sus compañeras inseguras, deprimidas, perturbadas y acosadas.


El suicidio es un tema que siempre me ha atraído mucho y, precisamente por eso, no estoy satisfecha con la representación que se da del mismo en esta historia. Se habla de las autolesiones como demostración de sufrimiento interno, como cicatriz que lucir orgullosa pero, en realidad, este grito de atención (que, por supuesto, puede ocurrir y ocurre) no encaja con la consumación del suicidio. Porque los suicidas no tienden a enseñar sus marcas sino, todo lo contrario, a esconderlas con vergüenza. Por supuesto que Japón es uno de los países con una tasa de suicidio más elevada a nivel mundial (lo que podría indicar que allí se producen dinámicas que no se ven en otros países) pero los diversos estudios que se llevan haciendo desde hace décadas constatan que el número de suicidios masculinos dobla el de los femeninos, en línea con lo que sucede en el resto del mundo. Así que me permito la libertad de extrapolar y sostener que la representación del suicidio que se da en este cómic no es realista.

¡Claro que no es realista! Es una historia de terror, basada en una película de terror, creada por un mangaka con una clara predilección por el terror. Que es un género que a mí ni siquiera me gusta, todo sea dicho de paso. Debido a esos matices sobrenaturales que tiene la trama, el ambiente lúgubre y psicodélico que caracteriza a ese círculo infernal, el club del suicidio, queda justificado. Es simplemente que creo que la obra sería mucho más enriquecedora si hubiese virado hacia otro punto de vista, alejado de misterios inexplicables que caen en lo "oculto".


El punto a favor de esta elección narrativa es que los actos de las componentes del club del suicidio son mucho más impactantes cuando los hacen entre risas y bromas. Las atrocidades se suceden a cada nueva página pero las protagonistas no pierden la sonrisa y el buen humor lo que, al final, genera un efecto mucho más escalofriante que el que evocarían los simples hechos por sí mismos.

En contraste con el tinte sobrenatural que baña toda la obra, Usamaru Furuya nos deleita con una representación muy ajustada de la adolescencia, con todas sus contradicciones, descubrimientos y banalidades cruciales. Todas esas transiciones injustificadas de miedo a terror, de molestia a odio y de afecto a pasión definen a la perfección el paso por el instituto en el que el detalle más tonto puede hundirte a lo más hondo o hacerte sentir la persona más afortunada del universo.


Otra quizá tontería que me ha gustado es cómo cambia la sensación que transmite "Mitsuko" en función de su estado de ánimo. A primera vista, no es muy agraciada y, cuando está de malhumor, resulta realmente fea pero, en cambio, cuando está en paz consigo misma deja atrás esa fealdad. No estoy hablando del caso del patito feo, no se vuelve un bellezón ni mucho menos pero, de alguna forma, el autor ha sabido reflejar lo lábil que es la belleza y lo que fluctúa en función de las expresiones faciales. El dibujo me ha parecido más que correcto pero, eso sí, al buscar viñetas para ilustrar la entrada, veo que esos cambios que él mismo comenta que añadió para la reedición de la obra mejoran notablemente la calidad general del dibujo.

Por supuesto, y tratándose de un manga sobre suicidio, no dejan de tratarse temas como la prostitución de menores, el aborto, la enfermedad mental y el acoso escolar aunque, personalmente, creo que no es aquí donde está el acento de la trama. Quizá el detalle que más he disfrutado es el papel que se le da a internet porque refleja muy bien cómo funciona la red: A dice una tontería lúgubre, B dice una tontería aún mayor, C les sigue el juego y la bola se va haciendo gigante hasta hablar de gatos que maúllan nombres de persona. Es brillante.


El club del suicidio es una lectura adulta, algo dura pero sobre todo misteriosa que quizá deleite a los enamorados del autor y del género de terror pero que considero prescindible para los demás. Eso sí, teniendo en cuenta que en su momento disfruté de la lectura de una atrocidad de las dimensiones de Line, no descarto que este tomo haga las delicias de muchos adolescentes.

martes, 9 de junio de 2015

Últimas lecturas

Últimamente me da la sensación de que los mangas que más me entretienen los saca todos Norma (sin contar las perlitas que van trayendo Tomodomo y Milky Way claro) y eso que compro una fracción bastante minoritaria de todos los lanzamientos que saca al mes.


Os diría que Silver Spoon es mi manga favorito en publicación ahora mismo pero el nivel que tienen los demás títulos que aparecen en esta entrada pondría en entredicho tal afirmación. Ambos tomos, 10 y 11, son tan o más densos que todos los anteriores con una mezcla muy representativa de lo que caracteriza a este manga: explicaciones rigurosas y simplificadas de procesos muy específicos de la producción alimentaria, en este caso de la producción de salchichas; humor de ese entre ridículo y absurdo de Hiromu Arakawa; un avance agotadoramente lento de la relación entre Hachiken y Mikage; y una elección muy importante que creo que va a empezar a mover la trama principal de Silver Spoon, si es que la hay, más rápido que hasta ahora. Siempre me pasa cuando leo este manga que me sumerjo en sus páginas como si no hubiese mañana y no puedo parar de leer a pesar de la cantidad de texto y explicaciones no tan fáciles de seguir. Y ya no solo eso sino que me implico muchísimo con los personajes hasta el punto de que más de un tomo ha estado a punto de hacerme llorar. Lo compensa, eso sí, con todas las bromas y situaciones rocambolescas que me hacen reír como ninguna otra historia. La tortura esperando para el siguiente va a ser dura.


Siguiendo con otro manga de lo más costumbrista solo que en una época y localización bastante distintas, Bride Stories #6 me ha sorprendido con una cantidad insospechada de acción, muerte y destrucción. Cuando Kaoru Mori así lo cree oportuno, avanza en la trama de Amira y nos deja saber un poco más de su pasado, de su familia y de la situación política de la región.

Amira vale más que diez hombres juntos
Aunque ocupe una parte mayoritaria de las páginas de este tomo, la batalla no es la única protagonista. Una subtrama que aunque no sea trepidante, considero muy interesante es el tema de la hombría de Karkuk, a sus 12 años. Sobre todo cuando implica una discusión en la que participa toda la familia. Se me especialmente estrambótico cuando lo comparo con los niños de 12 años aquí y ahora aunque supongo que no es tan descabellado como parece a primera vista.


Sigo con Ataque a los Titanes, primero con el final de su precuela no regrets. Sí que es cierto que al tratarse de una precuela accesoria al manga principal, era evidente cómo iba a acabar todo y que no ocurriría nada ni ligeramente relevante. Pero aún así me ha resultado una lectura de lo más amena, lo que considero todo un triunfo. El tema de la lluvia es tan de cajón que no sé cómo no se me había ocurrido antes. Quizás estos dos tomos se me quedan cortos para explicar cómo acabó Levi confiando en Erwin, me resulta demasiado precipitado y conveniente y, tras leer el tomo #14 de la saga principal, me queda claro que hacen falta otros flashbacks sobre la vida de Levi antes de que se uniera al Cuerpo de Exploración.


En cuanto a la trama principal, Ataque a los Titanes #14 se mantiene en un ritmo trepidante de revelaciones con una avalancha de nueva información de esa que lo único que consigue es liarlo todo un poco más. Aún así, me parece de lo más interesante, máxime si tengo en cuenta que es un manga que había dado ya por perdido. Eso sí, al margen de esos nuevos entresijos de los que el autor nos hace partícipes, este tomo se caracteriza por una serie de escenas desagradables que, para mí, superan a las de los titanes (lo que me podría llevar a una reflexión muy interesante pero dejemos hoy las divagaciones metafísicas). Me quedo esperando el tomo siguiente con muchas ganas de saber más de los nuevos personajes.

Aclaración: Esta NO es una de esas escenas desagradables
Por último, me he animado al fin a retomar la lectura de Pandora Hearts (que se me han acumulado unos cuantos tomos). Al final del tomo #8, en cierta forma, se cerraba definitivamente una larga introducción de personajes, bandos y premisas que propicia el avance de los acontecimientos en este noveno tomo. Después de marear tanto la perdiz con flashbacks y revelaciones varias, Oz cree oportuno y lógico viajar a Sabrie, el origen de todo. Por supuesto, ni él ni sus fieles lacayos Alice y Gilbert son los únicos que se mueven en esa dirección con lo que se acerca una nueva confrontación... con muchos frentes abiertos. La trama no avanza especialmente pero Jun Mochizuki sigue revelando pequeños y grandes secretos con cuentagotas, en este caso, era el turno de Zwei.

domingo, 7 de junio de 2015

Autoedición en Barcelona: KBOOM!, GutterFest & GRAF

Inicialmente, querría haber hecho una entrada para hablar de mi breve paso por la tercera edición del KBOOM! mucho antes pero decidí esperar a que los organizadores subiesen alguna fotografía del evento para adornar un poco la entrada (en mi línea de olvidar hacer fotos propias cuando estoy allí). Pero como, más de dos meses después, siguen sin hacerlo y se me acumulan los eventos, al final he decidido hablar un poco de todo junto en la misma entrada ahora que acaba de pasar el GRAF.


Como soy una cobarde no fui a ningún taller de dibujo (no es para mí) ni tampoco al de microguiones (cobarde cobarde cobarde) y como soy más bien gafe, no pude ir tampoco a ninguna de las sesiones de firmas que me interesaban, que se concentraban el domingo, cuando me era imposible asistir. Y, para acabarlo de rematar, como no me encontraba muy bien, opté por no quedarme hasta tarde así que me perdí la batalla de improvisaciones dibujeriles (de la que sí disfruté el año pasado en compañía de Ninona).


Aún así, de lo que sí tuve tiempo es de comprar y acosar saludar. De lo que veis en la foto, la mitad eran compras apalabradas y/o seguras y la otra mitad fueron sorpresas inesperadas. Empiezo con lo apalabrado (ergo, lo que no se podía comprar en el KBOOM a no ser que seas una stalker en potencia como yo): El Huérfano #1, de Míriam B. y Adricción de Nereres & Hanaoka (que hacen cosas muy molonas que publican con cuentagotas para hacer sufrir a sus fans porque son personas muy ocupadas). El Huérfano me lo tendría que haber comprado en el salón del manga pero como estaba un poco desencantada con Project81 (tengo el primer tomo de Érase una vez... un gato a medio leer desde ni me acuerdo) y había empezado a leerlo (¡con cuentagotas también!) en subcultura y no me acababa de matar, pues decidí pasar. Pero claro, entonces seguí leyendo, y vi que mejoraba a marchas forzadas y entonces me enamoré de la ilustración de Míriam en el artbook de Imaginoterapia (y de la firmaza que me hizo, todo sea dicho de paso) y cambié de opinión (sobra decir que demasiado tarde). Y estaba el drama de que no podía ir ni al salón del cómic (porque Ámsterdam) ni a la japan weekend (porque principios) pero Míriam fue majísima y me trajo un ejemplar al KBOOM expresamente y me lo firmó y todo. Muchas gracias otra vez ♥ Intentaré rese... (mejor no lo digo que entonces lo gafo...). En cuanto a Adricción, es una delicatessen de Sintaxis de solo 8 páginas que, si no recuerdo mal, sacaron también para la Japan, así que lo mismo, ser un poco pesada y conseguir servicio a domicilio, en este caso, con una súper firma por encargo que a-do-ro. Nereres eres la mejor. De Sintaxis también debería hacer una entrada pronto porque, a lo tonto a lo tonto, ¡sus autoras llevan ya 77 tiras subidas a subcultura! De momento solo os insto a echarle una ojeada porque se lee en un abrir y cerrar de ojos y la historia (y el dibujo) es genialosa.


Una de las compras seguras era el Dedos Sucios #3 de Ulises "Rata" LaFuente, Manuel Area y Nacho MG, que se vino a casa con una de las inesperadas, que me hizo mucha ilusión: el primer capítulo de Onironautas de Sara H. Randt, 365 gotas de muerte, en papel y a color, como para decir que no.


Otras dos compras fortuitas fueron las antologías Baila conmigo (quien tuviese la labia de Lewis para que los dibujantes se te tiraran encima para ilustrar tus guiones) y Bookuman, que sacó Fandogamia Editorial... hace poco (más o menos). Tras leer Museo me quedó claro que de subcultura pueden salir antologías fantásticas mientras que el fanbook de Bakuman es como un deseo imposible hecho realidad.


Y, para acabar, y como es tradición, hice muchas visitas a cierto stand de gallegos-que-estudian-en-Valencia a los que, por cierto, no les pude comprar casi nada porque me adelanté comprando casi todas sus novedades por correo (que, ya que estoy, aprovecho para enseñar).


Además de comprar, también eché un vistazo a las exposiciones de la planta inferior que prepararon con tanto mimo (y que no fotografié, como adelantaba antes). Por último, me gustaría felicitar a los organizadores, que se lo estuvieron currando durante meses con la promoción, la búsqueda de sponsors, de invitados, que montaron las exposiciones, organizaron los talleres y sesiones de firmas y todo para dar cabida a un evento de cómic y autoedición gratuito. Muchas gracias por ponerle tanto cariño.


En otro orden de cosas, también fui al Gutter Fest, visita bastante más reciente esta última. De nuevo, por diversas circunstancias personales solo me pude pasear por el hangar durante poco más de una hora así que no asistí ni a las charlas ni a los conciertos.


De lo que, de nuevo, sí tuve tiempo, fue de comprar y de saludar. A la primera cara conocida con la que me encontré fue a Ana Galvañ, en su stand de TIKTOK cómics, donde tenía a la venta su aportación a la historia colectiva Carne de Potro, Más allá del Arco Iris. Justo en la mesa de al lado estaba el stand de Centrala, una editorial independiente polaca que empezó su andadura en 2007. Me llamaron la atención muchísimos de sus títulos y Polish Female Comics: double portrait, fue mi única compra a ciegas de todo el evento, espero que no me decepcione. El tercer fanzine de Esporas era compra obligada ya que Ninona participaba con una ilustración gatuna.

Paseando por allí me encontré con Luis que gana tanto con los Nimios que se viene a Barcelona todos los meses a vender de contrabando. Tras recomendarme más o menos la mitad de cosas que estaban a la venta en el Gutter Fest, acabé picando con el Amnesia Drawings de Ghosttthead y Kensausage. Otro cómic que compré un poco así a la aventura (porque lo había visto anunciado por twitter) fue el Pulpo Visión #1, mi gran descubrimiento del evento (su correspondiente firma viene más abajo).


Y ya, mi última cita comiquera ha sido el GRAF, evento al que, de nuevo, he asistido sola y del que me tuve que ir a las dos horas y media porque me había quedado sin dinero. Para muestra, un botón:


En este caso, sin contar Marina y sus cosas, fueron todo compras no calculadas y un montón de gratos descubrimientos. El primer stand reconocible que encontré fue el de los chicos de Pulpo Visión que se habían traído como novedad para el GRAF una recopilación impresa de las tiras que va publicando Marina en su tumblr. Como decía, el Pulpo Visión en sí ya lo compré unas semanas antes en el Gutter Fest pero aproveché para conseguir firmas de todos los contribuyentes ♥ Aprovecho para deciros que ya tienen página web así que si os ha llamado la atención... aquí os dejo el link.


Seguí con mi paseo en zic zac por el recinto, muy tranquilo a las cuatro de la tarde, buscando algo que llamase mi atención lo suficiente como para exponerme a ojearlo (que ya todos sabéis que en el momento que tocas un ejemplar tienes los ojos anhelantes del autor fijos en tu persona)... y lo encontré. Somos pobres en euros pero ricos en pelos de Coño es un título que, así a priori, es difícil de obviar. De hecho, me sorprendió mucho el hallazgo porque no me sonaba de nada y Ana Belén me comentó que ha vendido la friolera de 2000 ejemplares!! Si mi memoria no me falla claro... tengo que plantearme en serio lo de llevar una libretita a estos eventos, así en plan no-profesional de pacotilla. Es una de esas publicaciones que ha visto la luz gracias al micromecenazgo o crowdfunding. El caso es que con solo ojearlo tuve muy claro que tenía que ser mío y aunque ya no quedaban bragas de mi talla, me llevé mi ejemplar por 12 euritos. Pronto reseña.


A Laura Pacheco no pude comprarle nada porque ya tengo todas sus publicaciones (Problemas del primer mundo, Let's Pacheco! y Señor Pacheco: Agente Secreto) pero aun así, no le importó dedicarme una firma pasivo-agresiva en mi ejemplar de Problemas del primer mundo. Además, aproveché para preguntarle por futuros planes comiqueros y me dijo que está preparando algo con su hermana Carmen que no tiene nada que ver con lo que han hecho hasta ahora así que estoy expectante. Tanto ella como Ana Belén formaron parte de una charla sobre autoras de cómic que me dio mucha rabia perderme... otro año será.


La editorial Teiera ya la tenía vista del GRAF del año pasado (y probablemente de algún otro evento estilo gutter) pero no me acababa de animar porque pensaba que eran cómics en italiano. Y bueno, lo son, pero con la traducción al inglés en el pie de la página. También hay que decir que las antologías gruesas que vi esta vez me llamaron más la atención que los Infusi así que, ni corta ni perezosa, me compré dos: Ten Steps Until Nothing y Waiting Rooms. Estaba en el stand Cristina Spanò, una autora italiana que reside en España desde hace años, cofundadora de la editorial Teiera y participante en ambas antologías.


Por supuesto, tenía muchas ganas de desvirtualizar a Javi de Castro después de haber leído "tantas" autopublicaciones suyas y que me gustasen tanto. Es tan majo como esperaba y vendía unas ilustraciones preciosas que no compré por miedo a que se me arrugasen en el viaje de vuelta y que, evidentemente, aún me arrepiento de no haber comprado. A lo que sí le eché el guante fue a un par de fanzines pequeñitos por 1€ cada uno (los precios que pone son ridículamente bajos): postdata y el agujereado Más allá del valle del Ultratiempo. De mi pequeña charla con este autor saqué en claro tres cosas: 1) que aunque Agustín sea, desde mi punto de vista (¿y el del propio Javi de Castro?), el mejor fanzine que ha publicado hasta la fecha, es el que menos se vende; 2) que disfrutó mucho durante el proceso creativo para La última aventura, su primer cómic no autopublicado; y 3) que, actualmente, está trabajando en una nueva obra para una editorial por lo que diría que su trabajo se consolida (y me alegro mucho).


La única firma oficial que conseguí fue la de Martín Romero en mi recién comprado y leído ejemplar de Episodios Lunares, la clásica compra para un salón recomendada encarecidamente por un autor que me guste, en este caso, Álvaro Ortiz (vía twitter). ¡Creo que es la primera vez que me firman utilizando una regla!


Y ya, mi última compra fue Hora Zulú, de Sandra Uve, una mujer con mucho desparpajo que me dedicó la preciosidad que veis aquí abajo. Estuve dando muchas vueltas por el GRAF decidiendo qué pasaba el filtro y qué no y la verdad es que cada vez que pasaba por este rincón me quedaba mirando Hora Zulú y una bolsa de tela con un centauro y una sirena que era una preciosidad. Pero nunca pillaba a Sandra en el stand así que lo fui posponiendo y lo compré casi de milagro con el último billete que me quedaba.


Y hasta aquí mi visita a la quinta edición del GRAF (la tercera en Barcelona). Fue una tarde de descubrimientos y de charlas agradables, espero poder combinármelo mejor el año que viene y poder ir a alguna de las charlas... que de veras tenían pinta de ser muy interesantes.


Pero eh, que la entrada aún no se ha terminado. Tanto comprar autoedición me hizo entrar en una especie de círculo vicioso en el que cuánto más compraba más quería comprar y acabé atiborrándome a base de Fatbottom, bookdepository y amazon. Por un lado, aluvión de fanzines en Fatbottom: Agustín y el Oiga Mire #3 de Javi de Castro (estoy encantadísima con este autor); Decían, una pequeña sorpresa a la que no me pude resistir; y, finalmente, el dúo grapado Trabajo de clase y Nuevos Románticos, que hacía demasiado ya que estaba en la wish-list. Como veis en la foto, también cayó A Graphic Cosmogony, una antología publicada por Nobrow en la que, entre otros, colabora Isabel Greenberg (la autora de La enciclopedia de la Tierra Temprana).


Y gracias a una oferta de Amazon para libros (y cómics) en idiomas extranjeros, me decidí al fin para probar suerte con Michael DeForge, un autor cuyos cómics llevaban meses gritándome desde las estanterías de La Central para que los comprara. Son lecturas tan locas como esperaba, muy bizarro pero muy recomendable


Y le pongo punto y final a esta crónica eterna con un crowdfunding en el que participé hace más de un año. Las recompensas se han hecho de rogar pero la espera ha valido sobradamente la pena: los tomos #1 y #2 de Brigada, el segundo artbook y, de regalo, una postal y un mini-cómic alucinante. Cada vez estoy más aficionada a esto de participar en crowdfundings, lo malo es que casi todos son extranjeros y los gastos de envío salen por un ojo de la cara... Y encima el euro está muy bajo respecto al dólar.